Oscuridad en la sangre.

Capítulo 7

Que sensación tan extraña. Parecía que se le resolvían las entrañas, las imágenes eran siluetas difusas durante unos segundos.

Casi enseguida salieron de esa extraña dimensión y quedaron de pie en un césped bellisimo lleno de flores silvestres, rodeado de árboles, a lo lejos se podían observar montañas, se escuchaba el agua correr a poca distancia y maullidos. Muchísimos maullidos.

Ese lugar estaba lleno de gatos, era un paraíso felino.

–¿Acá vienen a dar todos los gatos que rescata?–

–Si mi niña, nuestro mundo es muy cruel con ellos. Merecen algo mejor que la calle–

–¿Y que pasa con los perros? Nunca la vi con ninguno–

–Como buena bruja que soy– dijo con una sonrisa tierna– los perros me dan alergias, pero tranquila, tengo una amiga al otro lado de la ciudad que se encarga de reubicarlos en su propio paraíso–

–Nunca imaginé que las brujas tuviesen un corazón tan amable–

–¿De verdad crees que somos como nos describen en los cuentos y peliculas? Jajaja entonces mejor no preguntes por lo que eres si te vas a guiar por las tonterías humanas–

–¿Por que? ¿Es algo malo? ¿Que soy? Ya me dejó intrigada, nerviosa y asustada–

Doña Cleo comenzó a reír a carcajadas y volvió a tomar la mano de Ehilen para atravesar el portal que apareció de la nada justo frente a ellas.

–Debes aprender el conjuro mi niña, si algún día necesitas escapar de algo con urgencia, ese lugar es cien por ciento seguro. A él solo podemos ingresar Nick, tu y yo–

–No contestó mi pregunta– respondió Ehilen intentando reprimir las nauceas que le causaba el viaje a través del espejo.

–Tampoco las voy a contestar, todo a su tiempo pequeña, mañana comenzaremos con la memorización de hechizos y portales, aun no podrás usarlos pero necesitas aprenderlos antes de que ya no pueda ocultarte–

–Tengo exámenes y necesito concentrarme solamente en ellos– Cleo le dio una débil palmada en la cabeza –Auch, ¿que hice?–

–Tus estudios son importantes, pero tu vida lo es más; esta vez todo tiene que ser perfecto. Es tu última oportunidad de reencarnar, si mueres no podrás volver y éste mundo será un caos eterno–

–¿Y que tengo que ver yo con todo eso? Quieren que me haga cargo de algo que no me quieren explicar, no se que se supone que soy, hasta hace unos días no sabía que existían los seres de ciencia ficción, me entero que al cumplir 18 tendré a medio mundo intentando matarme y yo no se nada de lo que sucede. ¿Cuando piensan darme alguna explicación?–

Nick entró a la habitación –¿A que hora tiene que estar acá mañana?–

–Traela al caer la noche, que descanse será una noche larga–

–¡Hola!, aun no me voy. ¿Me van a dar alguna explicación o piensan seguir ignorandome?–

–A esa hora será, hasta mañana mi querida amiga– Nick tomó a su prima de la mano y salió del apartamento sin dar explicaciones. Ehilen estaba super molesta, la trataban como a una bebé, peor aún, la ignoraban totalmente cuando ella pedía explicaciones.

–Sueltame, se donde queda mi apartamento, ya no te necesito, puedes irte–

–No...–

–¡Que te vayas te dije!, no te quiero acá–

El muchacho la miró sorprendido, pero sin decir nada le dio la espalda y se marchó.

Al entrar al apartamento azotó la puerta con fuerza, se tiró sobre su cama y con la almohada cubriendo su rostro gritó como loca para eliminar toda esa frustración que sentía. Al cabo de unos minutos se levantó y se dirigió a la cocina a prepararse un batido para cenar, cuando pasó por un lado de la mesa de reojo vio sobre ella el antiguo album de retratos, desvío la mirada y lo ignoró, estaba muy molesta. 

Cuando terminó de preparar su bebida fue por sus cuadernos de estudios para repasar, se sentó a la mesa y quedó con la mirada perdida en la belleza de aquella antigüedad.

*¿en que momento llegó ésto hasta acá? Si Nick lo dejó en casa de doña Cleo. Voy a terminar loca con todo esto, necesito explicaciones y las únicas dos personas que me las pueden dar me ignoran cuando pregunto. Como pretenden que me mantenga con vida si no se de que o porque me tengo que ocultar, no se de donde vengo ni que debo hacer.

Mamá, Papá los extraño, como quisiera que estuvieran acá para ayudarme*

En ese momento Ehilen recordó que ellos supuestamente no eran sus verdaderos padres, habían tenido que cambiar sus apellidos para poderla criar ¿verdad? De ser así ellos tenían que saber algo.

Corrió hasta su cama, tomó su celular y marcó a su Padre, –Atención, el número que usted seleccionó no es correcto, intente marcando nuevamente–

–¡¿Que?! Este es el número de papá. ¿Como que no existe?– marcó nuevamente y sucedió lo mismo. Marcó a la madre y otra vez salió la máquina diciendo lo mismo –¿Enserió me abandonaron cuando más los necesito? Ni explicaciones, ni una despedida– se tiró sobre su cama y lloró toda la noche, se sentía más sola que nunca y no podía llamar a su amiga para desahogarse, si lo hacía ¿como iba a explicarle cosas que ni ella entendía? ¿No significaron nada los años que vivió junto a sus "padres"? Como podían olvidarse de ella de un día para el otro como si nunca hubiese existido. Tenía el corazón destrozado y cada recuerdo junto a ellos hacía que un mar de lagrimas saliera de sus ojos sin poder contenerlas.

En medio del llanto no supo en qué momento se durmió, sonaron las alarmas para ir a la escuela, ella observó el celular y volvió a llorar. ¿De que servía estudiar? No quería saber nada con el mundo. Tampoco quería ir a la escuela, ¿si iba y sus amigos no estaban? O peor, la ignoraban como si no la conocieran. No quería averiguar si en verdad sucedería eso, miró el aparato que aún estaba en sus manos y con furia lo aventó contra la pared. Éste quedó echo pedazos en el suelo pero no le importó, tomó las sabanas y se cubrió hasta la cabeza y entre llantos volvió a dormirse.

 

 

 

 




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