Os pido posada

Capítulo 22: Ella no es así

Christian

Apreté la mano de mi abuela entre la mía. Con esto trate de darle toda mi fuerza para que ella luche.

Me duele verla en este estado.

—Tienes que ponerte bien abuela. Tienes que recuperar tu fuerza, lucha abuela. Lucha, hazlo por mí. -susurre sin dejar de apretar su mano con fuerza.

Deje un beso en el dorso de sus manos y posteriormente me levanté de la silla.

—Ire a ver si mi esposa está instalada en mi hogar, vuelvo en un rato abuela. -luego de estas palabras camine hacia la salida.

Tomé el pomo y abrí la puerta.

—Christian... -enfoque mis ojos en Gonzalo, quien había enviado a buscar a mi esposa.

—¿Ella ya está en la casa? -lo vi tragar saliva y temí lo peor. —¿Qué sucedió?

—Ella se fue Christian. Su madrastra me dijo que se marchó con otro hombre, un día después de que te fuiste..

Ella no es así. Me niego a creer que Adazla hubiera hecho algo como eso.

—Ire personalmente para que esa mujer me lo diga en la cara porque me niego que ella hiciera algo como eso.... -dije con determinación, y Gonzalo asintió.

—Yo te acompaño... -él coloco una de sus manos en mi hombro.

—¿Donde crees que vas Christian? -gire sobre mis pies tras escuchar estás palabras.

Apreté mis puños al ver a mi madre, porque la mujer a la que llamó madre pondría miles de obstáculos para que no me marchara.

—Voy a buscar a la mujer que quiero. Regresaré pronto... -mi madre se llevó la mano a la frente.

—¿Te has vuelto loco o que? ¡Tú no vas a ningún lado! ¿Me escuchaste?

—Mamá estoy enamorado de ella. ¡La quiero! -exclame y mi madre negó en repetidas ocasiones.

—¿De una pueblerina?

—De una pueblerina.. como lo eres tú, como lo fue mi padre y como lo soy yo, mamá. Porque por más dinero que tengamos no podemos olvidar que tanto mi padre como tú eran más pobres que la mujer que amó. Así que córtalo hay...

—Ah, no. Momentito... Porque yo soy de pueblo pero de muy buena clase, de las primeras familias..

Solté una carcajada. Esta mujer si que no tiene remedio.

—Mamá por Dios, estás hablando conmigo. Con tu hijo. Yo sé de dónde vinieron mi padre y tú, así que no quieras tapar el sol con un dedo.

—Ahh, sabes que.. estás cometiendo un grandísimo error.  ¿Como puedes decir que la quieres si solo estuviste algunos días con ella? Eso fue un viaje absurdo, un encuentro absurdo y este amor es absurdo. ¿Qué te pasa Christian por Dios? Parece que esa muchachita te embrujó... ¿Dime te dio algo a tomar? Porque ahora mismo vamos a revertir ese hechizo absurdo. Porque esto no te va a llevar a nada bueno.

—Me va a llevar a ser feliz mamá. -la escuché murmurar varias palabras, pero no le di la suficiente atención. —La quiero mamá.. quiero a Adazla. Y lo mejor que he hecho es hacerla mi esposa.

Mi madre abrió los ojos como platos y se levi una mano a la boca.

—¿Qué? Yo no pienso aceptarla en mi casa. No lo creas, Christian.

—Pues entonces me voy a vivir con ella a otro lado. -luego de estas palabras empecé a caminar.

—Oye, Christian. ¡Ven aquí....! ¡Vuelve...!

Hice caso omiso a las palabras de mi madre.

Nada de lo que ella diga cambiará mi parecer sobre Adazla. Nada.

—Tú madre pondrá el grito en el cielo. Pero no importa porque el amor debe ir primero que el dinero. Vamos por ella Christian, traigamos a tu esposa aquí. Porque a tú lado ella debe de estar.

Le di una sonrisa.

—Tienes razón Gonzalo. Adazla debe de estar a mi lado. Y yo al lado de ella. Vamos por la mujer que quiero... -tras estás palabras seguí caminando hacia la salida en compañía de mi fiel amigo.

Justo cuando iba a entrar en el auto escuché la voz de mis amigos.

—¡Hey Christian!

—¡Chris...!

Ambos hermanos se apresuraron a llegar hasta mi.

—¿Como está la abuela?

—Delicada. Pero espero que ella mejore.

—¿A donde vas? -pregunto Adán.

—Voy a buscar a mi mujer.

Los dos hermanos se miraron a los ojos y sonrieron.

—Al parecer no puedes estar lejos de tu esposa. Dime Christian, ¿extrañas excavar la cueva de tu esposa?

Adán no tiene remedio alguno. Y no se puede hacer nada para cambiarlo.

—Si Adán, extraño excavar la cueva de mi mujer. ¿Contento?

—Yo también extraño excavar la cueva de ella.... Y mi hermano por más que lo niegue también.

De que cueva está hablando este hombre.

—¿De que hablas?

—De las chicas enmascaradas. Dos noches no son suficientes. -Alán golpeo a su hermano. —¿Qué? ¡Es la verdad!

—Olvida lo que esté idiota dijo Christian. Sabes que le falta varios tornillos... -Adán fulmino a  su hermano. —Te voy a  acompañar a buscar a Adazla..

Asentí.

—Tú lo que quieres es enterrarte en la cueva de ella. De la mujer enmascarada.

—¡Qué te calles te digo....! -replico Alán. —No colmes mi paciencia, porque no te irá bien Adán...

—Vete al infierno. -bramo Adán. —Voy contigo a buscar a la princesa.

Enarque una ceja. Y él se encogió de hombros.

—No tengo que discutir contigo Christian. Ella es tuya pero para mí será mi princesa, Adazla es la hermana que nunca tuve. Pero que desee tener.

—Pueden acompañarme pero, nada de peleas absurdas. -ambos hermanos se miraron mal.

—No prometemos nada.

Rode los ojos. Con ninguno de los dos se puede tratar.

Le di paso para que subieran al auto y así ambos lo hicieron.

—Voy por tu, cariño. Voy por ti

Luego de tener un trayecto totalmente tormentoso por la culpa de los dos idiotas que llamo amigos por fin Gonzalo aparcó justo al frente de la casa de Adazla.

Por fin la vería.

Adán colocó sus ojos en mi. Y no se apartaron hasta que yo desvíe la mirada.

—No me digas que tienes nervios. ¡No puedo creerlo!




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