Os pido posada

Capítulo 9: Bajo la luna.

Adazla

Después de bailar un par de canciones más Christian me guío a la barra. Y estando allí pidió dos piña colocada.

—Gracias -dije cuándo él me entrego la bebida. Le di un sorbo e inmediatamente coloque mis ojos en él. —¿Entonces terminaste de estudiar?

Christian asintió.

—Recientemente me gradué. Estudié administración de empresas y en algunos meses tomaré el control de la empresa de mi familia.

Agaché mi cabeza porque yo no había podido tener la oportunidad de estudiar. Me sentía nada en comparación con él.

—¿Que pasa?

—Yo, es que... -él hizo que lo mirara a los ojos.

—Nunca debes agachar tu mirada Adazla. Nunca te sientas insignificante, pero eres valiosa. Y se que cuando tengas la oportunidad te superarás. Serás excelente.. tendrás un futuro excelente.

El deseo de lanzame a abrazarlo pudo conmigo y así lo hice. Me acerqué a él y lo abracé con mucha fuerza.

—Gracias. -susurre contra su pecho y él acarició mi cabello.

—No tienes que agradecer preciosa.

Se que es muy pronto para decir que lo quiero, pero eso es lo que siento.

Cerré mis ojos y una nueva visión llego a mi.

Vi un campo de flores de todos los colores, a lo lejos vi la figura de mi madre riendo. Abrí mis ojos y sin pensarlo corrí hacia ella. Pero me detuve abrutamente al ver cómo en frente de mi madre aparecía la figura de Débora. Con la aparición de esa víbora todo se tiño de rojo. Las flores se marchitaron y el hermoso sol había cambiado de color a negro. Todo era espeluznante, era como estar viendo una escena de terror.

Intenté acercarme a mi madre pero Débora me lanzo al suelo con todas sus fuerzas.

Las lagrimas empezaron a salir de mis ojos sin control alguno y  al llorar desconsoladamente vi una sonrisa en los labios de la víbora.

—Si yo no soy feliz tú tampoco seas feliz -luego de Débora decir estás palabras saco un arma y le apuntó a mi madre.

—No, no.... -luche por levantarme  del suelo pero mis pies fallaban enviándome al suelo. Débora le retiró el seguro a la pistola y sin ningún  remordimiento disparo —¡Mamá, no. Mamá....!

Las lagrimas salieron de mis ojos sin control al ver esa visión.

En búsqueda de protección me abrace al cuerpo de Christian.

—¿Qué sucede Adazla?

—Ella... Ella

—Tranquila preciosa, estoy aquí contigo. -él me abrazó con fuerza y yo me deje consolar por él.

Transcurrieron varios minutos en los que nosotros seguimos abrazados.

—¿Ya estás mejor? -Christian me separo de su pecho para mirar mis ojos.

—Me gustaría salir de aquí -verbalicé y él asintió.

—Te llevare a un lugar y desde allí veremos el amanecer -asentí.

Christian pago la piña colada que habíamos pedido y sin mirar hacia atrás salimos del lugar.

Él se atrevió a tomar mi mano y yo con una pequeña sonrisa en mis labios la agarre con firmeza.

Empezó a caminar alejándonos el bar y la curiosidad me gano por completo.

—¿A donde vamos?

—Al puerto que está cerca de aquí -fruncí mi seño —Iremos a mi yate.

¿Un yate?

—¿Tienes un yate?

Él asintió.

—Recientemente lo acabo de adquirir. Así que serás la primera persona que suba a bordo de el.

—Me siento alagada señor ejecutivo.

Christian sonrió.

Me quedé un minuto observando la hermosa sonrisa que tiene en sus labios. Me parece irreal que yo esté viviendo algo como esto.

Pero ya que me está ocurriendo no me queda más que disfrutar de esto.

—¿Te gusta tu vida en la cuidad? -me atreví a preguntar.

—Se puede decir que sí, pero desde un tiempo hacia acá siento que me falta algo para tener la felicidad completa.

Tragué saliva al escuchar estás palabras.

¿Él se estaba refiriendo a mi?

—¿Qué es eso que te falta? -Christian detuvo su andar.

—Una chica de unos lindos ojos marones.

Me sonroje explosivamente.

—¿Como estás tan seguro que yo soy lo que le falta a tu vida para ser feliz por completo? -me atreví a preguntar.

Y Christian no dudo en contestar.

—Mi abuela me dijo que cuando encontrará mi otra mitad inmediatamente lo sabría Adazla. Tú eres mi otra mitad porque con solo verte causas estragos en mi, me haces sentir completo, pleno y me envuelves con esa mirada hermosa que tienes. Eres la ideal, eres mi otra mitad. Mi media naranja.

¡Por los clavos de Cristo!

—Yo...

—No tienes que decir nada Adazla. Solo deja que te enamore dejame conquistar tu corazón. -Christian hizo contacto visual conmigo —Deja que la luna sea testigo de la promesa de conquistarte Adazla, deja ella sea nuestra cómplice. Bajo la luna te digo que no descansaré hasta que seas mi esposa. Bajo la luna inquiero que tu Adazla serás la única mujer que amare, la única en el mundo que podrá hacer de mi lo que ella quiera.

Christian alzó mi mano y tras mirar a la luna dejo un beso en el dorso de esta.

—Desde hoy empieza mi plan de conquista. Te conquistaré Adazla.

—Acepto que me conquistes Christian -él se atrevió a atraerme a su cuerpo, donde me abrazó e incluso dejo un beso en mi mejilla.

En ese precisó momento una gota de agua calló sobre nosotros.

—Tenemos que correr hermosa, porque si no llegaremos al yate empeñados. -Christian empezó a correr con mía mano entre las suyas. Y yo con una gena sonrisa en mis labios le seguí el ritmo.

Él había llegado a traer muchas cosas a mi vida. Entre ellas el amor.

La imagen que Christian y yo proyectamos en este momento es de dos amantes corriendo para resguardarse de la lluvia.

Es algo mejor de los que imaginé.

Y yo que pensaba que nunca conocería lo que es el amor, pero con la llegada de Christian a mi vida estoy más que dispuesta a darle la oportunidad de enamorarme.




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