Os pido posada

Capítulo 24: En su búsqueda.

Christian

Dos días, siete horas y veinticinco minutos. Este ha sido el tiempo que ha transcurrido desde que me enteré que Adazla se marchó con otro.

En estos días no he hecho mucho, como tendría cabeza para pensar en algo más que no sea en ella.

—Christian.. -gire mi cabeza hacia la abuela. Y trate de sonreírle, pero en vez de una sonrisa me salió una mueca. —¿Qué sucede?

—Abuela yo... -ella me apretó la mano claramente para alentarme a continuar. —Me voy a casar.

—Eso es excelente Christian. Pero no me has presentado a tu amor. ¿Donde está ella?

Apreté el puño de mi mano sin que la abuela se diera cuenta.

—Me casaré con Vanessa Rivas Santander, abuela. No hay media naranja para mí.

—Imposible...

—Ya lo decidí.

—¿O Georgina fue la que dicidio?

Abrí mi boca para responder, pero me vi interrumpido por una voz que conocía a la perfección.

—Christian, poco hombre. Da la maldita cara de una vez por todas. ¡Christian....!

¿Qué hacía Vera aquí, y porque me llamaba poco hombre?

—Christian ven aquí.... -volvi a escuchar estás palabras procedentes de Vera y fruncí mi seño.

—Señorita, cálmese de una vez por todas. O tendremos que llamar a la seguridad para que la saquen...

—Vallase a la mierda, vieja estirada... De aquí no me voy sin ver a ese mequetrefe. Christian, no me hagas buscarte en toda las salas, porque te va a salir muy caro...

—¡Seguridad! ¡Seguridad! ¡Seguridad...!

Mi abuela soltó una gran carcajada.

—Te reclaman Christian. Y más te vale salir de un avez por todas porque esa fiera es capaz de arrastrarte por todo el hospital cuando te encuentre. Te recomiendo que des la cara. Antes de que ella te encuentre. -suspire.

—No es gracioso, abuela.

—¡Christian.....! Vena aquí.

—Señorita deje de gritar como si estuviera desquiciada.

—Y ustedes deje de meterse en mi camino. -me levanté de la silla totalmente resignado.

¿Ahora que se traen entre manos esas dos?

—Espero que puedas regresar en una pieza porque esa chica te quiere descuartizar.

—Ni que fuera para tanto.

—¡Christian........! Ven aquí. -por un momento no se escucho palabras. —Suéltame trogloditas de las cavernas, suéltame antes de que descargue mi ira contigo..

—Suelta a mi hermana... Te voy a cortar en cuadritos si no me haces caso. -esa es la voz de Mara.

Qué Dios se apiade de mi.

Antes de abrir la puerta recite una plegaría por mi alma. Porque esas dos gemelas pueden llegar a ser el mismo demonio.

—Christian....

Abrí la puerta y tras hacerlo pude ver el caos.

Las hermanas se encontraban batallando con varios hombres de seguridad para liberarse y a esto se le sumaba que mis dos amigos se encontraban en una esquina riéndose de la situación.

Enfermeras iban y venían.
Todos expectantes de lo que está aconteciendo.

Y ni hablar del desorden de papeles que había en el piso.

—Esas potras salvajes encontraron su talón de Aquiles. Jodan hay, locas... -la voz de Adán inundó el pasillo y logró que las hermanas lo fulminaran.

—Vete al mismísimo infierno, maldito perro pulgoso.

—Alguien que le lave al boca a esta chica. -escuche a una enfermera decir. Y esto provocó que soltará una pequeña carcajada.

—Ya apareció el hombre al que quiero matar, trogloditas. Así que pueden soltarme para que haga  lo que me he propuesto hacerle a este poco hombre.

Enarque una ceja.

—¿Con que argumento dices que soy un poco hombre, Verita?

Ella le di un puntapié a uno de los hombres que la sujetaban, y esto basto para que la dejarán libre.

Vera camino hacia mi con determinación, pero yo no le di el gusto de mostrarme débil ante ella.

—La dejaste. ¿Eso te parece poco Christian Moussier?

—No te estoy entendiendo Verita, explicate mejor.

Ella entrecerró los ojos.

—Primero, no me digas Verita. Y segundo... ¡¡Te parece poco burlarte de mi amiga y desaparecer por arte de magia!! La dejaste sola, maldición. Confíe en que tú la protegerias pero no...  A la primera oportunidad saliste corriendo. Te creí un hombre de palabra Christian. No un cobarde.... -cada palabras que salía de la boca de Vera lograron lastimarme.

—Yo no la deje. Fue ella la que se marchó con otro hombre. -dije mirando fijamente a Vera. Y ella suspiro, se llevó una de sus manos a la sien y se la masajeo.

Mientras tanto Mara se acercó a nosotros.

—¡Como te atreves a decir eso, maldito idiota...! Vuelve a repetir eso y te saco los dientes.

—Es la verdad. Adazla se fue con otro hombre.

Estas palabras fueron mi sentencia de muerte porque nada más fue decirlas para que amaba hermanas se lanzaran sobre mi.

Vera me dió un puño en la mandíbula, mientras que Mara me dió una tremenda cachetada.

—Auch.... -escuche estás palabras de parte de los presentes.

—Antes de decir algo como eso de ella lávate la boca.

—Ella en dejo. ¡Se fue con otro...! -grite y las dos hermanas se acercaron a mi para golpear. —Es la verdad. Le dejé una nota explicando el porque me marché de su lado pero, la parecer no le importó que estuviera pasando por un momento delicado. ¡Adazla se fue, se fue maldición...!

—Ella no es así. Mientes Moussier. Mientes..

Vera alzó su mano para golpearme pero antes de tocarme la mano de ella fue tomada por la de mi amigo Alán.

—Sueltame idiota. -susurro la pequeña pero poderosa chica. —Te digo que me sueltes...

—No lo haré.

Se hizo silencio por un momento pero, una voz conocida se encargó de romperlo.

—Si ella te dice que la sueltes. La sueltas...

Abrí mis ojos como platos al ver a nada más y nada menos que a Nicole Kidman.

¿Qué hacía ella aquí?

—No se meta donde no la llaman señora. -dijo Alán sin despegar sus ojos de Vera.




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