Orquídea de plata

La madre del poeta

    Culpo a tan bella mujer del infortunio de mi padre Fue buena madre, quizás una singular amante Quizás nunca entendió las circunstancias del amor, tal vez no conoció el amor en sus tiernos años Viví suspicaz de su fe ciega sobre dioses falsos, y títeres de sombras.

    Fui durante largos años su marioneta de culpas; yo gozaba aquello Los años se diluyen sobre su piel cansada Y sus ojos, aún altivos buscan una extraña venganza de otra vida. Los segundos transcurren y tu vida se desvanece como una gota en el insondable océano Te haces anciana y yo poeta.

    Entre las lágrimas ingenuas Tus huesos se harán polvo y tu sangre tinta nueva. ¿Este poeta, madre mía, fue un buen hombre?




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