Os pido posada

Capítulo 30: Verdad.

Adazla

Si a ella le sucede algo yo me muero, Alán. La quiero con todo el corazón, así que no podría soportar perderla. Pase meses buscándola, Alán. Me desvele pensando en todos los escenarios posibles, tengo tachados en el calendario los días que pase sin ella, ahora no puedo permitirme perderla. No puedo perderla.

Abrí mis ojos luego de escuchar estás palabras.

—¿Me buscaste? -Christian coloco sus ojos en mi. —¿De verdad?

Christian se acercó a mí.

—Claro que si mi amor, todos estos meses te busque. Las noches no eran lo mismo sin tí, Adazla. -Christian dejo un beso en mis labios. —Por culpa de esa despreciable mujer me perdí todos estos meses a tu lado Adazla. Pero ella pagará por lo que hizo, por las mentiras y por tratar de matar a tu madre.

—¿Qué? -inquirí sin poder creerlo.

—Debora planeó matar a tu madre para quedarse con tu padre. Contrato a un hombre para que impactará un auto contra el vehículo donde iba tu madre.

Débora, esa maldita mujer.

—¿Ya está pagando por lo que hizo?

Christian asintió.

—El hombre al que ella le pagó la delató, y gracias a esto ella tiene dos meses en prisión.

—Me alegra saber que ella está pagando por todo el daño que ha causado.

—Otra cosa Adazla... Tengo que contarte... -Christian no termino de hablar porque la puerta de la habitación fue abierta, dejándome ver a una enfermera cargando a mis bebés. —Aqui les traigo a sus hijos.

Le di una sonrisa a la enfermera.

La mujer me depósito uno de los bebés en mis brazos y el otro lo colocó en los brazos de su padre.

—Te amo Adazla. -murmuro Christian mientras observaba a nuestro hijo fijamente.

La mujer salió de la habitación dejándonos a solas. Lo cual agradecí porque quería guardar este momento en mi memoria para siempre, nosotros dos con los retoños del amor en nuestros brazos.

—Te amo Christian. -él dejo de mirar a nuestro hijo para colocar sus iris en mi. —A pesar de todo lo que tuve que pasar para estar nuevamente a tu lado, doy gracias por volver a encontrarte.

—No hubo día en que no pensara en tí, no hubo tarde en que deseará tenerte a mi lado, no hubo noche que no soñara contigo Adazla. Es por eso que te prometo nunca apartarme de tu lado, no te dejaré sola nunca. Te lo prometo.

—Se que cumplirás con esta promesa cariño, lo sé.

—Tenlo por seguro. Adazla Moussier.

Adazla Moussier, que bonito se escucha.

—¿Como llamaremos a nuestros hijos, cariño? ¿Tienes nombres escogidos? -ante está pregunta emitida por Christian sonreí.

—Tengo los nombres perfectos para ellos. -hice una pequeña pausa para mirar a mis retoños. —Ángel, como mi padre y Christopher, como su abuelo.

—Christopher.

—Si mi amor -Christian se colocó sobre sus pies —¿No te gusta?

—Me encanta. Gracias, gracias. -él dejo un beso en mi mejilla y yo sonreí.

—Ángel y Christopher Moussier Estrada. Nuestros hermosos retoños.

—Lo mejor que nos pudo pasar en la vida.

Unos toques en la puerta lograron que colocará mis ojos en la entrada de la habitación.

Visualice a mi madre, a papá y a la doble A, como empecé a llamarlos, Adán y Alán.

Los cuatro entraron a la habitación con una gran sonrisa en sus labios.

—Son hermosos, preciosa Adazla. Se ve que sacaron todo de tí, por suerte. -Adán emitió estás palabras para hacer cabrear a mi adorado Christian. —Por cierto casi me dejas viviendo en el vacío por el golpazo que me diste. Con eso me quedo claro que no debo meterme contigo, eres todo una caja de sorpresa pequeña.

—Tenia que darte más duro para ver si así se te quitaba lo idiota. -Alán me guiñó uno de sus ojos y yo sonreí.

—Chicos, compórtense. -mamá dijo estas palabras mientras miraba mal a la doble A. Poco después coloco sus ojos en mi. —Cariño, me haces la mujer más feliz de este mundo. Tenerte conmigo nuevamente me llena de satisfacción, te amo con todo el corazón hija mía.

Mi madre se acercó a mí, dejo un beso en mi mejilla y también beso la cabeza de mi hijo.

—Por fin podemos estar todos  reunidos. Por fin.

—¿Qué quieres decir madre?

—Adazla hija... -estas vez fue mi padre quién hablo. —Lo que tú madre quiere decir es que...

—¡Somo tus hermanos! -Adán interrumpió a mi padre, ganándose un golpe en la cabeza de parte de Alán. —¿Qué? ¡Es la verdad...!

—No eres tú quién debía decirlo, bruto.

—Qué más da.

Enarque una ceja mientras alternaba los ojos entre mis padres.

—¿Es eso cierto?

—Si hija. Estos dos brutos son tus hermanos -verbalizo mi madre mientras miraba mal Adán. —El día que tuve el accidente regresaba de una cita con mi ginecóloga, quien me confirmó que estaba esperando dos bebés.

—Soy tío de dos... -inquirió Adán mientras observaba a mis hijos —Tengo tantas cosas por enseñarles que no se por donde empezar.

—Alto hay idiota, tú a mis hijos no les enseñarás todas las barbaridades que se te pasen por al cabeza. -Adán hizo una mueca —Si es necesario los mantendré alejado de tí porque eres un peligro andante. Una mala influencia.

—Bien dicho Christian. -verbalizo Alán sin dejar de mirar mal a Adán.

Adán por su parte rodó los ojos. Y se atrevió a tomar a mi hijo entre sus brazos.

—Pequeño Adán te aseguro que te enseñaré a ser una copia exacta de mi.

Por su parte Alán tomó el bebé que Christian tenía entre sus brazos.

—No te preocupes pequeño Alán, que yo te enseñaré a ser el bueno de la famila. Y juntos haremos a Adán papilla. Seremos mejor que tu hermano y el tonto de Adán.

—¡Alto hay lunáticos de mierda..! A mis hijos no lo inmiscuyan en su absurda guerra. Si ustedes quieren pelearse y tener súbditos tengan sus propios hijo, porque con los míos no... Ángel y Christopher, decidirán si seran buenos o malos, no ustedes mequetrefes...

—¿Ángel?

—¿Christopher?

—Si madre. Te presento a tus nietos Ángel y Christopher Moussier Estrada.




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