Adazla.
—Tengo un excelente regalo para tí. -Vera emitió estás palabras y posteriormente me extendió una bolsa de regalo. —Corrección.. Tengo un excelente regalo para los dos, porque Christian deleitará su vista.
—Vera que no sea lo que estoy pensando, porque... -Mara dijo estás palabras mientras observaba a su hermana.
—Es lo que estás pensando y algo más. -acepte la bolsa de regalo que ella me extendió. —Espero que les guste. Lo escogí con mucho cariño para ustedes.
Mire a Christian a sus iris y él se encogió de hombros.
Entre una de mis manos en la bolsa, y al buscar dentro de esta sentí una textura suave en la palma de mis manos.
Me atreví a sacar de la bolsa el regalo que Vera me dió. Y al ver el dichoso regalo mis ojos se abrieron como platos.
Vera está más loca que una cabra. Como se le ocurre regalarme un diminuto traje de lencería.
Me sonroje explosivamente y sin perder tiempo guarde el regalo en la bolsa.
—¿Te gusto mi regalo Adazla? -inquirió ella con una sonrisa en sus labios y yo negué. —Te apuesto a que a Christian le encantó. ¿Verdad cuñado?
—He... Bueno...
—Lo dejaste tartamudeando con solo verlo, imaginate cuando lo lleves puesto Adazla. ¡Lo vas a matar!
Vera, Verita. ¿Qué haré contigo?
—Pero Verita... Tú si no eres nada fácil -Adán emitió estás palabras y se ganó una mala mirada de parte de su hermano. —Quien te viera pequeña. De seguro has de tener un ejército de hombres a tu diestra.
—¿Te gustaría ser uno de los hombres que está a mi diestra? Por tí puedo hacer una excepción y convertirte en el primer al mando en darme placer..
Abri mi boca y giré mi cabeza hacia Alán.
Quién miró mal a Vera. Y tras hacerlo se levantó de la silla.
Pienso que alguien está más que celoso.
—Me gustaría ser tu primer al mandó pero... -Adán miró a Mara. —No quiero que nada me una a cierta persona.
Mara enarcó una ceja.
—Ni que yo quiera tenerte de cuñado, idiota. Prefiero mil veces a tu hermano antes que a tí, porque él si se ve que es un hombre que no pierde el tiempo. No como tú -Adán se llevó la mano al pecho claramente indignado por las palabras que había dicho Mara.
—¿Pueden estar un momento sin pelear?
—¡No! -respondió Mara.
—¡No!
Christian apretó mi mano y yo giré mi cabeza hacia él.
—Hay mucho fuego en ellos, querida. Debemos hacer algo para que se calmen. ¿Esta en pie lo del beso? Porque yo me muero por ver cómo hacen combustión.
El beso.... Madre mía se me estaba por olvidar por completo esa partecita.
—Vera, Alán, Mara y Adán... ¡Me deben algo! -los antes mencionados negaron con la cabeza. —Claro que me deben algo.... Y es el beso, su beso.
Los cuatro se tensaron.
—No lo haré. -verbalizo Alán sin despegar su mirada de Vera.
—Bueno no hay problema alguno -Vera se encogió de hombros. —Estoy dispuesta a besar a tu hermano.
Mara al escuchar estas palabras entrecerró los ojos y se acercó hasta donde ese encuentra Adán.
—Pues tendrás que hacerlo después de mi. -estas palabras fueron suficientes para que Vera abriera la boca.
Sin perder tiempo Mara agarró a Adán por el cuello de su camisa, tiro de él hacía delante y sus labios chocaron.
¿Dónde había quedado la chica tímida, que no mata ni una mosca?
Adán la atrajo hacia su cuerpo, abrazandola con fuerza, mientras el beso seguía su curso.
—Puro fuego. Son puro fuego. -escuche decir a Christian.
—Son tal para cual.
Vera entrecerró los ojos mirando el espectáculo que su hermana y Adán estaban dando.
—Si no me quieres besar, pues entonces tendré que recurrir a medidas más drásticas -tras estás palabras Vera camino peligrosamente hacia Alán, quien retrocedió hasta estar contra una pared. —Si no me quieres dar un beso seré yo quién te lo arrebate.
Dijo cuando está a unos pasos de él.
Alán la miró con intensidad, sus ojos recorrieron el cuerpo de Vera deleitando sus ojos como ella.
Se que le gusta. Se que le encanta esa mujer.
Vera apresó a Alán contra su cuerpo y no dudo ni un segundo en reclamar los labios de él. Alán por su parte coloco la mano en la nuca de ella para profundizar el beso y Vera levantó uno de sus pies.
Esos dos son más que un espectáculo para mis ojos.
Desde lejos puedo ver la incesable pasión que ambas parejas desbordan.
Ellos son el fuego y ellas la gasolina. Y estando juntos pueden quemar todo a su paso sin dejar nada.
—En una horas ellos se marchan Adazla. -ante está confesión hice una mueca.
—Lo sé, este es el curso que deben tomar las cosas, pero estoy segura de que ellos se volverán a encontrar. Y de que manera...
—¿Qué me quieres decir con eso?
—Lo sabrás en su momento Christian. Ahora vamos a separarlos para partir la tarta. Porque me urge...
Él me miró con intensidad.
—¿Qué te urge, esposa?
—¿Te digo la verdad o lo que tú quieres escuchar?
—Prefiero lo que yo estoy deseoso de escuchar.
—Me urge tener mi noche de bodas... ¿Eso es lo que quieres escuchar? -ante está pregunta Christian negó con la cabeza.
—Lo que yo quiero escuchar es: Me urgen modelarte la lencería cariño.
¡Ja! Pervertido me salió el marido. Pero quizás lo complazca.
—Puede ser que te cumpla esa urgencia esposo....
Los ojos de Christian brillaron con intensidad al escuchar esas palabras. Y de un salto se levantó del sofá donde nos encontramos.
—¡Hey, ya! Dejen de compartir saliva, vamos a partir la tarta.
Las parejas ante estas palabras se separon.
Vera dejo un último beso en los labios de Alán, y este la miró embobado.
Mara le dio un mordisco al labio inferior de Adán y él no le quedó de más colocar su boca el cuello de ella.
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Editado: 26.01.2024