***Mathías***
Despierto entre las cálidas mantas que cubren mi magullado cuerpo; aun no termino de adaptarme por completo a este nuevo mundo.
Maddison me ha asignado ser el ayudante de Liana, básicamente mi trabajo es organizar su despacho y darle los recados de la bruja... sospecho que lo hace a propósito solo para recordarme que ella no me ama cuando veo su rostro. Detesto la sensación de vacío en mi pecho, al no ser correspondido de la misma manera.
Suspiro frustrado y me levanto de la cómoda cama en dirección al baño, una vez que estoy limpio busco el despacho de Liana por los pasillos, debe estar esperándome. Tomo la perilla entre mis manos y entro en la espaciosa habitación, con tres pares de ojos observandome.
—Llegas tarde —espeta Maddison enojada.
—Dejalo en paz, no es la gran cosa —me defiende Lia. Así me había pedido que la llamara, era una gran chica, a pesar de ser una bruja.
—Si no quieres tener problemas conmigo cumple con el horario. Recuerda que eres un simple intruso —Sus palabras dolieron, provocaron un terrible ardor en mi pecho, pero no lo demostré.
Una risa me hizo voltear y observar a la tercera persona, su olor peculiar me daba asco. Hacía mucho no lo sentía...
—¡Vampiro! —grite acorralandolo, el chico ni siquiera intentaba escapar.
—¡¿Que diablos sucede contigo?! ¡Sueltalo! —bramó mi "mate", mientras Lia contenía la risa.
—Pero... —intente defenderme aunque ella no lo permitió, me arrebato al chico de las manos y lo llevo lejos.
—¿Que fue eso? —indagó la morena.
—El... es un vampiro... ¡Los vampiros son malos!
—Mathías recuerda que ya no estas en tu época. Los vampiros no son una amenaza, son nuestros aliados, y el chico que atacaste es el mejor amigo de Maddie.
Ahora entendía su comportamiento...
—Creí que tu eras su mejor amiga.
—Lo soy Mati, ya sabes amiga... no amigo.
—Lo siento —murmuré avergonzado— es solo que aun es difícil para mi todo esto.
—Lo sé, y por eso voy a ayudarte. Siéntate —obedecí y tome asiento frente a ella— te contare la historia de la manada, de esta forma comprenderás todo.
Asentí emocionado mientras Lia tomaba en brazos un grueso y viejo libro que parecía tener información valiosa.
—Hace muchos años —comenzó su relato— cuando aun todo era un caos, y nadie estaba dispuesto a cambiar, un licántropo alzó su voz entre todos los murmullos.
—Yo Elías Ziegler tomare el puesto de alfa y lideraré a la manada a un futuro mejor.
El pueblo no tenía otra opción, su alfa había desaparecido y necesitaban un líder pronto. Aceptaron la ayuda de Elías, y aunque su sangre no fuera digna de un alfa lideró lo mejor posible.
Cierto día la manada fue atacada por un grupo de brujas, Elías las convenció de hacer un trato, a lo que ellas aceptaron.
—¿Cual fue el trato? —Liana me dedico una sonrisa y continuo su relato.
—El trato era que Elías se casaría con una de ellas, el joven aun no encontraba a su mate y dudaba que lo hiciera, así que acepto. Para que todo fuera mas justo las poderosas brujas crearon un conjuro en el que los licántropos podrían decidir quien sería su amor verdadero, de alguna forma lograron romper el vinculo que existía entre las parejas, volviéndolas libres de sus decisiones.
Elías tomo a Athina como esposa al finalizar el trato. Con el paso de los años hubieron más enfrentamientos, pero Athina y Elías lograron resolverlos, uno de ellos fue por parte los vampiros, querían tener mas poder... Athina logró convencerlos para firmar un tratado de paz, ella fabricaría una poción que disminuiría su sed de sangre.
El alfa y su luna tuvieron dos hijos, ambos hombres: Jake y Zack. Con el paso de los años los niños crecieron, sus padres dividieron la manada en dos partes y entregaron el trono a ambos hijos. Elías y Athina murieron, pero lo hicieron felices pues sus hijos tuvieron hijos, y los hijos de sus hijos también tuvieron hijos. Pronto hubo manadas en casi todo el mundo, todos eran felices y estaban en paz con el resto de las criaturas... así es como hemos llegado a lo que somos ahora.
—Dime algo Liana, ¿Cual era el nombre del antiguo alfa?
La morena busco entre las paginas del libro, volvió a mirarme, esta vez con preocupación.
—S-Su nombre era Mathías White.
Mi respiración se corto por unos instantes... no podía ser cierto. Era yo.