Oscuridad de lobos

Capítulo 8:

* * *Maddison* * *

Estas ultimas semanas habían sido estresantes, mi trabajo como alfa de la manada me impedía descansar. Pronto sería luna llena y debía asegurarme de que todo estuviera en orden y ningún licántropo corriera peligro estando transformado.

Sentía que mi cabeza iba a explotar, necesitaba un respiro.

Aún debía hablar con Liana sobre lo sucedido en el bosque con Mathías, cuando por un momento sentí su tristeza; no comprendía lo que estaba sucediendo, se suponía que nuestro vinculo estaba roto.

* * * * * *

Una media luna adornaba el hermoso cielo, a su alrededor una espesa neblina intentaba ocultarla. Sonreí, por un momento sentí que yo era la luna y mis problemas la neblina, ¿Permitiría que me opacaran? ¿O brillaría por encima de ella?

—¿En que piensas? —giré para encontrarme con mi mejor amigo observandome desde el umbral de la puerta.

—¡Cameron! ¿Que haces aquí? —pregunte abrazándolo.

—Quería verte, lamento venir a estas horas.

—No te preocupes, necesitaba algo de compañía. ¿Vamos por algo de comer?

El rubio asintió y me siguió fuera de la oficina, todo estaba en silencio, uno cómodo.

—¿Maddie sabes si ocurré algo con Liana? La ví hace unos minutos, estaba algo rara.

—Honestamente no la he visto en todo el día. De seguro esta bien, pasare por su recámara en un rato, hay algo que quiero preguntarle.

—¿Puedo saber que es? —indagó buscando en la alacena algo de pan y mermelada.

—Hace unos días cuando Mathías intento escapar, yo... pude sentir sus sentimientos nuevamente. Fue tan extraño, se suponía que Lia había roto el vinculo.

—No había oído de eso jamás, supongo que al ser de otra época las cosas cambian... intentaré buscar información en la biblioteca de papá.

—Gracias Cam, eres el mejor amigo vampiro que podría tener.

—El mejor y el único... —habló sentándose a mi lado con nuestro pequeño refrigerio nocturno.

Una hora más tarde, después de haber reído un largo rato con las ocurrencias de Cameron, me encontraba sola nuevamente. Deje los platos sucios en el lavavajillas y subí al segundo piso.

Camine por los pasillos hasta dar con la habitación de Liana, no quería molestarla a esas horas pero la curiosidad por tener una explicación sobre lo ocurrido me carcomía por dentro.

Toque la puerta suavemente y esta sedió ante el golpe, emitió un chirrido molesto y se abrió lentamente. Me adentré en la oscura habitación solo para quedar en shock con lo que mis ojos veían.

Liana y Mathías se estaban besando.

Apreté mis manos en puños, numerosos sentimientos se agolparon en mi pecho: Tristeza, Ira... y, por alguna razón decepción.

—¡¿Que diablos esta pasando?! —grité.

Mathías pareció darse cuenta de mi presencia, se alejó de Liana y me miró.

—Puedo explicarlo —habló adelantándose a la bruja.

—N-No Mati, no esta...bamos ha...ciendo nada ma...lo —interrumpió ella.

—No quiero escucharlos, por su olor se que ambos están borrachos. Pero mañana deberán atenerse a las consecuencias. —dije abandonando rápidamente la habitación.

Me sentía como una idiota... lo peor es que ni siquiera sabía la razón.


* * * * * *

 

Desperté temprano por la mañana. Durante la noche no había logrado conciliar el sueño, el recuerdo de Mathías y Liana besándose se repetía en mi mente una y otra y otra vez.

¡¿Porqué me importaba tanto?!

—¡Ah! —grité furiosa arrojando mi desayuno al suelo.

—Alfa Maddison, ¿Se encuentra bien?—pregunto una de las empleadas al verme.

Cerré los ojos —los cuales debían estar amarillos y no grises— e intente calmarme.

—Si, tranquila. Por favor limpia este desastre, estaré en mi oficina.

Caminé por el pasillo lateral hasta dar con mi despacho, frente a la puerta se encontraban Mathías y Liana acompañados de Dylan, mi beta.

—Buen día alfa —saludo el ultimo.

—Dylan encargate de ver como estan todos para la próxima luna llena, te alcanzo en un rato.

Dyl asintió y se perdió en los pasillos. Solo estábamos ellos y yo.

—Liana pasa a mi oficina. Tú —dije señalando a Mathías— espera afuera.

Liana entro seguido de mi a la oficina, cerré la puerta con seguro y la enfrente.

—Maddie yo... —intentó hablar pero la detuve con una bofetada.

—¡¿Que diablos pasa contigo?! —bramé enojada.

La morena me observo conteniendo su ira, toco su mejilla ahora enrojecida por mi golpe y habló.

—No vuelvas a tocarme. —amenazó.

 




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