El profesor Gideón era un genio…pero como todos los genios también era un hombre atormentado.
De su vida personal no se sabía mucho, su madre había sido correctora de una editorial popular en su tiempo, su padre había sido corrector de una industrias de juguetes, ambos habían muerto hacía tiempo, era viudo, su esposa había muerto al dar a luz a un par de mellizos de los cuales la niña había muerto en un infortunado accidente de autos aun siendo pequeña de modo que el único familiar vivo del profesor en la actualidad era su otro hijo, un chico llamado Nio que se la pasaba casi todo el tiempo encerrado en un instituto de arte pues tenía fijación por los comics de acción y aventura, aunque su padre esperaba que si se iba a dedicar a eso quizás podría optar por algo mejor y más delicado como la pintura.
Era un hombre solitario tanto por habito como porque la vida no le dejaba muchas opciones, la mecánica era su dicha, la mirada brillante y emocionada era algo reservado solo para sus creaciones, el resto debía conformarse con un gesto ceñudo o una sonrisa irónica, lo cual viniendo de él era bastante.
Conforme se acercaba el momento de probar al segundo I.A, el gesto de Gideón era cada vez más austero.
Aunque en principio se suponía que la máquina de Abanzurobotto y la de Industrial Engineering serian hechas en iguales condiciones y solo diferiría de ellas su inclinación psicológica, una vez se analizaban las cosas la equidad era lo que menos existía, de hecho los dos I.A no podrían haber sido construidos y creados de forma más distinta.
Asimo había sido diseñado por los ingenieros Japoneses de Abanzurobotto, Gideón no había participado en el proceso más que en las contadas ocasiones en que su presencia se hacía indispensable para revisar detalles técnicos y para instalar el pesado alambique de discos informáticos que formaban el cerebro, después de la prueba había trasladado a Asimo a Industrial Engineering para un posterior primer contacto con el nuevo I.A.
La otra máquina inteligente, cuya identidad seguía siendo un misterio, había consumido en cuerpo y alma al profesor, no solo había participado en todo el proceso sino que de hecho ÉL había hecho todo, los ingenieros de Industrial Engineering contaban al que quisiera oírlos que el profesor incluso había elegido, fundido y moldeado el metal para las partes de modo que cada pieza de aquella estructura metálica era obra completamente suya, el diseño del cerebro era un secreto absoluto del cual nadie sabía, Margaret se figuraba que sería como el de Asimo pero cuando Gideón se negó a su petición de mostrarle al otro I.A antes de tiempo empezó a sospechar que algo aun más fuera de lo común estaba en juego.
Y el gran día llego.
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El cuarto de control de Industrial Engineering era igual al de Abanzurobotto y ese día reunía a un grupo similar, del lado de prueba no habían objetos esta vez pero si media docena de guardias armados que daban un aire tenso a la situación, Gideón estaba pálido por un par de noches sin sueño, afinando los últimos detalles, fumaba un cigarrillo, el segundo en una hora, lo cual indicaba lo serio de la situación porque a pesar de haber empezado a fumar desde joven era quizás la única persona que se había impuesto sobre un vicio sin dejarlo, jamás pasaba de uno a la semana.
-Tranquilízate Gid- le dijo Margaret a su lado- Asimo fue un éxito, ¿Por qué no lo seria esta…?
-No, no es lo mismo- le interrumpió- Asimo era la inteligencia artística, pura información condensada, esta es la buena: inteligencia práctica…inteligencia humana, si fallo aquí todo lo otro será inútil.
-Pero Gid…
-Aquí viene- dijo de pronto, poniéndose de pie y volviéndose al público-Señores, hoy volvemos la ficción en realidad, permítanme presentarles…al General Fort Nox.
Muchos se levantaron de la impresión cuando un par de guardias entraron trayendo al segundo I.A en una base móvil, igual a la que habían usado para Asimo pero la máquina de esta ocasión no podía ser más distinta.
De entrada Nox era negro, todo él en acero oscuro y plateado, llevaba guantes y una espada al cinto, gorra de mariscal Alemán y sobre su cara una careta que parecía de cristal grueso y negro, estaba decorado además con rombos verdes y un escudo del mismo color en el pecho, era tan alto como Asimo pero su pecho era más grueso, lo que en conjunto le hacía parecer más potente y gallardo, además de indicar quizás la necesidad de un mayor espacio para un cerebro más grande.