Los pequeños engendros del pecado
Arruinan los lirios del jardín
Infestan las aguas dulces de amargor verdoso
Quiero liberar y amar sin restricción
Pero los hijos del pecado cortan mis venas
Y se diluye el amor en un océano de culpas y sollozos.
De las tres tierra del fuego y la humilde yegua
Una mujer me carga su pecado
Que hiere mis manos como pesado plomo
¿Por qué, mujer, he de cargar un pecado que no es mío?
La hermosa mujer me respondió
Quiere ser libre, y yo quiero que sea libre
Oh, mujer, no quiero tu pecado
De sus enormes luceros como los abismos de la tierra destelló una furia oculta
No es mi pecado, ahora también es tuyo, como la carne que recubre tus huesos
La vida se hizo prisionera en mis labios.