Adazla
Solté una gran carcajada luego de haber corrido para resguardarnos del la lluvia pero todo fue en vano porque ambos llegamos prácticamente empapados al yate.
—Creo que correr no sirvió de nada.
—Bueno por lo menos cumplí uno de las cosas que debo hace antes de morir. Correr bajo la lluvia tomado de la mano de una hermosa chica, ya se cumplió. Ahora tengo en la lista noventa y nueves cosas que hacer.
—¿Cuales son las diez primeras cosas de tu lista?
Christian me extendió una toalla para que me secará y posteriormente él tomó una toalla en las manos.
—¿Me ayudarías a cumplir las diez primeras cosas que deseo hacer antes de morir?
Asentí.
¿Qué sería lo peor que pudiera pasar?
—La primera cosa que deseo la he estado postergando porque no te había encontrado a la persona indicada -fruncí seño —Besar bajo al lluvia al amor de mi vida.
¿Qué?
Si que esto va de mal en peor.
—¿Me ayudarás?
—Es que... ¿Como sabes que soy la indicada?
—Ya te lo dije Adazla. Se que eres la indica, lo sé porque en el momento en que te tuve entre mis brazos sentí una especie de corriente eléctrica recorrer mi cuerpo por completo, tal y como les sucedió a mis abuelos y mis padres.
Suspiré.
Deje la toalla en el asiento del yate y sin pensarlo mucho camine hacia donde se encontraba Christian.
—Más te vale que no me estés tomando el pelo, porque te irá muy mal chico ejecutivo. -me coloque de puntas y coloque mis labios sobre los de él.
Y así fue como di mi primer beso.
Christian se separó de mi pero dejo nuestras frentes unidas.
—Ahora con este beso confirmé que eres la indicada Adazla. Eres quien buscaba todos estos años.
—No me reconozco Christian. -él sonrió —Nunca se me había pasado por la cabeza hacer esto, nunca considere la idea de estar solo con un hombre pero, llegaste tú y todos esos ideales los hiciste trizas. Pensabas que iba a vivir encerrada en una torre y que ningún príncipe vendría a rescatarme pero, estás tú aquí conmigo. Enamorándome de ti a cada segundo. Y eso es lo que me asusta.
»—Me aterra la idea de ser solo un juego para tí, de que solo quieras una cosa de mi y que luego de obtenerla te marches. No quiero ni imaginar que estás haciendo todo esto solo para conseguir mi cuerpo, porque eso no te lo perdonaría jamás en mi vida.
—Te juro por lo más sagrado que tengo, que es mi familia que no estoy tratando de enamorarte para obtener tu cuerpo. Lo hago para obtener tú corazón Adazla. -él acario mi rostro con sus manos. —¿Qué tengo que hace para que me creas?
Me encogí de hombros.
—No tienes que hacer nada Christian. Solo no romperme el corazón.
—Ya tengo una idea de hacer que me creas.
Lo miré con una ceja enarcada.
¿Ahora que se le ocurría?
—¿Te casas conmigo Adazla?
¿Esperen qué?
—¿Comó?
—¿Te quieres casar conmigo? -pregunto mientras se quitaba uno de los anillos que adornan su mano. —Se que no tengo un anillo adecuado para darte pero este puede servir. Adazla se que soy un desconocido en tu vida pero deseo convertirme en algo más para tí. Quiero que nos enamoremos, que tengamos momento especiales e incluso que seas mía para siempre, deseo desposarte porque sé que eres la indicada, el amor de mi vida.
Literalmente estoy en shock. No se que decir, pensar o hacer. Este hombre con esas palabras lleno todas las bases en el partido de béisbol de mi vida.
Padre amado.
—Qué dices Adazla ¿Te casas conmigo?
—¿Me dejarías pensarlo? -él asintió.
—Aunque te dejaré pensarlo quiero que te quedes con mi anillo -Christian deslizó el anillo en mi dedo. Y yo me sorprendí al ver que me quedaba. —Espero que tú respuesta sea un sí, preciosa. Porque no sabes las ganas que tengo de llevarte a conocer mi mundo.
—¿Solo tú mundo? -pregunte y él se sonrojo.
—¿Qué más te gustaría conocer de mí? -dijo pícaro y yo sonríe.
—Bueno me gustaría conocer de tí tu...
—¿Mi que? -susurró él y al mismo instante me atrajo hacia su cuerpo. Levanté mis ojos hacia él, y al ver sus ojos dilatados sonreí.
—Tú... perro. ¿Tienes un perro? -Christian soltó una carcajada.
—Y yo mal pensando Adazla. Pensé que diría que quieres conocer mi...
—Por Dios Christian. Deja de ser tan mal pensando -emiti estás palabras y posteriormente golpeé levemente su pecho.
Christian me atrajo a su pecho.
—Te llevaré a conocer a mi perro. Y también la otra cosa.
—¿Quién te dijo que quiero conocer la otra cosa? -pregunte.
—¡Bueno si no la quieres conocer allá tú!
Christian se separó de mi con una gran sonrisa en sus labios.
Este tonto me sacara canas verdes de la cabeza.
Pero la verdad hay que decirla.
—¿Más adelante la quiero conocer? -él giro sobre sus pies —Pero más adelante pervertido..
Christian me guiñó un ojo, y yo sin poder contenerme me sonroje explosivamente.
Tonto, pervertido.
A los pocos minutos Christian volvió con un par de prendas de vestir en sus manos.
—Encontré esto para mí reina.
¿Reina?
—Gracias Rey -tome la ropa de sus manos la cuál consistía en una camiseta blanca y un short. —¿Donde puedo cambiarme?
Christian me mostró donde podía quítame la ropa mojada y así lo hice yo.
Me retiré el vestido, dejándome solamente las bragas y el sujetador. Porque estos estaban secos.
Me coloque la camiseta y el short y salí en búsqueda de Christian.
Lo encontré hablado por teléfono.
—Si abuela, la encontré. Es hermosa. Le pedí que se casará conmigo.... Espero que ella acepte. Esta bien abuela, nos vemos luego. -Christian colgó el teléfono e hizo contacto visual conmigo. —Qué guapa te ves con mi ropa futura esposa.
—Estas muy seguro de que yo aceptaré tu propuesta, rey. -acote mientras se acercaba a él.
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Editado: 26.01.2024