"Podemos fingir ser fuertes delante de los demás, sin embargo, a nosotros mismos resulta ser imposible, porque el corazón y el alma nunca traicionan"
CAPITULO 3
AARÓN KOCH
Cada segundo que pasa se siente tan jodidamente largo.
La chica que le acabo de hacer una pequeña broma se acaba de desmayar, no tengo la más mínima idea del porqué o como, lo único que tengo en la mente es que me siento como una basura. Sus ojos se cierran por cada segundo que pasa, fue casi inmediato como la tomo en mis brazos tomando su cabeza en una de mis manos. Mi corazón se agita pensando lo peor.
Solo puedo pensar en qué punto mi broma fue demasiado lejos.
Aún no había logrado descifrar porque me frustraba tanto sus palabras, era solo una chica tonta. Tal vez fue porque ninguna mujer me había desafiado como ella, al verme ella solo me miró como cualquier otra persona, ¿no soy guapo para ella? Tengo dinero, soy atractivo, ¿no es eso todo lo que desean las chicas?
Distraído en mis pensamientos pensando en la razón de que pudo haber sucedido, el duro golpe que recibo directamente en mi cara me hace espabilar.
¡Mierda!
Al alzar la mirada veo a cuatro chicos enojados. Uno de ellos la sostiene en sus brazos, ni siquiera sentí cuando la solté.
—Debería molerte a golpes con mis propias manos —dijo un chico con los puños apretados, tenía algunos tatuajes en sus brazos.
—Nuestra madre murió cuando éramos niños —comentó uno de ellos con tono melancólico, sus labios estaban en una línea recta. Puso una mano sobre el hombro de su hermano.
Entonces son sus hermanos, ¿su madre dio a luz a cinco hijos? Abrí la boca para decir algo, pero sabía que nada calmaría su enojo.
Jure no meterme con los familiares muertos de otras personas, teniendo en cuenta que mi madre me abandono a mí y a mis hermanos, pero aquí estoy como un estúpido haciendo desmayar a una chica burlándome de su madre, eres un pedazo de basura Aarón, sin duda alguna.
—Me disculparé con tu hermana —digo finalmente con mi voz más seria, no quiero parecer que no tengo corazón.
Lo que no puedo entender es porque se desmayó, una persona en su sano juicio no se desmaya por una broma así. El chico solo asiente con la cabeza, los otros dos a punto de asesinarme con la mirada.
—Vamos —ordenó uno de ellos, al decir eso, salen hacia la salida y se adentran todos a un coche.
¡Maldición! Agito mis manos frustrado conmigo mismo, hago una mueca de dolor sintiendo el golpe en mi mejilla.
—Eres un jodido desastre, Aarón —espeta Carlos.
—¡Solo cierra la boca, Carlos! —suspiro derrotado, siempre metiéndome en problemas estúpidos.
[...]
ELLE WALTON
Desde pequeña he tenido desmayos, aún recuerdo que todos se preocupaban mucho cada vez que sucedía. Mi padre ha pensado en operarme, sin embargo, le he dicho que no hasta el momento, tengo miedo de que algo salga mal, las cirugías en el corazón tienen una probabilidad de salir bien y otra mitad mal, a lo que quiero disfrutar mi vida aun si es por poco tiempo.
Abrí los ojos pesadamente, mi cuerpo se siente extraño, tal vez deba culpar alguna droga o pastilla, al ver a mi alrededor veo lo que más odio; hospitales. He pasado tantos años en hospitales, lo cual no puedo soportar estar en uno.
Noto a mi padre llorando en un sillón cerca de mí, con ambas manos en su rostro cansado.
—Papá, todo está bien —mi voz se oye un poco ronca al hablar. Él suspira al verme, se limpia sus mejillas con el dorso de su mano.
—Elle —emitió con dulzura, sus palabras se sintieron como un suspiro de alivio, me abrazó con tanta fuerza que creí por un momento que me iba a estrujar.
—No puedo... respirar —confesé cortante. Mis hermanos entran corriendo al oír voces, al verme solo suspiran notando que estoy despierta.
—Menos mal que despertaste, mocosa —expresó mi hermano Eric aliviado.
¿Qué diablos pasa? ¿No es simplemente un desmayo? Abrí los ojos de par en par aterrada y miré a mi padre.
—Hija...—empieza a limpiarse las lágrimas que se formaban en sus ojos. Contenía mis ganas de llorar formando puños a ambos lados de mis costados.
—¿Me voy a morir, papá? —mi voz suena algo débil.
—Tu corazón está muy débil, tienen que operarte —respondió entre lágrimas mientras sostenía mi mano empuñada. Sentí que mi corazón dejó de latir y dejé de respirar, no respondí, pasó un tiempo para que mi cerebro pudiera procesar sus palabras.
—No quiero morir papá, sabes lo arriesgado que son esas cirugías —empecé a temblar y mis lágrimas salían sin control alguno.
—Lo sé Elle, pero si no te operan será más difícil cada día —me agarro las manos temblorosas envolviéndolas con las de él, se sentó en la camilla y acarició mi espalda durante unos minutos.
El médico que me había atendido los últimos cinco años entro de repente. Su presencia era difícil de ignorar, teniendo en cuenta que su aspecto sobresalía entre todos, además de ser el médico más joven, su cabello rubio y sus ojos azules eran bastante difícil de ignorar.
—¿Ya despertó mi paciente favorita? —preguntó el doctor Evan con una sonrisa, revisando mis signos vitales y escuchando los latidos de mi corazón.
—¿Doctor es posible recibir un tratamiento? —pregunté curiosa.
—Como siempre directo al grano, Elle —su sonrisa es algo triste y no llega a sus ojos—. En estos casos, lo mejor sería la cirugía, pero ten en cuenta, si no te operamos a tiempo podrías sufrir un infarto, con respecto al tratamiento, podría servir para calmar el dolor. Si decides recibir un tratamiento tendrás que tomar todos los días medicamentos para calmarte, aunque el mejor tratamiento para que vivas, sería una cirugía lo más pronto posible.