Oscuridad en tu mirada

CAPITULO 5

"Somos dueños de nuestro destino y los líderes de nuestras vidas"

 

CAPITULO 5

 

ELLE WALTON

 

Luego que ocurrió todo el lío con Raquel, ayude a Emma a limpiarse, siempre llevaba ropa extra, así que le preste algunas prendas a lo que me agradeció, pero con el alma.

Salimos al pasillo, pero antes recordé que no había tomado la medicina, puse una mano en frente de ella deteniendo nuestros pasos, —Espera, Emma.

—¿Qué pasa? —preguntó preocupada, arrugó sus cejas confundidas.

—He olvidado tomarme las pastillas, vamos a mi casillero donde está mi bolsa —cambiamos de dirección y nos dirigimos al casillero.

Emma se muestra genuinamente preocupada, —¿Te pasa algo?, ¿estás bien?

—Hace un rato iba a contarte, pero nos interrumpieron. Tengo problemas cardíacos, cuando mi pulso se acelera probablemente me desmaye, por eso tengo este reloj —expliqué, levanté mi mano para mostrárselo —. Es porque si empieza a sonar significa que mis latidos se aceleran más de lo normal.

—Lo siento mucho, no debe ser fácil para ti.

Sonreí con tristeza, —Tranquila, la verdad es que desde que tengo siete años he padecido esta enfermedad. Cuando mi madre murió, estaba internada en el hospital, mi padre tenía mucho temor de que me pudiera dar un infarto, por lo cual no fui al entierro de mi madre. También en un mes me operarán del corazón —emití con tristeza, no sé de donde me salían todas las palabras, de pronto sentí que podía confiar en ella.

—Podrás lograr superarlo, Elle, aún te queda mucho camino por recorrer.

Sus palabras de ánimo me dieron aliento.

Asiento con la cabeza y abro el casillero, —Pensarás que soy muy aburrida con mis problemas, ¿no? —agarre varias pastillas de mi caja de medicamentos llevándolas a mi boca y un envase de agua.

—Para nada, al contrario, pienso que eres tan alegre que a pesar de que sufres esa enfermedad, no demuestras debilidad, al contrario de mí, que ni siquiera me puedo defender de unas chicas tontas —respondió Emma cabizbaja.

—Algún día encontrarás el valor para enfrentarlas, el dinero no hace a las personas, Emma —refuté recostándome en el casillero.

—Espero que ese día llegue pronto.

—Claro que llegará, todos tenemos un punto que explotamos.

Suena la campaña para entrar a clases. Todos los estudiantes salieron a cambiar de salón por lo cual el pasillo estaba lleno, nosotras nos dirigimos a la última clase que era de Biología. Al llegar todos estaban sentados en sus respectivos puestos, solo quedaba el de Emma y el mío. La clase transcurrió lenta y como si nunca diera signos de terminar.

—Bien muchachos, para el siguiente proyecto, les encargaré trabajos en grupos de tres —habló la maestra con voz firme, con ganas de irse a su casa.

—¿Lo hacemos? —dijo Emma con ojos de cachorritos.

—Claro, pero nos haría falta uno —miramos alrededor y solo quedaba el idiota de mi hermano, ay no, Daniel no, nunca me ha gustado estar en grupo con mi hermano porque no hace nada y termino haciendo el trabajo yo sola.

—¿Y tu hermano? —inquirió Emma, mira en su dirección con cara de ¿interés?

—No te recomiendo que te intereses en mi hermano, está completamente roto del corazón, aparte es un idiota —solté sin tapujos.

—Pero es muy lindo, un pecado como él no sería tan grave —Emma cruza ambas manos rogando.

—Solo no vengas llorando cuando salgas herida.

—Que aguafiestas eres —comentó dramática.

—Bueno, si ya conformaron los grupos, así se quedarán, no habrá cambios. Si hay alguien que no tenga grupo que levante la mano —comentó la maestra.

—Profesora, no tengo grupo —confesó Daniel.

Claro tonto, si no preguntas como pretendes estar en un grupo. Debería estar en un grupo con cualquiera de estos chicos, aunque esa aura que flota sobre él rechina hasta el mismo demonio.

—Profesora, aquí nos hace falta uno —habló Emma levantando la mano.

Volteé los ojos y suspiré derrotada. A las personas entre más le dicen que no, más atraen la desgracia.

—Estarás en ese grupo, Daniel. Para la próxima semana entregarán el proyecto, fin de la clase.

Genial, simplemente genial.

—¿Dónde están Eric y Michael? —pregunté tan pronto se subieron al auto, ellos solo se encogen de hombros y miran su teléfono.

—Solo larguémonos sin ellos —comentó Daniel grosero.

—No, Daniel, padre dijo que tenemos que llegar todos juntos y hoy estará en casa, así que se dará cuenta de que llegamos por separado —repliqué con los ojos entrecerrados y tratando de contener mi paciencia por el comportamiento de mi hermano.

—Como sea —dijo fastidiado y volvió a su celular.

Media hora después aparecen los condenados.

—¿Qué diablos mocosos? ¿Dónde estaban? —mi voz sonó más enojada de lo normal.

—Estábamos con el equipo, haremos una fiesta en la piscina en nuestra casa este fin de semana.

Oh no.

—¡Espera! Qué demonios Michael, ¿sabe mi padre que van a hacer una fiesta?, y ¿por qué en nuestra casa?, ¿no puede ser en otra?

—No, así que no andes de chismosa, además papá sale de viaje este viernes.

—Espero que el idiota no esté invitado —zanjé cruzando mis brazos.

Todavía no me olvidaba de cuando Aarón se burló de mi madre, nadie me sacaba de la cabeza que el chico tenía un aura rara, un día era burlón y otro me protegía de chicas locas que lanzan agua.

—¿Eh? ¿Te refieres a Aarón?, pues claro que estará, es el capitán del equipo, tonta—respondió Eric como si fuera lo más obvio y yo fuera una tonta por no saberlo y bueno, en cierta manera lo era.

Maldito seas Aarón.




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