Os pido posada

Capítulo 25: Deben pagar.

Christian

—¿Por qué no me dijiste que esa chica es hija de Adalet, Christian? -coloque mis ojos en mi madre.

—No sabía que ella es la hija perdida de la señora Adalet mamá.

La vi caminar de un lado hacia el otro.

—Por Dios hijo, qué haré ahora con Vanessa. Le dije que juntas empezaríamos a planear vuestra boda.

—Se que te dije que me casaría con Vanessa pero, ahora todo ha  cambiado mamá. -ella cerró los ojos y se llevó una mano a la cabeza —Con la única mujer con la que volvería a casarme seré con ella, con Adazla.

—¿Volver a casarte? ¿De que estás hablando Christian?

Me levanté del sillón donde estaba sentado, camine hacia donde se encontraba mi madre y tomé su rostro entre mis manos.

—Madre... Me casé con Adazla. -mi hermosa  madre abrió sus ojos como platos —Delante de Dios ella es mi esposa.

—¡Qué.....! Y hasta hora me lo dices.

—Pense que ya lo sabías.

—Claro que no lo sabía, pensé que le propondrías matrimonio una vez instalados en casa. No que te habías casado con ella, ¡Por Dios hijo!

Mi madre se alejó de mi, dando varias zancadas, pero antes de salir de la estancia se detuvo.

Giro sobre sus pies.

—Christian, hace dos días una chica que se hacía llamar tu esposa fue a la empresa.

—Adazla.

Acorté la distancia.

—¿La viste madre? ¿Por que no me lo dijiste antes?

—Bueno.. No la vi exactamente, solo me informaron que habia una chica esperándote en la recepción, pero cuando la iba a pasar a la oficina me dijeron que ella se marchó sin más. No se que pasó hijo.

Algo tenía que haber pasado.

—Ire a la oficina madre.

—Ve hijo. Busca a esa chica.

Enarque una ceja.

¿Qué le está pasando a mi madre? Porque ese gran cambio.

—¿Por que me miras así hijo? ¿Es que no tengo derecho a cambiar?

—Tienes derecho a cambiar madre pero, viniendo de tí es bastante raro.

Georgina Moussier abrió la boca para hablar pero fue interrumpida por una voz que conozco muy bien. A mi pesar pero, que se le puede hacer.

—Christian, ven aquí cabezotas.

—Deja de gritar Vera.

—Que se joda ese idiota.

Mi madre sonrió levemente y yo rodé los ojos.

—Esas dos son un verdadero grano en el trasero.

—Mereces lidiar con esos granos en el trasero.

Entrecerré los ojos.

—¡Christian....! No me hagas buscarte, porque te arrastraré por todo el lugar.

—Vera, tú ni embarazada te estás tranquila.

Por lo menos una de las hermanas es cuerda.

Porque la otra está más  desquiciada.

Pobre de mi querido amigo Alán.

—Vete antes de que tú sangre corra por el piso hijo. -rode los ojos ante estas palabras, y mi madre soltó una gran carcajada. —Mereces más de que esas dos chicas te busquen para matarte. Por mentirme...

—Gracias por tus deseos madre. Te agradezco mucho.

Tras estas palabras me encaminé hacia la puerta de la habitación. Y luego de suspirar salí al corredor. Donde me encontré a mi amigo Adán.

—¿Hey que haces aquí? -Adán al escucharme coloco sus ojos en mi.

—Esta embarazada, Christian. Esa loca está embarazada.

Ya se por donde va.

—¿Te molesta que ella esté embarazada Adán? -él se quedó en silencio por un minuto.

Y yo me acerqué a él, le dí varios golpes en el hombro y Adán suspiro.

—Te gusta esa mujer Adán. No lo niegues. Se que saber que ella lleva dentro de ella a el hijo de otro te enciende la sangre. Se que te hubiera encantado que ella estuviera embarazada de tí.

—Christin, yo…

—No tienes que decir nada más Adán. Porque yo en tu posición estaría mucho peor que tú. Te juro que ya le habría arrancado la vida al desgraciado que se atrevió a tocarla.

Adán apretó los puños.

—Eso haré Christian, gracias por el consejo.

Luego de verbalizar estás palabras Adán se alejó de mi dando grande zancadas.

—¿Espera que..? Adán, no te atrevas a cometer una locura. ¿Me oíste?

Adán hizo caso omiso a mis palabras.

Lo vi caminar de manera rápida hacia alas escaleras y no dude ni por un minuto en seguirlo.

—Adán detente.

Él hizo caso omiso a mis palabras.

Es que joder, porque tuve que soltar la lengua.

Al llegar a las escaleras las baje de dos en dos y cuándo estuve en el primer piso presencié una tierna escena.

Adán estaba arrodillado al frente de Vera. Hablándole a su estómago.

—De seguro este bebé sera una preciosidad. Si es niño lo llevaré conmigo de pesca y juntos seduciremos a muchas mujeres. Y si es niña le comprare el pony más grande que encuentre, y le ahuyentaré a todos los pretendientes y futuros candidatos a novios.

—Estas loco Adán. No dejaré que estés cerca de mi hijo por nada del mundo. Búscate a otra embarazada y a otro bebé a quién consentir.

Vera trato de salirse del abrazo de Adán pero no pudo.

—Sueltame mequetrefe.

—No lo haré. Llevas a mi futuro sobrino dentro así que eso me da el poder de abrazar y besar cada vez que se me antoje tu vientre.

Vera se colocó más blanca que la leche al escuchar estas palabras.

—¿D-de que estás hablando?

—Este niño sera mi sobrino Vera. Así sera aunque no sea nada mío de sangre.

—¿Por que lo dices?

—Deseo tener un sobrino. Y tú vas a darmelo.

Adán le dio un último beso al vientre de Vera y se colocó sobre sus pies.

—Si tienes deseos de consentir a un bebé. Hazlo con el tuyo.

Vi a Mara tensarse ante estas palabras inquiridas por su hermana.

Algo ocultan estás dos mujeres y yo me encargaré de averiguarlo.

—Yo no tengo hijos y nunca los tendré. Me quedaré soltero para toda la vida.

—Nunca digas nunca querido Adán. Porque la vida te puede dar una agradable sorpresa.




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