Adazla
Con deseo de matar con mis propias manos a la víbora de Débora, subí las escaleras. Camine por el corredor de la casa y cuando estuve frente a la puerta de mi habitación la escuché.
—Más te vale que hagas lo que te dije niña.
—Te oí serpiente... -murmure por lo bajo.
—¿Qué dijiste?
—Nada.
Tras estás palabras entre a mi habitación. Me recargue en la puerta y una lágrima salió de mis ojos.
—¿Por qué te fuiste, papá? ¿Por que me dejaste sola con esa mujer?
Lloré por unos segundos, descargue todo lo que sentía mediante las lagrimas.
Y cuando termine de llorar limpie mis lagrimas, me coloque de pie y me apresure a entrar al baño.
“—Te espero en la playa, a la tres.”
Recorde las palabras que me había dicho Christian y esto fue motivo para que sonriera.
—A las tres te diré las palabras que tantos anhelas escuchar Christian Moussier.
Entre al baño y ahora con una sonrisa en mis labios abrí la regadera.
Esas palabras que diré en respuesta a la pregunta que me hizo Christian cambiarán mi vida para siempre.
Solo espero que esté sea una buena decisión.
Me bañé mientras cantaba en la regadera y con la misma alegría me coloque la ropa.
Coloqué mis ojos en el reloj y este marcaba cerca de las una de la tarde.
¿Tanto había durado en la regadera?
Me coloque un poco de perfume y tras sentirme lista baje a recoger la vajilla que la bruja rompió.
Baje las escaleras y antes de llegar al último escalón escuché la voz de Débora.
—Si, está noche te veo... Esperaré a que la mocosa se duerma para ir a tí, mi amor. En cuento pueda dejaré a este pobre diablo, y me marcharé contigo.
Este es el punto de la comparación.
Mis sospechas son ciertas.
Esta bruja está engañado a mi padre, pero yo me encargaré de desenmascararla.
Termine de bajar las escaleras justamente cuándo ella colgó el teléfono. Y la muy víbora se asustó al verme.
—¿Qué haces hay parada mocosa? ¡Ponte a limpiar de una vez por todas...! -la mire fijamente a sus iris y ella frunció su entrecejo. —¿Por que me miras así?
—No es nada, queridísima Débora. No es nada.
Ella se marchó con cierta sospecha y yo solté una gran carcajada.
—Caeras en tu propia trampa vibora venenosa. -inquirí mientras observaba el camino que ella había cogido.
Desvíe mi mirada hacia las lozas que estaban en el suelo y suspiré.
Todo sea por estar libre a las tres. Todo sea por volver a verlo y darle mi respuesta.
Empecé a recoger la loza rota, a velocidad luz. Y cuando termine me dirigí a la cocina para lavar los trastes que estaban sucios.
—¿Y ahora porque tan apurada? -escuche la voz de Débora detrás de mí.
¿Es que esta mujer no se cansa de molestar?
—Me quedé de ver cómo mis amigas.
—Oh.. que lastima porque primero tienes que desempolvar y suapear la casa.
—Es que me tengo que ir. Cuando regrese lo hago.
—¡Te estoy diciendo que la limpias ahora!
Ella me reto con la mirada.
—¡Y yo le estoy diciendo que en cuanto regrese lo haré!
Débora enarcó una ceja.
—Nunca te había visto tan apurada para salir con tus amigas.
—Pero hoy sí. -dije para luego continuar fregando los trastes.
—Más te vale que cuando regrese del spa tengas la cena lista y hayas limpiado la casa, porque te irá muy mal si no lo haces.
La bruja saldría. Eso no era novedad.
Ignore las palabras de Débora.
Esa mujer no se cansa de mandar. Me tiene harta.
Termine de lavar los trastes y al hacerlo fui hacia la nevera a tomar un poco de agua.
Y al abrir la nevera vi el recipiente de mermelada de fresa que había hecho para mi padre.
Tomé el recipiente entre mis manos y me cuestione en llevarle o no a Christian.
—¿Le gustará? ¿No le gustará? Me pregunté a mi misma mirado la rica mermelada que había preparado. —Le llevaré un poco. Si no le gusta será problema suyo.
Tomé un frasco pequeño en el verti un poco de mermelada.
Y para que él acompañará la mermelada tomé dos pesazos de tostadas.
—Espero que te guste Christian -verbalicé mientras envolvía todo.
Sacie la sed que tenía y con una gran sonrisa salí de casa.
—Espero que mi respuesta te guste Christian Moussier.
(••••)
Al llegar a la playa busque a Christian por todos los lados y al no encontrarlo la desilusión embargo mi cuerpo.
Estaba a punto de ponerme a llorar cuando lo vi a lo lejos sentado en la arena, mirando el inmenso mar.
Empecé a caminar hacia él, y mientras más me acercaba más siento felicidad.
Me siento feliz, llena de vida. E incluso puedo decir que un poco enamorada.
—Pense que no lo encotraria aquí señor ejecutivo. -al escuchar estás palabras Christian se colocó sobre sus pies.
—Y perderme tú respuesta... Nunca en la vida. -él se acercó a mí para dejar un corto beso en mis labios —Asi que dime de una vez tú respuesta, Adazla. Dime lo que quiero escuchar.
Le sonreí.
—Bueno lo he pensado mucho Christian Moussier.... Y tengo una respuesta para tí -Christian me esta observando fijamente logrando con esto que me colocará totalmente nerviosa. —Pense que es mejor entregarte mi pastelito después de que estemos casados Christian.... Sí, me quiero casar contigo.
Él sonrió y tras hacerlo volvió a besar mis labios, esta vez con un prologando beso. El cuál disfrute bastante.
—¿Entregarme tu pastelito? Eso sí que me gusta.
—Deja de ser pervertido chico ejecutivo. -golpee su brazo
—Y eso que no te he mostrado mi...
Entrecerré mis ojos.
Qué ni se le ocurra mencionar su miembro.
—¿Tú que?
—Mi perro... -él soltó una explosiva carcajada. Y yo me llene de vergüenza al saber que estaba pensado en su miembro.
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Editado: 26.01.2024