Adazla
Siete meses después.
Las lagrimas empezaron a salir de mi ojos sin control alguno.
Como podría controlarlas si me siento la mujer más desafortunada de este mundo.
Siete meses han pasado y yo no he podido escapar de las garras de la loba.
Siete meses que vivo con una gran angustia dentro de mi, por no saber el futuro de mis hijos.
—Adazla...
Levanté mis iris hacia Estrella, y ella hizo una mueca.
—Yo no dejaré que esa mujer se salga con la suya... Si tengo que convertirme en una criminal para salvarte de las garras de esa loba lo haré sin dudarlo, pero te sacaré de aquí a como de lugar.
—¿Estrella, como lo harás? Porque bien sabes que no puedo moverme.
—No se como pero te sacaré de aquí Adazla, por nada del mundo tus hijos caerán en las garras de ella. Esos bebés son tuyos y nadie más que tú debe tenerlos.
Estrella se acercó a mí para adarme un fuerte abrazo.
—Esta noche le pediré a Apolo que me ayude a sacarte de aquí.
Hice el intento de sonreir pero no pude.
—Todo sería diferente si él no se hubiera marchado, Estrella. -solloce.
—Quizás esto tenía que pasar para que te conociera Adazla.... Para que amaba nos encontraramos.
Tras estás palabras senti un par de patadas en mi estómago y Estrella se apresuró a acariciar mi pronunciado estómago.
—No sean tan malos con su madre bebés. -Estrella inclino su cabeza hacia mi vientre para verbalizar estás palabras —Se que serán jugadores de fútbol pero, traten de controlarse un poco mientras estén dentro de su madre.
La observé hablándole a mis hijos y sin poder evitarlo volví a llorar.
Lo hice porque ella no pudo vivir este momento, no pudo sentirle dentro de ella. Porque esa mujer le arrebató la posibilidad quizás para siempre.
Esa maldita mujer, tiene que pagar el haberle arrancado su bebé a Estrella. Y yo la haré pagar.
—Adazla.. ¿que crees que son tus hijos?
Nuestras miradas conectaron. Y yo posteriormente hablé sin más.
—Niños.
Los ojos de Estrella se iluminaron luego de escucharme.
—Pues creo que he acertado.
—¿De que hablas?
—A pesar de tu negatividad de no querer nada, te he comparado dos mamelucos azules.
Estrella se colocó sobre sus pies, camino hacia el armario que habían dispuesto para mí y de allí saco una caja pequeña.
—No era necesario Estrella. -dije cuándo ella estuvo nuevamente a mi lado.
—Lo se pero, quiero que ellos tengan algo que ponerse cuando lleguen a este mundo.
Ella saco de la caja los dos conjuntos y en ese momento morí de ternura.
—Se que no es mucho.
—Es el mejor regalo que mis hijos pudieran tener Estrella. Muchísimas gracias...
Ella abrió la boca para contestar, pero fue interrumpida por la loba.
—¿Hijos...? ¿Es que a caso son dos?
Me tense tras escuchar estas palabras, y Estrella por igual.
—¿Son dos? ¡Contéstenme.....!
Tragué saliva antes de contestar.
¿Qué haría ahora?
—Es un solo bebé -hablo Estrella y la loba entrecerró los ojos.
—Eso me lo confirmara el doctor. -ella hizo una mueca. —Y hay de ustedes de que me estén hablando mentira...
La loba coloco sus ojos en Estrella.
—Hoy es tu presentación ante los demás señores. Se acabó el juego de reservarte solo para ese hombre. -coloque mis ojos en Estrella. E hice una mueca al verla negar en repetidas ocaciones.
—No.... Prometiste que sería exclusiva de él. Ahora no puedes salir con eso.
La loba enarco una ceja.
—Puedo hacrelo que quiera, Estrella -tras estas palabras le dió una media sonrisa. La cual se vio como una sonrisa totalmente maquiavélica.
Esta mujer es el mismo diablo. Ya lo habia confirmado.
La loba camino hacia la puerta con una gran sonrisa en sus labios.
Mis ojos se colocaron en Estrella y está tenia la intensión de golpearla.
—Estrella... -susurré su hombre y ella coloco sus ojos en mi. —Por favor, no.
Ella cerró los ojos con fuerza.
Y yo camine hacia ella.
—Saldremos de aquí antes de que esos asquerosos hombres coloquén sus manos sobre tí. Te lo prometo. -Estrella sollozó luego de escuchar mis palabras. —Te voy a proteger, Estrella. Te lo prometo.
—Y-yo.. - ese monosílabos salió de sus labios entrecortado porque su llanto se lo impedía.
—Tengo un plan para escaparnos de aquí, Estrella.
Ella coloco sus ojos en mi.
—Merodeando por este lugar encontré un frasco de pastillas para dormir. Podemos usarlas para dormir a todos y así escapar de este lugar. Así que necesito de tu ayuda para llevar a cabo este plan.
—Cocinare los mejores platos que puedan existir. Con tal de largarme de una vez por todas de este lugar hago todo, hasta lo imposible.
Estrella se secó las lagrimas. E incluso sonrió.
—¿Puedo darle una sobredosis?
Pensándolo bien no era una mala idea pero, tanto Estrella como yo no somos asesinas.
—Con dormirlos pasará.
—¿Enserio?
Asentí.
—Esta bien, haré lo que dices. -dijo ella resignada.
Y yo posteriormente busqué el frasco y tras entrecerrar los ojos miré a Estrella.
—Sin creatividad de tu parte, Estrella. Te lo pido de favor
—No te prometo nada, Adazla.
Hice una mueca.
—Si se te ocurre hacer una locura tendrás que vertelas conmigo.
—Ya, Adazla. Ni que fuera a verter todas las pastillas en la cena. Por favor... Ni que fuera una asesina. Pensé que me conocías... -Estrella se llevó la mano al corazón para simular estar ofendida.
—Contigo no se puede, Estrella.
—Velo sabiendo. -luego de ella verbalizar estás palabras sonrió.
Los cambios de esta mujer si que son drásticos.
—Estrella.
—Adazla. -dijo ella con una gran sonrisa en sus labios.
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Editado: 26.01.2024