Os pido posada

Capítulo 12: Di que sí.

Adazla

—¡Oh, por Dios! -exclamo Vera luego de que yo le contara que Christian me había propuesto matrimonio. —Dile que si. Di que sí.

—Por primera vez en mi vida estoy de acuerdo con Vera, Adazla. Es una excelente manera de comprobar que no te dejará después de que le des el bizcocho.

—Es que... ¿casarme?

—Si Adazla. Me parece lo más justo. Porque sin anillo no había disfrutación, no hay orgasmos o orales...

Me tape la cara de la gran vergüenza que sentí en este momento por las palabras de la loca y sin filtro de Vera.

—Te recuerdo hermana que no te dieron un anillo y le diste el bizcocho a ese hombre llamado Alán. -Vera sonrió.

—¿Quien te dijo que él no me dio un anillo? -nos pregunto y poco después mostró un anillo, el cuál lo tenía colgando en el cuello con una cadena. —Antes de marcharme le robe uno de sus anillos para tener un bonito recuerdo de él.... Aunque a decir verdad lo robe para que mi hijo tenga un recuerda de su padre, porque espero no volverlo a ver.

Si supieras lo que el destino tiene preparados para tí Vera.

—La que dió el pastelito por nada fuiste tú Mara.

La mencionada negó con la cabeza y mostro una pulsera.

—Se la robe para recordar lo excelente que folla.

Tanto Vera como yo abrimos la boca.

¿Dónde había quedado la chica tímida?

—Padre amado, esto debe costar una gran fortuna. -verbalizo Vera mientras tomaba entre sus manos la pulsera. —Si que tienes un buen recuerdo...

—Lo se -dijo Mara sonriendo. —Sueño con ese idiota hasta despierta. Es una lastima que no lo volveré a ver. Desearía obtener un último beso de él.

—Pues lo obtendrás. -ambas me miraron extrañadas. —Aceptare casarme con Christian, así que chicas preparen su mejor vestido porque mañana me casó, y ustedes serán mis damas de honor. Y le sugeriré a Christian que los chicos sean sus padrinos.

Tanto Mara cómo Vera chillaron de la alegría.

—Tenemos que arreglarte el pelo, comprar el vestido, los zapatos y la.... ¡Lencería! -Vera y sus locuras.

—Preparate porque esa loca te llevará al punto más alto de la locura. -Mara tras estás palabras se acercó a mí —Espero que seas muy feliz, Adazla. Te mereces ser feliz de una vez por todas...

La abracé.

Amo con todo mi corazón a esas chicas. Ellas para mi son una de las personas más importantes de este mundo. Las amo como si fueran mis hermanas.

—¡Abrazo grupal! -exclamo Vera y al minuto las tres estábamos en el suelo.

—Chicas seré la tía, madrina de sus retoños. Y eso no está en discusión.

—Y nosotras seremos las tías alcahuetas de tus hijos Adazla. Porque te aseguro que cuando pruebes la delicia que tu esposo te va a ofrecer no querrás despegarte de su miembro. 

Padre amado. Esta mujer no tiene ni un poco de filtró.

¿Qué haré con ella?

—Te enseñaré donde tocar, como hacerlo.. y te daré una práctica de como hacerle un oral a tu chico. -Mara y yo negamos con la cabeza.

—Dime una cosa Vera. ¿Donde te apagas?

—Cuando tengo una verga en la boca. -padre amado. —¿Y tú Mara donde te apagas?

—Me apagado cuando siento una verga entre mis piernas. Me silencio al recordar a ese chico bombardeandome con ese grueso y palpitante miembro. Ah.. si me disputan tengo que arreglar un pequeño y placentero asunto.

—Vez Adazla... Ella es peor que yo. Se fue a meterse los dedos al baño, quien la viera. Tan tranquila y si ella se lo dispone quema medio mundo. -Vera suspiro —Pobre de ese bebé.

—Pobre de sus hijos, porque ustedes estan más locas que una cabra.

Vera se lanzó a mis brazos para abrazame con fuerza.

—Espero que mi bebé salga idéntico a su padre pero que saque la personalidad mia.  Porque esa seriedad que ese hombre tiene no me gusta para nada.

—¿Quieres que tu hijo sea dinamita?

—No, quiero que sea magma caliente. Qué arrase con todo y que no se deje de nadie, que sea peor que yo.

Pobre de ese niño. ¿O será mejor será decir pobre de esa niña?






 

(••••)

Cuando estuve frente al lugar que se hacía llamar mi hogar” solte un suspiro cansado porque sabía que la entrar por esa puerta solo esperaría regaños.

Tomé el pomo de la puerta entre mis manos y la abrí.

Que venga lo que tenga que venir.

—¿Donde está Adazla? -le pregunto la víbora a mi padre, y él tomó un sorbo de café antes de responderle.

—Le di permiso para que celebrará su cumpleaños con sus amigas.

—¿Estas seguro de que ella está con esas chicas? -ella insinúo estás palabras para hacer dudar a mi padre.

Pero gracias a Dios él no le hizo caso.

—Ella está con sus amigas, Débora. Fin de la conversación.

—Cuando te llene la casa de bebés vas a darme la razón.

—¿Qué estás insinuando? -mi padre se levantó de la mesa de un salto asustando a la víbora de dos cabezas. —¡Repitelo..!

Demandó mientras golpeaba la mesa.

Débora abrió la boca para responder, pero yo me adelante.

Porque sabía que si ella abría su venenosa boca, mi padre perdería los pocos estribos que le quedan.

—Te aseguró padre que antes de tener un hijo, me casaré. Y antes de llenar tu casa de hijos, llenaré la mía. Así que no tienes que preocuparte, porque yo no soy capaz de entregarme a cualquier. No soy como otras... -dije mientras miraba a la víbora. —Gracias por mostrar preocupación por mi señora. Pero no es necesario dicha alarma Débora. Preocúpate mejor en tus asuntos y deja de inmiscuirte en mi vida.

Adazla 1, la víbora 0.

Débora se marchó echando chispas y yo sonreí.

—Adazla.... -enfoque mis ojos en mi padre —Te encanta provocar.

—Me encanta sacar a la víbora de sus casillas -papá se sentó en la mesa y volvió a llevarse la raza de café a la boca. —De ahora en adelante la sacaré más a mennudo de su zona de confort.




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