Os pido posada

Capítulo 8: Amor.

Adazla

Me limpie las manos del vestido luego de que Mara estacionara el auto en el aparcamiento del bar.

—Deja los nervios atrás Adazla. Todo saldrá bien -gire mi cabeza hacia Vera y ella me regaló una sonrisa.

—Eso espero. -me baje del auto luego de decir estás palabras.

Las tres caminamos hacia la entrada del bar, y cuando íbamos a formarnos en la fila unos de los seguridad se acercó a nosotras.

—Pero que milagro verlas por aquí -fruncí mi seño —Mis estrellas sensacionales.

—¡Crapuloso mierda! Cuanto te extrañe -verbalizo Vera mientras se acercaba a abrazar al hombre.

El hombre recibió a Vera y hasta un beso en sus mejillas dejo.

—Vamos chicas, ustedes no tienen que formarse. -Mara sonrió.

—Si me gustarán los hombres maduros tú serías mi primer opción, sexi Marco -él hombre atrajo a él a Mara y por igual dejo un beso en su mejilla.

—No me importa ser un Sugar Daddy, pero solo si es contigo.

Vera y Mara besaron la mejilla del hombre y este sonrió.

El hombre llamado Marco coloco sus ojos en mi, y vi sorpresa en ellos.

—¿Ella quien es?

—Nuestra amiga, Marco.

—¿Como se llama?

—Adazla. -respondio Mara sin dudar y el hombre asintió mirándome fijamente. Me removí incómoda por la mirada fija del hombre.

Es como si quisiera saber todo de mi con la mirada.

—Entren chicas. Vallan y disfruten -dijo con media sonrisa en sus labios.

Las chicas abrazaron por última vez a Marco, y un segundo después Vera me arrastro hacia la entrada del lugar.

Giré mis cabeza para ver al hombre, porque él había dejado un mal sabor en mi.

Marco me sonrió, logrando con esto que me sintiera más incómoda.








 

Luego de ver que las chicas ingresaron al bar, Marco saco el teléfono de sus bolsillos.

Inmediatamente marcó el número de su patrón. Y este al primer timbre respondió la llamada.

—¿Qué noticias me tienes Marco?

—La encontré señor. Encontré a su nieta.

Escucho a través de la línea un suspiro.

—¿Señor?

—¿Dime cómo está? ¿Como es? Yo...

—Señor en cuanto puede le enviare una foto de su nieta, pero debe estar tranquilo, recuerde su problema de salud.

—Quiero verla, necesito abrazarla. Deseo reunirla con su madre, Marco. Ansío volver a ver a mi hija sonreír.

—Juro que lo hará señor, pero tómelo con calma.

—En una semana viajo para allá, en una semana me reuniré con ella. Le daré el lugar que siempre ha merecido.

—Pero señor...

—Nada de peros, Marco.

Marco negó con la cabeza.

Con su jefe no se podía hablar.

—¿Qué investigaste del otro asunto?

—Las gemelas son hijas de la señora Sonia. -Marco apretó los puños al mencionar el nombre de la mujer que amó y que todavía sigue amando con locura. Y a esto quiso agregar que cabía la posibilidad de que esas dos hermosas hermanas fueran sus hijas. —Le enviaré la prueba de ADN que les realice.

—Me muero con conocer a esas niñas. Sonia se morirá al saber que encontrando a sus hijas. Gracias Marco, gracias por ser mi hombre más leal.

Marco bufó al escuchar estás palabras. Porque él no se consideraba un hombre leal.

Como hacerlo cuando se involucró con la protegida de su patrón. Con la hermosa Sonia.

Ambos se enamoraron pero cuando llegó el tiempo de confesar que estaban juntos ella se marchó de la mansión y a los pocos días llego con su esposo.

Ella había jugado con él, y tras tres días después volvió casada con un magnate millonario.

Ella lo había usado como un juguete y cuando se cansó de él lo desecho como un trapo de olla.

Marco negó con al cabeza para disipar los pensamientos. Porque recordar el pasado le dolía.

—Lo estaré esperando señor. -luego de estas palabras colgó el teléfono y con mucho pesar volvió a su vida real, donde solo estaba la soledad y la armagura.

Sus dos compañeras fieles.










 

El mal sabor que había quedado en mi boca luego del encuentro con Marco, se esfumó al entrar al colorido bar.

Todo en el bar es hermoso. Por donde lo miraras se veía hermoso.

—¡Vamos por unas margaritas! -invito Vera a lo que Mara y yo la secundamos. 

Caminamos hacia la barra y al acercarnos visualice al chico de los ojos bonitos y a sus dos amigos, quienes al vernos abrieron sus ojos como platos.

—Oh no. -dije al ver que ellos caminaban hacia nosotros —Vera, Mara.

Las llamé y ellas colocaron sus ojos en mi.

—¿Qué sucede?

—Los chicos de la playa están aquí. -tanto Vera como Mara giraron su cabeza y al ver a los chicos enarcarón sus cejas y sonrieron con complicidad. —¿Qué están tramado?

—Pienso que ellos son buenos prospectos para ser los padres de nuestros hijos. -inquirío Vera. Y su hermana asintió.

—Necesitamos Adazla que alejes lo más que puedas a tu chico de los hermano. Inventate algo para sacarlo de aquí, porque se ve que ese chico es el maldito responsable del grupo. Así que mueve ese culito y vuélvelo loco, pero sacalo a como de lugar de aquí.

Ambas hermanas me miraron y no fue hasta que asentí que no dejaron de hacerlo.

—¿Como harán para que ellos no puedan reconocerlas?

—Usaremos un antifaz, cambiaremos el color de nuestros ojos y por último usaremos peluca. -abrí la boca, pero ella no dejo que hablara —Tengo todo planeado chicas.

Vera levantó la cabeza y al ver que los chicos estaban detrás de nosotras suspiro.




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