Orquídea de plata

Indiferencia

     Morí cada día
Cada mañana
Al despertar solo encontraba sombras diáfanas
Bajo la sábana el voraz destello de tus perlas se oscurecía.
La cocina ya no huele a café
Solo reposa en ella las rosas blancas de aquella vez.

     Morí cada tarde
Tus pasos ya no resuenan en la casa
Te fuiste ya hace eones, ¿o quizás fue anoche?
Es extraño, como no hay lágrimas
Te amé con el alma y, aun así
No hay lágrimas
Te llore en silencio meses y la vida seguía
Ya no hay lágrimas en mí, solo fría sangre de un cuerpo lentamente devorado por pequeños insectos.

     No morí el día de tu despedida
Morí cada día
Cada mañana
Cada tarde
Cuando las rosas rojas, blancas y rosadas se marchitaron bajo tus ojos indiferentes
Pero ya no hay rosas, tulipanes o lirios
Solo yo y este corazón que ya no ama.




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