Os pido posada

Capítulo 31: Débora.

Adazla

—Todo está en marcha Nicole. Muy pronto esos locos sabrán lo que hemos hecho.

Enarque una ceja luego de escuchar estás palabras.

—¿Se puede saber que tramas madre mía? ¿Quién es Nicole?

Mi madre tras escuchar mis palabras giro sobre sus pies.

—¿Qué tramas madre?

Volví a repetir, a lo que ella suspiro.

—Que más da que lo sepas Adazla. De todas maneras te ibas a enterar. -mamá se acercó a mí. —Como has de saber Mara y Vera se convirtieron en madre y eso niños son hijos de tus hermanos.

Abrí mi boca para hablar pero mi madre antepuso su voz.

—No me preguntes cómo lo sé. Porque no te lo diré Adazla. -me encogí de hombros. —Como también sabrás ahora Vera se quiere casar y Mara se quiere ir del país. Pero, yo como buena madre y abuela hice una tetra para que no ocurra lo que ellas están planeando.

—¿Qué hiciste madre?

Mamá soltó una carcajada la cual me hizo enarcar una ceja.

—Sin que ellos se dieran cuenta los casé. En un momento de furor los hice firmar los papeles del matrimonio y listo. Esos locos están únicos de por vida. Y lo más cómico es que ellos ni se imaginan los que les viene.

Épico, espléndido, magistral...

—Te me adelantaste por mucho  madre, eres una mente maestra.

—Lo sé, hija. No tienes que decírmelo.

—Modestia aparte. -mamá se encogió de hombros. —Aunque si no lo hacías tú, yo lo haría madre. Solo me faltaba poco para concluir con mi plan.

—Me adelante por mucho querida.. -se mofó mi madre mientras sonreía. —Aunque si gustas puedo dejar que seas tú quien les informe acerca de su matrimonio.

Negué con la cabeza ante estas palabras.

—Tú idea, tu problema madre.

Mi progenitora iba a hablar pero fue interrumpida por alguien.

—Adalet, hija. Hice lo que me pediste pero, hay un problema Débora está embarazada. -él hombre inquirió sin percatarse de mi presencia.

—Papá... -él señor levantó la cabeza y al verme abrió sus ojos como platos.

—Adazla, hija. -él señor verbalizo estás palabras y tras hacerlo se acercó a mí. —Espere tanto este momento, mi amor. Qué en ocaciones lo vi tan lejos. Pero hoy puedo abrazarte hija mía.

El señor me abrazó con fuerza y yo correspondí a la muestra de afecto.

—Adazla, él es tu abuelo.

—Pense que nunca diría la palabra abuelo pero, veo que me he equivocado. Y me alegra equivocarme. -tras estás palabras le di un beso al abuelo y él sonrió hasta más no poder. —Estoy feliz  de conocerte abuelo.

—Tenerte entre mis brazos es el mejor regalo que la vida me ha podido dar. Es un verdadero sueño poder abrazarte Adazla, un sueño que nunca pensé cumplir. -él dejo un beso en mi mejilla —Eres la luz de mis ojos cariño. Tu madre y tu son las reinas de mi corazón....

—Oye a este... -él abuelo y yo nos separamos al escuchar la voz de él más loco y dramático de mis hermanos, Adán. El loco de esta familia. —Yo trabajando como un burro para que él abuelo me diga que soy el rey de su corazón, y no lo hace. Mientras que Adazla con un simple abrazo se gana esas palabras... La vida no es justa conmigo.

Rodé los ojos tras escuchar el teatro barato que él había montado.

Me faltó agregarle dramático, pero bueno....

—Deja el drama loco. -Alán golpeó el brazo de Adán, a lo que Adán le devolvió el golpe. —Sabes muy bien que ellas dos siempre serán las reinas y únicas dueñas de nuestro corazón, mamá y Adazla son las únicas que reinarán en mi corazón.

Mis ojos se colocaron en nuestra madre y está sonrió levemente.

¡Ja! Si él supiera...

—¿Estas seguro Alán? -ante mi pregunta él asintió. —¿Y tú novia? ¿Ella no otra de las dueñas de tu corazón?

—No, nunca.

Adán mostró una sonrisa bastante burlona.

—Hay otra mujer que tiene la mirada del corazón de mi hermano entre sus manos. Una que lo vuelve totalmente loco. —Alán fulmino a Adán.

—¿Quién es esa mujer?

—La pequeña princesa de su tío, Alana. La hija de Vera.

Hice contacto visual con mi madre y está me guiñó uno de sus ojos.

—¿Alana?

—Te voy arrancar la lengua por hablador Adán del infierno. -murmuro por lo bajo Alán.

—Es verdad hijo, esa niña te ama y tú a ella. Creo que ve en tí a su padre, su figura paterna.

—Me hubiera encantado ser su padre.

Eres su padre, hermano. Eres su padre. En este momento deseé gritarle en la cara esas palabras a mi hermano pero, me mantuve callada. Porque no soy yo quien debería hablar.

—Ten tus propios hijos para que dejes de estar deseando ser el padre de los hijos ajenos.

—Me hubiera gustado ser el único. Todo sería mejor si tú no existieras Adán. -él loco de la familia se llevó una de sus manos al pecho e hizo una mueca.

—Eso dolió, Alán.... -lo vi secarse una lágrima imaginaria. —Se que te hubiera gustado ser el único pero.... Tienes que aguantarme por el resto de tu vida. Soy tu cruz hermano y no sabes cuánto me gusta serlo.

Alán abrió la boca para hablar pero no lo hizo porque la voz de Vera se antepuso.

—Buenas tardes.

Observé a mi amiga de pies a cabeza y justo cuando mis ojos se  colocaron en la bebé que cargaba en sus brazos ni dude en acercarme a ella.

—Pero hermosa niña. -acote mientras observaba a la pequeña   —Sin duda alguna ella será una rompe corazones.

La niña me sonrió como si me entendiera.

—Alana es un excelente nombre amiga. -Vera hizo una mueca.

—Se lo coloqué en honor a su padre.

—Al parecer te encantan los Alán, Verita de mi corazón.

Vera entrecerró los ojos.

—¿Dónde está Adán Junior?

—Mara lo llevo al doctor.

—¡¿Qué tiene mi bebé?! -pregunto Adán mientras acortaba la distancia que lo separaba de Vera. —¿Qué tiene?

—Solo es chequeo de retina Adán, tu hijo no tiene nada.

—Ire a verlo porque no me fío de tí. -Adán dejo un beso en la cabeza de la pequeña y posteriormente empezó a caminar prácticamente corriendo hacia la salida. —Madre, no vendré a dormir está noche. Me quedaré con mi pequeño....




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