Oscura Obsesión (corazones Oscuros #1)

Capítulo XXXII

"Blanco como una nube que viaja a través del cielo"

Fiel a su palabra, como se esperaría de él, Stephan se marchó tres días más tarde. Christopher observó en silencio mientras veía a su hermano partir, como hace muchísimos años, cuando recién habían empezado su vida como inmortales y se habían separado. 

Nunca se molestó en preguntarle a dónde iría, qué haría o si alguna vez regresaría. Simplemente decidió guardar distancia y dejar que se marchara, aún así, en aquel trozo de su ser que Annelisse había revivido, recordándole sus sentimientos y su humanidad, esa parte de él esperó que Stephan alzara la mirada y contemplara el castillo con añoranza antes de irse. 

Pero no fue así. 

Christopher no sabía si quiera por qué había pensado en aquella remota posibilidad que había hecho brotar su esperanza. El vampiro negó con la cabeza, no se podía esperar más de él, a diferencia de Christopher, Stephan había enterrado cualquier posibilidad de esperanza hace muchísimo tiempo, solo quedaba un cuerpo vacío de sentimientos. 

Annelisse se acercó en silencio tras Christopher y lo abrazó desde atrás, notó la casi imperceptible tensión en su cuerpo, así como la oscuridad que parecía cernirse sobre él, agobiando su existencia. En ningún momento pensó que la partida de Stephan podría traer aquel sentimiento extenuante y doloroso, la pérdida. 

Christopher se giró y dejó un delicado beso en la cima de la cabeza de su amada. 

  —  Sé que lo volveré a ver algún día, pero mientras ese día llegué, tendré que esperar, aguardar en silencio, porque él es una criatura solitaria y no le gusta ser molestado — la seriedad tiñó la voz de Christopher. 

Annelisse asintió.

En cierta parte, podía comprenderlo. La relación con su familia era casi inexistente, de no ser porque había decido observarlos en silencio, oculta en las sombras, algunos días los visitaba. Aún veía la ira en los ojos de Adrian y la tristeza en los de su madre, aunque tenían algo en común, ambos guardaban rencor.

  — Dejaremos el castillo — soltó él de repente, abrazándola — Sé que añoras a tus hermanos, y el único con el que puedes relacionarte libremente es Peter. He decidio que iremos a hacerle una visita a Synneva, estoy seguro que se alegrara de vernos.

Annelisse dudó de aquello. 

Aunque sus recuerdos humanos eran un tanto confusos, no recordaba con claridad cómo sucedieron las cosas entre ella y la compañera de sangre de su hermano. Synneva era una vampiro refinada, de belleza sublime y actitud engañosa; Annelisse simplemente no creía posible la idea de confiar plenamente en ella pero aún así asintió, le daría a la vampiro el beneficio de la duda.

Extrañaba a su hermano y ahora, él no era ninguna amenaza. 

  — ¿Cuándo? — preguntó sonriendo mientras alzaba la mirada y dejaba que sus ojos vagaran por los rasgos de su amado. 

  — Si lo deseas, podemos partir está misma noche.

Annelisse lo pensó un segundo y luego asintió sin titubear. 

Se imaginó a sí misma corriendo por el bosque, siguiendo a Christopher. Desde que todo había comenzado, solo había tenido la oportunidad de ver a Peter una vez,  y anhelaba desde su corazón el verlo de nuevo. 

  —  Nos iremos unos cuantos días, lleva cuánta ropa puedas necesitar e iremos en carruaje. 

Annelisse acarició el relicario que llevaba al rededor del cuello y bajó la mirada, sin embargo, Christopher tomó su mentón, acarició su mejilla y dejó un delicado beso en sus labios. Ella sonrió y se apartó de él, caminando en dirección a sus aposentos. 

Cuando cerró la puerta tras sí, notó a Celic acostado sobre su cama, lamiendo una de sus patas delanteras. 

  — ¡Gracias por dejarme afuera! ¡Eso fue extremadamente maleducado de tu parte! ¡Algún día cobraré mi venganza! 

Annelisse rodó los ojos y luego arrojó sobre Celic una pila de vestidos, el gato se removió buscando la salida mientras soltaba pequeños maullidos desesperados. 

  — Christopher y yo nos marcharemos en unas horas. 

— En realidad, Christopher, tú y yo nos marcharemos en unas horas. No podrán dejarme aquí, iré con ustedes — aclaró el gato mientras se sentaba sobre sus vestidos y la miraba con superioridad. 




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