Oscura Obsesión (corazones Oscuros #1)

Capítulo XXXVIII

"Teal como el pino que crece en un bosque boreal"

Danika se sentó en el diván y cruzó las piernas, el indecente vestido carmesí que llevaba se abrió y dejó descubierta su piel. Las sombras aún se deslizaban por su cuerpo, cayendo hacia el suelo y desvaneciéndose, ella sonreía con arrogancia y sus ojos brillaban con astucia. 

  — Danika — saludó Zarek — Hace más de un siglo que no nos honras con tu presencia — añadió con un deje de ironía, la mirada que le estaba dando a la susodicha no era de aprecio sino de repulsión, claramente no era bienvenida y al vampiro no la había hecho ninguna gracia que se apareciera de la nada. 

La bruja sonrió y luego comenzó a mirar de un lado al otro, en busca de algo. En cuanto sus ojos recorrieron toda la habitación sin frutos en su búsqueda, hizo un mohín y miro con saña a Christopher. 

  — ¿Dónde está Celic? — inquirió con voz tenue, parecía calmada aunque en sus ojos se veían flamas de cólera. 

Había estado buscando a su minino, el cual la evitaba a más no poder, sobretodo por el gran rencor que le guardaba por transformarlo en un gato. 

  — En un lugar dónde seguramente hará perder los estribos a los que lo rodean — afirmó Annelisse, hablando por primera vez desde que habían entrado en aquella estancia sumida en las tinieblas. No se sentía tan valiente como para dejar el lado de Christopher pero no se amilanaría para hablar, es más, le debía un agradecimiento a Danika — . Gracias por el relicario. 

La vampiro se llevó la mano al cuello, acariciando la delicada pieza, sin duda alguna no podía imaginar pasar el resto de sus días sin la caricia de los rayos del sol y Danika le había concedido aquel regalo para que pudiera seguir disfrutando de tarde soleadas y amaneceres tranquilos. 

Danika le dedicó una sonrisa sincera. 

  — Un placer, querida Annelisse — respondió ella. 

— ¿Qué te trae por aquí, bruja? — espetó Stephan mientras se recostaba contra una de las paredes del lugar, sus brazos se cruzaron sobre su pecho y miró con desdén a Danika. 

La mirada de la mujer y stephan se trabaron y mantuvieron, en una guerra silenciosa, claramente entre ellos había una historia bastante frágil y nada agradable. 

  — Eva está causando estragos entre los hechiceros y demonios, imaginé que querrían saberlo — contesto ella mirándose las uñas, como si no le importara en lo más mínimo. Zarek, el vampiro más intimidante que Annelisse había visto, incluyendo aquel que la había secuestrado, se quedó mirándola sin mediar palabra, aunque claramente estaba calculando toda la situación.

Sus ojos se movieron a Kassia, la cual bajó la mirada y luego se trasladaron a los hermanos Jakov. 

  — Eso mismo nos ha traído a ti, Zarek. Es tiempo de terminar con Eva, ha causado mucho mal, tanto con nosotros como con los demás clanes — explicó Christopher, dirigiéndose con respeto a Zarek.

  — Lo último que me enteré fue que el clan Surkin perdió varios jóvenes por su causa — habló Zarek, sopesando todo lo que le habían dicho debían atacar y acabar con Eva. 

Tras el desastre que ocasionó con la conversión de los hermanos Jakov y la desaparición de aquel reino humano, había desaparecido sin dejar rastro y Zarek no podía enfrascarse en su búsqueda únicamente, habían muchos vampiros que quebrantaban las normas establecidas por los clanes más poderosos y debían cumplir con sus respectivas represalias. Así que en aquel entonces lo había dejado estar, sin molestarse en buscar más a la diabólica vampiro y ahora claramente sufrirían las consecuencias por eso. 

Nunca había considerado la idea de que una hembra de su especie perdería por completo la cordura y haría tratos con demonios y hechiceros, cuando normalmente entre ambas especies solo se daban pequeños intercambios y ayudas, como lo que había hecho Danika por Christopher, Stephan y la joven de ojos grises, que no recordaba el nombre al ofrecerles aquellas piezas que les permitirían salir en el sol.

  — ¿Hay algo más que deba saber?— preguntó Zarek mientras se acercaba a su compañera de sangre, Kassia, no habían sellado el pacto como compañeros como tal, pero para él ella era su vida y se lo había propuesto tras años de guardar sus sentimientos, después de todo, ella también provenía de un clan poderoso y siempre había escuchado que rechazaba la idea de comprometerse.  




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