Os pido posada

Capítulo 20: Hasta encontrarte.

Adazla

Mientras recogía mi ropa, lloré hasta más no poder, mientras recojo lo poco que me llevaré del que fue por tantos años mi hogar.

¿Por qué todo tiene que ser así?

Todo sería diferente al estar mi madre aquí, en casa. Donde nunca debió de salir.

Guarde mis pertenencias en la maleta que me llevaría, y tras hacerlo me acerqué a mi mesa de noche. De allí tomé lápiz y papel para redactarle a mi madre una carta.

Con lagrimas en los ojos empecé a escribir las palabras...

Papá perdoname.

Se que te dolerá volver y no encontrarme, pero así tienen que ser las cosas. Hoy me marcho de esta casa, pero se que volveré algún día.

Se que ella te llenará la cabeza de disparates pero, yo a través de esta carta te confesaré la verdad y nada más que la verdad.

Y mi gran verdad es que me enamoré. Lo hice con el corazón. Pero al parecer fui la única que se enamoró.

Bien sabes que cuando se ama verdaderamente entregas todo sin pensar. Se que me comprenderás porque todavía más a mi madre como el primer día. Puede ser que te hallas casados con Débora pero bien sabe saque tu corazón pertenece a mi madre, Adalet. A mi madre. No te escribo esto para expirar la culpa por lo que hice, no es con esa razón. Lo hago para que entiendas el porqué de las cosas, para que no creas en las palabras de esa víbora. Porque ella es capaz de inventar que las peores barbaridades de mi.

Te amo papá, lo hago con todo el corazón. En cuanto pueda vendré a visitarte.

Se despide de tí, tú hija tu nieto..

Una vez terminada la carta la guarde en el lugar donde se que solo mi padre buscaría. En el cofre que él me había comprado para mi cumpleaños dieciséis.

Antes de guardarla le di un beso.

—Espero que puedas perdonarme papá. -inquirí mientras guarde la carta en el cofre. —Lamento ser una desepcion para tí.

Cerré el cofre y con gran dolor en mi interior empecé a caminar hacia la salida de la que fue mi habitación.

Tengo tanto momento hermosos en esta habitación, que me duele irme. Me duele, quema, arde...

Antes de salir de la estancia limpie mis lagrimas.

—Espero algún día volver. -tras acotar estás palabras tomé el pomo de la puerta y con gran dolor abrí la puerta.

Puse un pie fuera de la habitación, y en instante en que lo hice un recuerdo de mi madre llegó a mi mente.

Tienes que cuidar mucho este lugar, pequeña Adazla. Este es nuestro hogar, donde seremos la familia más feliz del mundo. Cuidalo, cuidado como yo lo hago. Atesoraló y amalo con todo tu corazón. Porque este techo lo construyó tu padre con mucho esfuerzo para nosotras.

—Lo cumplí mamá. Lo cuide, lo atesore y lo ame con todo mi corazón. Hasta hoy... Lo cumplí mamá. Espero que estes orgullosa de mi.

Tras estás palabras cerré la puerta y con lagrimas en los ojos tomé entre mis manos la maleta.

Camine por el pasillo y mientras lo hacía observé las fotos que están colgadas en la pared.

Todas las fotografías que están colgadas en la pared son mías y cada una de ellas cuenta una historia. Una historia que me llena de alegría.

Me detuve ante una de las fotografías más significativas que están colgadas en la pared.

Se trata de una donde mis padres y yo nos dábamos un beso de tres. Hermosa. Simplemente hermosa.

La tomé entre mis manos y con una gran sonrisa en los labios acaricié la fotografía.

Me llevaré está fotografía para recordar a mis padres.

—Pense que ya te habías ido.

—Me voy cuando me de la gana. -dije de mala gana y tras hacerlo retome el camino hacia las escaleras.

Pero al parecer la bruja tiene deseo de pelear.

—Eres igual de arrastrada que tu madre. -enarque una ceja y solté una carcajada.

—Por lo menos ella si pudo quedar embarazada. Y tener una hija tal cual a ella. No como otras..

Me giré para verle la cara. Y la bruja formó su mano en puños.

Se que le duele, pero de alguna forma tengo que defenderme.

—Termina de irte.

—Me voy pero ten en cuenta algo Débora, voy a volver y tú tendrás que salir desahuciada de mi casa. Porque esta casa es más mía que tuya, la construyeron mis padres para formar una familia. Una familia que tú quiste destruir para formar la tuya. Pero no te valió, nada salió como tú quiste. Esta sola Débora porque mi padre no te quiere, él sigue amando con todo el corazón a Adalet, a mi madre. No tienes a nadie que te quiera. No tienes nada.

La vi derramar un par de lagrimas. Y en ese instante me sentí mal por decirle su triste y dolorosa verdad pero, ella se merece que la lastime con mis palabras. Lo merece por ser una auténtica víbora venenosa de dos cabezas.

—¡Vete! ¡Vete....! -empece a bajar las escaleras —¡Vete! ¡Vete....!

—Disfruta mientras puedas Débora. Porque muy pronto tu merecido pago obtendrás..

—Espero que te mueras maldita mal nacida.

—¡Por lo menos nací...!

Tras estás palabras escuché como Débora rompía algo en la planta de arriba.

—Cuanto te pase el ataque de ira. Recoge todo Débora, y más te vale que lo hagas porque a mi padre no le gusta el desorden. Y hay de tí que hayas roto uno de sus cuadros preciados.




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