Oscura Obsesión (corazones Oscuros #1)

Capítulo XXVIII

"Ámbar como el resplandor del sol en un cálido atardecer"

Una sonrisa se formó en el rostro de la mujer, ella se inclinó sobre el cuerpo débil de Annelisse y detalló sus facciones. A decir verdad, todo aquello que le habían dicho sobre la joven que Christopher Jakov había raptado era cierto y no podía esperar para asesinarla. 

La mujer sonrió al recordar a los pequeños niños, ambos similares pero sin embargo únicos, que correteaban por lo que solía ser un hermoso reino. Ella destruyó aquella imagen perfecta al intentar seducir al hijo mayor, el heredero del trono, Stephan Jakov y luego sentenciarlo a él y su hermano a la vida eterna en sed de sangre cuando su compañero de sangre se enteró.

Ahora, la pálida piel del cuello de la joven se veía provocativa y el terror en su mirada solo le llamó más la atención.

  — Annelisse Anghel — susurró con voz ronca. 

Hace años hizo un pacto con un demonio, mucho después de haber convertido a los hermanos Jakov y a partir de entonces su voz surge afónica y sus ojos no son más que una capa blanca de misterios. No sabía que había causado aquel ser siniestro pero robó algo esencial en ella. 

 La mujer alzó su mano y la posó suavemente sobre el muslo cubierto por la tela del vestido de la joven, acarició la zona un instante y luego generó la presión suficiente para romper el hueso. 

La joven soltó un grito de dolor y comenzó a alejarse cuando las garras de la vampiro rompieron el vestido y se incrustaron en su carne. El dolor causó que su visión se oscureciera y sintió un mareo que terminó por ensombrecer su lucidez.

Annelisse gimió de agonía. 

  — ¿Dolió? — pregunto irónicamente la mujer tomando del cuello a Annelisse y apretando con fuerza para detener su respiración  — Tuviste suerte al enamorar a un vampiro, aún más a Christopher Jakov... Pero esa suerte se acabó, quiero ver tu sangre correr. 

Los ojos de Annelisse se abrieron y comenzó a suplicar en su mente por su vida, aunque su plegaría se detuvo cuando la mujer enterró sus largas uñas en su otra pierna generando otro grito por parte de la joven.

El gritó resonó entre los árboles, en medio de la estridente lluvia que golpeaba sus cuerpos sin piedad. 

  — Quiero tomar tu corazón en mi mano y beber de él directamente — murmuró la mujer en el oído de Annelisse después de soltar su cuello para permitirle respirar y continuar con su tortura.

 Annelisse quería formularle muchas preguntas, quería rogar por su vida, pero las palabras no se formaban en sus labios. Su corazón latía errático al igual que su dificultosa respiración. 

El olor almizclado de la sangre inundó su olfato y ella observó el liquido rojizo surcar el césped, proveniente de sus heridas. El pánico se aglomeró en su cuerpo y comenzó a temblar sin control... Su muerte se avecinaba, ella lo sabía, su más grande miedo estaba a segundos de hacerse realidad. 

Su corazón se volvió pesado en su pecho y se dejó caer, sin luchar, como si ya hubiera perdido la vida ¿Qué podría hacer? ¿Qué posibilidad tenía una humana contra un vampiro? 

Nula.

Annelisse le dio un último vistazo a la mujer, la túnica negra que vestía estaba rota en varias secciones y mostraba una piel grisácea, enfermiza... Antinatural. Ningún ser poseía esa tonalidad insana. Sus ojos blanquecinos acompañados de su sonrisa macabra formaban la imagen perfecta de una lunática asesina.

Annelisse notó que el caballo se había marchado, la había abandona indefensa en manos de un vampiro, sin oportunidad alguna de escapar. Las ramas de los árboles parecían cernirse cada vez más sobre ambas, obstaculizando la visión de Annelisse del cielo que parecía llorar sobre su lecho de muerte. 

Se lamentó una última vez y cerró los ojos, como si aquello pudiera menguar el dolor infernal de su cuerpo. Se sentía desgarrada, usada, gravemente afectada...  Ella evitó que las lágrimas descendieran por su rostro, estaba segura que Christopher encontraría luego su cuerpo carente de vida y no quería que hubiera manchas en su rostro que evidenciaran su sufrimiento. 

La mujer tomó la muñeca que se había lastimado al intentar no caer del caballo y la torció en un angulo extraño. Otro grito agónico resonó en la frondosidad del bosque y se perdió en un eco efímero. 




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