Os pido posada

Capítulo 26: Protegerte.

Adazla

Cuando la señora me hizo entrar al lugar donde pasaría la noche sentí una especie de escalos frío recorrer todo mi cuerpo.

No se que estaba pasando pero algo o más bien alguien me gritaba que me alejara lo más rápido posible de ese lugar.

Pero aún así no lo hice.

Entre al lugar en compañía de la señora y tras entrar vi a muchas chicas vestidas provocativamente.

Las mujeres me escanearon con la mirada y más de la mitad de ellas hicieron una mueca.

—Estrella. Acompaña a mi amiga a la habitación del segundo piso.

La chica se acercó a mi y asintiendo empezó a caminar a la par de mi.

Al pasar junto a las demás chicas escuché claramente la conversación que dos de ellas estaban sosteniendo.

—Pobre de ella. No sabe lo que le espera.

Fruncí mi seño y seguí mi camino.

No se que está pasando pero algo me gritaba que me alejara de este lugar.

Pero lo malo es que no tenía a donde ir.

Seguí a la chica en silencio y justo cuándo nos alejamos de las demás ella hablo.

—Nunca debiste confiar en ella.

—¿Por qué? Ella es una buena persona, me lo ha demostrado al traerme aquí. Se que ella es una buena persona.

La chica rodó los ojos y siguió subiendo las escaleras.

—¿Cuál es tu historia? -suspire antes de hablar.

—Me enamore de un nombre que solo quiso jugar conmigo. Ahora estoy embarazada y sin poder regresar a mi casa. Con mi padre.

La chica llamada estrella se detuvo abrutamente. Y abrió sus ojos como platos.

—Esa es la razón -murmuro mientras miraba mi vientre fijamente —El bebé.

—¿Qué pasa con mi bebé?

Estrella me tomó por el brazo y se apresuró a subir las escaleras faltantes.

—No confíes en ella. Porque te va a lastimar. Te arrebatará lo que más quieres. -dijo mientras terminábamos de subir las escaleras.

Cuándo nos encontramos en el corredor ella camino apresuradamente hasta detenerse al frente de una gran  puerta de roble.

Estrella abrió la puerta y sin esperar ambas entramos a la estancia.

—En cuanto pueda te ayudaré a escapar de aquí. Juntas escaparemos de este lugar.

—¿Por que quieres escapar? ¿Y porque yo tendría que escapar?

La chica me guío hacia la cama y juntas nos sentamos en la pequeña cama de dorcel.

—Ella quiere a tu hijo. Te mantendrá aquí encerrada hasta que alumbres a ese bebé, y después lo va a vender en el mercado negro. -abrí mis ojos como platos.

Abracé mi vientre con fuerza y las lagrimas no dudaron en salir de mis ojos.

Por recibir ayuda me vine a meter a la boca del lobo.

Esa mujer es la loba vestida de cordero que vi en mi sueño.

—Yo... Mi bebé.

—Tranquila... Yo te ayudaré a salir de aquí. Juntas lo lograremos.

Mis ojos se clavaron en los de ella. Y asentí.

—¡Estrella, ven aquí!

Escuché la voz de esa mujer y mi sangre se helo.

No la quiero cerca de mi. No quiero que esa mujer le ponga sus sucias manos en mi hijo.

—¿Cuál es tú historia Estrella?

La vi agachar la cabeza.

—Mi padre me vendió. -sus ojos se aguaron al decir estás palabras. —Hace dos años de que estoy aquí en este maldito lugar. Dos años en el infierno.

Hice una mueca. Como un padre puede hacerle algo así a su propia hija. En qué cabeza cabe.

—Lo único bueno que he sacado de esto es haberlo conocido. Y que él fuera mi primer y único hombre.

¿Qué? ¿De que ella habla?

—¿A que te refieres?

—Esto es un burdel, chiquita. Esa mujer nos hace acostarnos con hombres a cambio de dinero. Todas las mujeres de este lugar son prostitutas.

Dios mío. Donde me vine a meter.

—Pero yo he sido la única que se acuesta con un solo hombre. Soy simplemente de él. Nadie más me ha tocado. Apolo ha sido el único hombre en mi vida, y no sabes lo que me alegra.

Bueno, por lo menos tiene algo bueno de esto.

—¡Estrella, ven aquí!

La mencionada rodó los ojos.

—Te pido por favor que no comentes nada de lo que te he dicho conmigo, porque si está conversación llega a oídos de la loba estaremos muy feas.

—De mis labios no va a salir nada Estrella. -ella se levantó de la cama e hizo una mueca —Por cierto soy Adazla.

—Espero que pronto podamos escapar de este maldito lugar. -verbalizo Estrella antes de caminar hacia la puerta.

Vi como ella tomó el picaporte de la puerta, la abrió y salió sin más del lugar.

Acaricié mi vientre por encima de la tela de mi vestido y una lágrima salió de mis ojos.

—Te protegeré mi amor. Si es necesario daré mi vida por tí. Mamá te cuidará hijo mío, mamá te cuidará.

Mientras acariciaba mi vientre pensé en Christian. Todo hubiera sido diferente si él no se hubiera marchado ese día. Si no me hubiera dejado totalmente sola.

—¿Por qué me dejaste Christian? ¿Por qué tuviste que irte y dejarme sola? Me dejaste con tantos por que sin respuesta.

Me recosté en al cama en posición fetal, mientras las lagrimas salían sin control alguno de mis ojos.

Cerré los ojos y tras hacerlo una nueva visión llego a mi.

Era una especie de jardín, habían flores de todos los colores y la brisa se encargaba de hacer que las flores se movieran de un lado hacia otro.

A lo lejos vi a dos niños corriendo por el lugar con una gran sonrisa en sus labios. Eran dos hermosos niños, increíblemente parecidos a Christian.

Visualice a Christian mirando a los niños con una gran sonrisa en sus labios. Esta visión se me hacía tan hermosa que sonreí.

—¡Papá!

—¡Papi...!

Los niños al ver a Christian corrieron hacia él. Y él se agachó para que ambos niños lo abrazaran.

—Los amos niños. -escuche la voz de Christian decirle a los niños. —Le doy gracias a su madre por hacerme el hombre más feliz de la tierra. Ustedes dos son lo mejor que me pudo pasar en esta vida.




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