Oscura Obsesión (corazones Oscuros #1)

Capítulo XXVI

"Siena como una pradera en épocas de sequía"

Lesya Kozlov, una humana común, estaba perturbada y las lágrimas no paraba de deslizarse por sus pálidas mejillas, debía tener los ojos enrojecidos e hinchados, sin embargo, el dolor de su corazón y su cuerpo no desaparecía. Antes de ser desplazada, como por arte de magia, había visto como dos desconocidos destrozaban el cuerpo de su hermana menor.

Un hombre y una mujer, ambos con escalofriantes ojos blancos, carentes por completo de pupila e iris, y piel grisácea, las venas resaltaban en sus brazos desnudos y llevaban prendas completamente destrozadas, en los agrietados labios de la mujer había sangre seca.

En su corazón, Lesya sabía que aquellos dos eran criaturas despiadadas y completamente antinaturales. Ella tenía pocos recuerdos de sus padres humanos, ambos habían sido asesinados por una criatura desalmada; en aquel entonces, ella y su hermana habían sido rescatadas por un hombre, de profundos ojos azules y espeso cabello oscuro. Aquel hombre las había llevado a vivir con una mujer, la cual les contó sobre las criaturas que habitaban en la oscuridad del mundo.

Entre esos, los vampiros, Lesya había comprendido que su salvador era una de esas criaturas y había aprendido a no temerles, no obstante, la mujer y el hombre ante ella a pesar de tener enormes y largos caninos que sobresalían de sus labios, era la única semejanza que tenían con los vampiros que Lesya había conocido. 

Le era casi imposible respirar, ya que estaba amordazada y gracias a su interminable llanto, su nariz estaba congestionada. Lesya miró el lugar, sin lugar a dudas era una casa extremadamente antigua, las paredes de madera estaban mohosas y en algunas partes huecas, las ventanas estaban cubiertas por pesadas cortinas, cuya tela se veía tan desgastada que parecía poder deshacerse entre sus manos, pero cumplía su función, ocultar el interior de aquella horrible casa.

Lesya se estremeció en el suelo y el hombre la miró, sus aterradores ojos se enfocaron en ella y comenzó a agazaparse, más no lo logró porque la mujer lo tomó del cabello, el cual llevaba hasta los hombros, y lo arrastró lejos. 

  — ¡No te alimentaras de ella, insensato! — vociferó ella, su voz era anormal, ronca y demasiado profunda para pertenecer a una mujer. Gruñó con fuerza y golpeó al hombre contra el suelo roñoso.

Lesya tembló con fuerza y los ojos enloquecidos de la hembra se enfocaron en ella. 

Annelisse se detuvo tras correr durante horas, un almizcle floral se cruzó en su camino, como una fragancia tentando sus sentidos. Ella olfateó y aquel aroma se hizo más fuerte, giró, observando cada detalle en el bosque a su alrededor, aquel paisaje se había sumido en un mortal silencio. 

Christopher regresó y la miró expectante, en sus ojos aún permanecía un resplandor nostálgico, al igual que él, su hermano Stephan regresó y arqueó una ceja, deseoso de que le explicara por qué se había parado repentinamente. Después de la partida de Synneva y Peter, quienes se llevaron a un molesto Celic consigo hacia las tierras del clan Dahl, la familia de Synneva. Stephan y Christopher habían decido darle caza a Eva, la diabólica vampiro que había raptado a Lesya una de las protegidas de Stephan, tras asesinar a la otra, Lavra, la hermana menor de Lesya.

Stephan se veía encolerizado, sus mirada ambarina reflejaba la sed de venganza y Annelisse no dudaba que a continuación de hallar a la vampiro y su nuevo siervo,  Eva sería torturada y descuartizada, para librar al mundo de su maldad para siempre, todo a manos de los hermanos Jakov.

Christopher,  por su lado, había estado reticente a que su amada los acompañara, pero la joven vampiro se había negado a marcharse con su hermano y su compañera de sangre hacia tierras donde estaría a salvo, ella prefería estar a su lado, aunque estuvieran en peligro, más aún porque la culpa de que Eva matara a una joven inocente también recaía en sus hombros. 

  — Aquel aroma... — dijo la joven Annelisse frunciendo la nariz. En cuanto las palabras dejaron sus labios Christopher se acercó para protegerla con su cuerpo y Stephan se tensó, su mirada saltando de un lado para el otro entre los enormes árboles. 

El vampiro olfateó y luego se relajó.

— Kassia — mencionó Stephan.

El nombre fue mencionado con respeto y de entre las sombras, una mujer alta, de cabello largo y rizado, tan oscuro como la noche, sus conocedores ojos oscuros analizaron a Annelisse y a Christopher con desdén  pero se detuvieron en Stephan con fraternal cariño. 

  — Stephan — saludó ella, su voz era melódica, sin lugar a dudas encantadora, todo en ella rezumaba perfección y control. Dejó caer la mirada y de la comisura de su ojo cayó una solitaria lágrima, su cuerpo comenzó a estremecerse y cuando habló, su voz surgió trémula: — Fui a ver a Zarek y cuando regresé a mi hogar encontré el cuerpo de Lavra y Lesya no estaba por ningún lado ... Ella...




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