-La…ejem…acusada, ¿tiene un abogado?- dijo el Juez.
-No, su señoría- respondió la maquina sintiéndose estúpida, ni siquiera le habían leído sus derechos y no sabía que podía tener un abogado- no tengo uno…
-¡Discrepo!
La puerta del juzgado se abrió al tiempo que se oyeron estas palabras y el General Fort Nox irrumpió en la sala.
-Yo soy abogado.
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Dos semanas antes…
El mundo cambiaba a un ritmo vertiginoso y ya nadie sabía lo que podría ocurrir a continuación.
Ahora las maquinas tenían derechos, derechos a vivir y trabajar por su cuenta, aun no se conseguía la tan anhelada independencia que declararía a las maquinas una comunidad, aun eran aparatos y debían acatar en última instancia las ordenes humanas, además habían ciertas injusticias de trasfondo que debían combatirse; Una maquina ganaba apenas un tercio de lo que un humano en las mismas labores a pesar de ser tres veces más eficientes y más de la mitad se le iba en mantenimiento que debían pagar a otros humanos hasta que empezaran a salir maquinas que supieran reparar a otras maquinas, además no podían llevar negocios propios, si querían trabajar y ganar dinero debía ser por servir a un ser humano.
Sin embargo no se quejaban, estaban sobre la marcha y para muchas el beneficio de la vivienda era superior al beneficio de la independencia económica, esto era algo curioso.
Los emplazamientos y enormes espacios liberados por los equipos de limpieza hallaron un uso para la construcción de rascacielos habitacionales hechos especialmente para las maquinas, los humanos requieren un cierto espacio para vivir tranquilos y evitarse la claustrofobia, las maquinas no podían padecer dicho mal, no eran ostentosas y tampoco se movían demasiado, se podía poner dos veces más maquinas que personas en un edificio del mismo tamaño y les gustaba estar juntas, fue así como tras la inauguración del primero de estos rascacielos, Nox anuncio que se marchaba de Industrial Engineering.
Llego con calma, cargando una maleta pequeña por la que sobrasaría la lámpara como un gato en una bolsa de paseo, solicito hablar con Gideón justo en el comedor, a la vista de Margaret y todos los técnicos.
-Me voy, profesor- dijo sin rodeos.
-¿Por qué no suena como si me pidieras permiso?- dijo Gideón sin apartar la vista de su plato, últimamente comía muy poco.
-Porque no lo hago, se que usted puede detenerme con una orden pero en esta ocasión quiero darle el beneficio de la duda.
-¿Y puedo saber a dónde se supone vas?
-Al edificio Park, lo inauguraron hace tres semanas y yo reserve un lugar, me voy de una vez, vendrán por mis cosas esta tarde, ya lo calcule todo.
-No lo dudo…
-Pero Nox- dijo Margaret- no puedes irte solo así.
-Ya han hecho todas la pruebas pertinente conmigo, Margaret- dijo el general, procurando no mirarla- como maquina ahora tengo derecho a una vida independiente, yo luche por esto pero no deseo irme de mal modo…profesor…¿me dirá como repararme?
-No.
Finalmente Gideón le miro.
-Llámame cuando necesites un arreglo e iré enseguida.
Se miraron largamente, como queriendo cada uno grabarse la apariencia del otro en ese instante.
Nox acababa de cumplir 5 años y subía como la espuma, era una fuerza indestructible, Gideón ya frisaba los 45 y podía decirse que aquellos últimos 5 años le habían valido lo de 20, seguía lleno de energía dinámica pero sus fuerzas e ímpetus no habían vuelto a ser los mismos y en los últimos tres meses habían estado menguando, un milagro era el responsable de esto.
Cierto día, una enfermera que cuidaba de Nio había dejado un lapicero con su libreta en la cama del paciente sin ninguna buena razón, al volver por ella se llevo el susto de su vida al ver la mano mecánica del chico trazando débiles y dispares líneas en la libreta, por primera vez los aparatos mostraban un aumento en su actividad cerebral, en la libreta solo habían líneas sin forma aunque Gideón intuyo en el acto que estaba tratando de dibujar, una motivación en la vida de su hijo tan fuerte como lo era la mecánica en la suya; se maldijo por no haberlo notado antes, tiro las herramientas a un lado y se entrego al devastador trabajo de rescatar la mente de Nio de aquel cuerpo mecánico en el que le había metido, en eso se le iba la fuerza y el apetito.