Blake Hamilton entro detrás de los policías que después de quince minutos de luchar por derrumbar la puerta lograron entrar a la casa donde su mejor amiga vivia. Sigilosamente miraba a su alrededor y observo tembloroso como toda la casa se encontraba destrozada, los muebles hechos pedazos, ollas en el suelo con el interior esparcidos.
¿Que demonios había sucedido?
Sus oídos pitaban cada vez que los policías gritaban "despejado". Entro a la sala y levanto un pedazo de madera proveniente del sofá el cual se encontraba girado y de espaldas, aún lado del pedazo encontró con una fotografia de una hermosa familia de tres. Miro directamente a los ojos de la chiquilla que le devolvía la mirada con esos enormes ojos verdes chispeantes y sus mejillas sonrojadas posiblemente por el frío. Sobo con la almohadilla de su pulgar el rostro de la chiquilla y su corazón se encogió mientras luchaba con las lágrimas que quemaban alrededor de sus ojos.
— Encontramos algo, que vengan los paramédicos.
En ese momento Blake no pudo moverse solo desprender su perturbada mirada de la fotografía que aún sostenía con fuerza en sus manos y observar cómo tres médicos subían de prisa las escaleras las cuales te dirigían hacia el segundo piso.
—¡Aquí! — gritó nuevamente el mismo oficial mientras otro salía de la habitación. Su respiración se atascó en su pecho y suspiró con fuerza al ver de quien se trababa aquella habitación.
Dejo a un lado la fotografía y miro hacia la puerta donde se encontraba su padre con el ceño fruncido y su uniforme. Sheldon Hamilton no quería ver a su hijo en aquella casa no después de la perturbadora llamada que había escuchado después de que emergencias le levantara el acta.
El sabía perfectamente que se encontraba en aquella habitación y apretó con fuerza su mandíbula esperando casi rezando por que su hijo no subiera. El podía apartarlo, decirle que se fuera a casa que era un área de investigación el cual no debe intervenir pero el jamás le perdonaría si lo alejara.
Levanto la vista hacia la habitación y apretó con fuerza sus ojos mientras tiraba hacia atrás su cabeza. Una bolsa de lona negra fue sacada con ayuda de los tres paramédicos y por el tamaño de la bolsa supo que no se trababa de quien pensaba.
Era su mejor amigo.
Blake miro de reojo a su padre el cual tenía el ceño fruncido y su mandíbula tiesa. La bolsa negra que cargaban los paramédicos era muy grande para ser ella, trago el nudo que aplastaba su garganta mientras seguía observando a su padre y como sus pupilas se oscurecían y brillaban posiblemente debido a las lágrimas que contenia.
Carter Johnson era un hombre ejemplar, amable, divertido y que siempre tenía algún consejo y hombro para poder recargar. Había sido amigo de su padre desde que eran unos niños traviesos jugando con por todo el vecindario.
Esta sería una gran pérdida para el, había perdido ya a su esposa debido a un asalto y ahora su mejor amigo en aquel momento solo le quedaba su hijo.
— ¿Puedo verlo? — preguntó Sheldon tímidamente a los paramédicos los cuales asintieron pero tendría que verlo en la ambulancia. El asintió y sin mirar atrás fue detrás de ellos rezando por que su mejor amigo encontrara La Paz y prometiéndole que encontraría al resto de su familia.
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10 años después.
—Camina— sus pies pálidos y descalzos tropezaron un poco pero logró sostenerse con ayuda de los barrotes de la cocina. Miro hacia atrás molesta sintiendo la sangre dentro de ella hirviendo y gruño entre dientes provocando que la sala sintiera un ligero temblor y el bullicio de las voces hablando en susurro se detuviera.
—020— la cocinera seguía llamando sin importar la pelea que se realizaría si nadie los detenía.
—Ten mas cuidado maldigo lagarto— dijo ella mirando su ojo derecho donde su pupila era más rasgada y oscura como un vil reptil.
—021—
—No te vuelvas a meter en mi camino, lobita, o ¿Quieres volver a las islas?, sabes que puedo ayudarte con eso. — una sonrisa burlona se formó en su rostro e inmediatamente debido a su genética modificada comenzó a sentir como su cuerpo se iba transformando mientras observaba silenciosamente al reptil y estudiar en que parte de cuerpo sufriría más con una sola mordida.
—023— gruñó al escuchar su nombre pero no se movió de su lugar, no dejó de observarlo, no dejó de sentir como su cuerpo cambiaba, como los vellos de su cuerpo se erizaban y el calor que emanaba su cuerpo era más intenso, el cosquilleo en sus encías y el palpitar de sus manos solo le advertían que si no paraba iba a sufrir. No ella, el.
—023— volvió a llamar la anciana esa un poco más irritada siempre era lo mismo.
—Tienes 20 segundos para apartarte de mi o ya sabes... a Jessica no le fue muy bien—
—Jessica fue a pruebas, tú jamás le harías eso solo ese maldito método fue lo que le hizo daño, no tu, una mocosa débil—
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Editado: 26.01.2019