Prefacio:

Mis latidos aumentaban de ritmo con cada paso que daba, mi cuerpo pedía a gritos que me detuviera, pero no podía hacerlo. De lo contrario me matarían.

Corrí entre la penumbra del bosque, mis heridas ardían y gotas de sangre resbalaban de ellas... Estaban cerca, escuchaba sus pisadas a unos metros.

Me encontraba tan desesperado que no note la raíz sobresaliente de la hierba, tropecé y caí. Intente levantarme pero el desgarre en mi rodilla me lo impedía; llegaron a mí en cuestión de segundos. Era mi fin.

—Matenmé de una vez —pedí.

—Con matarte no conseguiremos nada —habló aquella voz dominante— Debes aprender la lección.

—¿Q-Qué harán conmigo entonces? —pregunté apoyándome en el tronco del árbol, las heridas en todo mi cuerpo provocaban que soltara algunos gemidos de dolor.

—Haremos un hechizo que te dejará inconsciente, no envejecerás y seguirás teniendo la misma edad, solo dormirás hasta que un alma lo suficientemente valiente quiera ayudarte. Solo entonces enmendarás tus errores.

La bruja procedió a conjurar el hechizo, no lograba entender ninguna de sus palabras. Estaba asustado, pero ya no había vuelta atrás, en cierto modo lo merecía.

El dolor en mi cuerpo se disipó, sentí mis párpados pesar, intente luchar pero una fuerza sobrenatural me lo impedía.

—Dulces sueños lobito... —susurró una de ellas.

Sus figuras desaparecieron de mi campo visual; todo paso a ser borroso y luego la oscuridad me cegó por completo.