Oscura Obsesión (corazones Oscuros #1)

Capítulo XXXIII

"Cobalto como la profundidad del cielo antes de una tormenta"

Synneva caminó hacia ellos con lentitud, su mano posada protectoramente sobre su vientre, una elevación a penas perceptible de su embarazo. 

Annelisse no logró apartar la mirada del lugar, estaba estupefacta. La sorpresa la había conmocionado, miró a Christopher... pero el vampiro no se veía sorprendido en absoluto. De hecho, algo en sus ojos le dijo que él ya lo sabía. 

¿Dónde estaba Peter? Y si Christopher lo sabía, ¿Por qué no se había molestado en decirle? Su molestia duró muy poco, porque al siguiente instante, Synneva estaba sonriendo... una sonrisa completamente opuesta a aquella que le dedicó cuando se conocieron por primera vez, en aquel entonces, su sonrisa se veía diabólica y resentida.

Ahora, parecía sincera.

Annelisse no pudo evitar sonreír de regreso.

Un instante más tarde, Peter salió de la casa, una sonrisa se extendió en su rostro al ver a Annelisse, el atrapó a su hermana menor en un abrazo y la alzó, como solía hacer cuando eran pequeños. Annelisse lo abrazó de regreso y cuando la bajó, notó aún más los cambios en su hermano. 

Todo rastro del joven inmaduro y que le molestaba de vez en cuando, había desaparecido, dejado tras sí la consciencia de un mundo desconocido, seriedad y paciencia, claramente ahora tenía más control sobre sí mismo y ayudaba el hecho de que ella no fuera humana.

  — Francamente, no me agrada la idea de lo que te has convertido — soltó Peter, alejándose, pero la sonrisa permanecía en su rostro — pero, he de admitir, que estoy muy feliz de verte. 

Synneva pasó a su lado y se acercó a Annelisse.

  — Son invitados a pasar — ella hizo un ademán y Christopher tomó el brazo de su compañera, llevándola dentro.  La casa estaba bien cuidada, era acogedora y al igual que Christopher, hacía halago a sus joyas al ponerlas en cofres siendo exhibidas a la vista de los huéspedes. Eso no le sorprendió en absoluto a Annelisse, había aprendido que los vampiros poseían cierto orgullo sobre sus posesiones materiales adquiridas a lo largo de su eterna existencia, lo que le recordó que, no sabía la edad de Synneva, podía tratarse de una vampiro bastante antigua, que no dudaría en exigir rudamente su respeto, después de todo, Annelisse era una recién convertida.

Ellos se sentaron en unos sillones de tela extravagante; Peter y Synneva sentados del lado opuesto a Christopher y Annelisse, no pasó desapercibido ante la mirada de la joven la mano protectora que su hermano curvó al rededor de Synneva, la vampiro se acurrucó en el sillón, aparentemente feliz.

Su actitud parecía verdadera y eso le sorprendió Annelisse, no obstante, no tenía derecho a juzgar a una mujer que solo había visto una vez. 

  — Puedo notar las preguntas en tu mirada, Annelisse — observó Synneva acariciando su vientre — La curiosidad puede convertirse en una gran debilidad. 

Annelisse decidió no contestar, acomodándose junto a Christopher no protestó cuando el vampiro entrelazo sus manos y la puso sobre su regazo. 

  — ¡Es insolente! ¿Lo he mencionado ya? No sabe comportarse debidamente — comentó Celic, sentándose en el alfeizar de la ventana más cercana. Annelisse no se había percatado de la presencia del gato; rodó los ojos y mostró sus recién adquiridos colmillos afilados. 

  — Mi apetito se ha despertado — ella lo miró con molestia y, aunque no podía del todo, Celic parecía sonreír. 

  — ¡La sangre de gato les cae mal a los vampiros!   — vociferó Celic, erizándose y bajándose del alfeizar con una ágil salto, se sentó a los pies de Synneva y comenzó a lamerse una pata. 

La vampiro lo miró con molestia. 

  — Ignorando aquella interrupción tan grosera — comenzó Synneva, ganándose un gruñido del minino indignado —   Te contaré un poco sobre mí, siento que es mi obligación debido a que tu hermano se volvió mi compañero bajo un acuerdo... Aunque ahora no es así.

Ella sonrió, sus inusuales ojos brillando.

Synneva iba a proseguir pero Christopher se le adelanto: —Cuando mordí a tu hermano, no le di mi sangre para culminar su transformación. Admito que no estoy orgulloso de ello y que te debo una disculpa, Peter.

Su hermano desechó la disculpa con un gesto, sin resentimiento alguno en su voz dijo: — Sé que tenías tus razones para hacerlo. 

Peter miró a Annelisse, su mirada cargada de conocimiento.

Synneva se aclaró la garganta. 

  — Encontré a Peter y le ofrecí mi sangre a cambio de hacernos compañeros de sangre... Desde pequeña, he deseado una familia y vi la oportunidad de conseguirla, además que hubo algo que me cautivó de tu hermano desde el principio — Synneva bajó la mirada — Mi sangre de vampiro natural evitaría más sufrimiento en su transformación, él acepto. 




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