UN ENCUENTRO EXTRAÑO
CAPITULO 1
ELLE WALTON
Pasaron dos meses desde que llegamos a California, alrededor de la casa que mi padre adquirió viven muchas personas adineradas. Realmente no conozco ni a los vecinos porque he pasado todos los días en mi habitación.
Buscando en mi closet, me puse una camiseta blanca, una falda rosa corta y recogí mi cabello rubio en una cola con rapidez. Bajé las escaleras de mi habitación hasta llegar a la cocina donde estaba mi padre y Charles.
—Voy al centro comercial, padre —le dije plantando un beso en su mejilla.
—¿Por qué siempre te colocas esa ropa, Elle? Sabes que tenemos una reputación—refutó mi padre molesto.
—Lo sé papá, pero nadie me reconocerá, sabes que no voy a vestir con esos vestidos largos de señora, esta ropa es cómoda.
Obviamente, no será rápido, siempre tardo dos o tres horas cuando salgo de compras. Dirán los hombres mujeres, pues estas mujeres necesitan verse bien y eso requiere cierta lentitud en comprar un miserable esmalte.
—Está bien, lo dejaré pasar por esta vez —respondió mi padre con simpleza dando un sorbo a su café matutino de todos los días.
Si claro que esta será la última vez y yo soy un personaje de un comic de Webtoon.
—Imagino que vas a comprar lo de tu preparatoria, siempre esperas el último día para eso —comentó mi hermano mayor dando un gran mordisco a su manzana.
—No te metas Charles, nadie pidió tu opinión —puse los ojos en blanco en cuanto me dio una mirada acusadora.
—Yo creo que vas a ir a buscar novi...—empezó con cizaña, no lo deje terminar porque me moví rápida y puse una mano sobre su boca.
—Elle —advierte mi padre.
Mi padre es un amor, siempre nos ha tratado bien, soy su hija preferida, por lo que soy la única mujer que no causa problemas, o eso dice él. Aunque la realidad es otra.
—Está bien, perdón florecita —me aleje y me limpie las manos con lo primero que encontré.
—Llámame así otra vez y no vivirás para contarlo —me señala con el cuchillo que tiene en la mano por lo que está cortando la manzana ¿Quién demonios corta la manzana? Porque yo la mastico hasta con concha.
—Con esa actitud nunca conseguirás novio —resopló disgustado.
—Y tú siempre serás un amargado, un arrogante y un rompecorazones que no tiene vida social —me encogí de hombros restando importancia—. Ah, espera y también un idiota.
Al decir eso salgo corriendo por mi vida, siempre le digo lo que pienso y le recuerdo que es un idiota, lo que le cabrea aún más. Siempre ha estado con mi padre trabajando, él dice que está bien, pero no le creo ni un poco, ¿Quién estaría bien siendo un adicto 24/7 al trabajo?
Charles.
Siempre ha sido así de serio y molesto, nunca lo he visto sonreír cálidamente, pero es su problema, algún día espero que encuentre una mujer que lo soporte.
Me subí al carro seguido del chofer, a mi edad aún no he aprendido a manejar, lo cual me frustra un poco. ¿Qué tal si estoy a punto de morir o de sufrir una violación y no sé manejar? Es mejor prevenir que llorar, espera no es así, pero esa es la idea de lo que trato de decir.
He caminado casi todo el centro comercial, comprando todo lo que necesito. Me detuve en un local de helados, pedí uno de chocolate.
Iba de salida cuando siento que mi frente golpea un pecho de acero, se siente como en los tiempos donde me salía un chichón. Me golpeé tan fuerte la cabeza que di un paso atrás, pero al hacerlo pierdo el equilibrio en mis tacones, mi cabeza daba vueltas y el mundo giraba a mi alrededor. En un momento sentí que mi cuerpo se caía hacia atrás siendo toda una desdichada y pasaría la peor vergüenza de las historias de las vergüenzas.
¡Prometo no volver a robar el helado de mis hermanos, mundo cruel!
Interrumpen mi pensamiento, cuando siento que mi cuerpo está a punto de caer de espaldas, agito mis manos en el aire con descontrol pensando en las muchas tragedias que podrían ocurrir. Cabeza partida en dos, columna rota, un brazo torcido o incluso morirme de derrame, cierro los ojos para no ver la muerte, de pronto me envuelven unos brazos sobre mi cintura. Los dos caemos al suelo, el chico quedó encima de mí, lo cual pesa demasiado, creí que iba a morir siendo aplastada, pero afortunadamente tiene corazón y puso una mano en mi cabeza.
Nos quedamos un tiempo así, yo en show total, asimilando mi muerte fallida y atormentada, él al parecer lo mismo o quien sabe qué intenciones tenía, ya que mi falda se había levantado un poco, mis pechos rozaban su duro y firme abdomen, el fuerte latido de su corazón al igual que el mío hizo que respirara con mucha más dificultad. Sentía la tela de su pantalón en mis piernas desnudas, trague hondo tratando de pensar en florecitas, sin embargo, noté que algo presionaba mi muslo, una cosa extremadamente grande y dura, abrí los ojos como si mi vida dependiera de ello.
¡Santos macarrones! ¡No estás ayudando conciencia pervertida!
—¿Te vas a quedar arriba de mí todo el día? —solté con un gruñido molesto.
—Tal vez, no me estoy quejando —susurró el chico con sus fríos labios en mi oído. Me recorrió un escalofrío, no voy a negarlo, sacudí la cabeza para aclarar mi mente.
—Es mejor que te quites de encima o te daré un rodillazo en la entrepierna —zanjé directa y molesta.
—Está bien, no tienes que ser tan agresiva —se levanta de un salto y se incorpora.
Me duele todo el cuerpo al levantarme, mi espalda es la más adolorida después de caer en ese piso rígido. Aún no había visto su cara y me importaba muy poco en realidad.
Él empieza a reír sarcástico, aunque algo adictiva.