"Las personas llegan a nuestra vida con una razón, el motivo permanece incognito hasta enfrentarlo"
CAPITULO 16
ELLE WALTON
—Estábamos en una habitación, yo bebía alcohol cuando Emma apareció de repente —comenzó Daniel, mi padre le exigió a Daniel contar lo ocurrido, —. No sé qué paso conmigo, pero nos besamos y luego no recuerdo lo que paso, pero estoy seguro de que no tuvimos relaciones, la mamá de Emma nos encontró en un mal momento.
—¿Por qué no le dijiste eso a la señora Sinclair? —replicó mi padre.
Daniel lo miro con reproche, —La señora no me permitió hablar.
—Oh, créeme, yo tampoco lo hubiera hecho —ironizó papá.
—¿Qué pasó cuando llegó su madre? —cuestiono curiosa, ignorando sobre mí, la mirada furiosa de mi padre.
Daniel suspiró.
(...)
DANIEL WALTON
—¿Estás bien, Emma? —pregunté preocupado al ver su rostro tambaleándose de un lado a otro.
—Estoy bien, pero me siento un poco mareada —respondió poniendo ambas manos en su cabello.
Me levanto y la sostengo en mis brazos tratando de buscar su mirada, —¿Emma? —inquirí inquieto, cada vez me preocupaba más.
En ese instante entra una mujer de edad azotando la puerta, tenía el cabello castaño igual que el de Emma, al verla se queda sorprendida, su rostro mostraba completo horror.
—Pero, ¡¿qué le has hecho a mi hija, bastardo?!—exclamó enojada.
—¿Es su hija? —pregunté sorprendido.
Ignora mi pregunta mirándome de pies a cabeza, —¡¿Quién demonios eres tú?!—zanjó la señora. Antes de que pueda responder, me arrebata a Emma de mis brazos. —¡¿Has drogado a mi hija?!
—¿Disculpé?, ¿está drogada? —inquirí sorprendido, creí que había tomado unos cuantos tragos por su aroma, jamás me imaginé que estaba drogada.
—Mi hija no estaría aquí si no estuviera drogada, Emma nunca ha ido a una fiesta —la señora suspira frustrada—. No puedo creer esto, pensé que estaba en casa de Elle.
—Ella es... —empiezo, pero ella me interrumpe.
—¡Silencio desvergonzado!, ¡No te atrevas a dirigirme la palabra! ¿Cómo pudiste aprovecharte de mi Emma? —toca con sus palmas las mejillas de Emma, —. Despierta, Emma.
—¿Mamá?, ¿qué haces aquí? —respondió Emma sonriendo.
—Vas a tener que explicar mucho, señorita, por ahora, solo salgamos de aquí. Y tú —me señala —. Jamás te acerques a mi hija, no te perdonaré
haber abusado de Emma, ¿de verdad no lo sabías? Chicos como tú, son escorias para esta sociedad.
[...]
ELLE WALTON
—Eso fue lo último que dijo antes de marcharse —Daniel bajó la cabeza, avergonzado.
Resoplé, —En lo último que dijo tiene razón, eres plaga para esta sociedad —espeté sarcástica.
—¡Ten un poco de respeto por tu hermano, Elle! —regañó mi padre.
—¿Sigues defendiéndolo?, Solo con las acciones que tuvo ayer, le hizo daño a Emma.
—No me agotes la paciencia, Elle —se pasa una mano por el cabello.
—Bien, pero espero que obtenga su castigo —comenté sentándome en el sillón, me crucé de brazos para ver el espectáculo.
—Daniel, ¿qué te ha pasado? —inquirió mi padre decepcionado.
—No sabía que estaba drogada, lo importante es que no avanzó más allá de un beso —confesó Daniel.
Solo puedo imaginar cómo pudo haber sido el beso para dejar a Emma tan destrozada.
—Aun así, tendrán que asumir la responsabilidad, irán a la casa de Emma a pedir disculpas —ordenó, la mirada severa de mi padre me hizo dar cuenta que estaba realmente enojado.
Espera, ¿qué?
—¿Por qué? Yo no tengo nada que ver en esto —intervine a la defensiva, cruzando los brazos.
—Decirle a la señora Sinclair que su hija está durmiendo tranquilamente en esta casa para luego encontrar a su hija en una fiesta con un muchacho, aparte drogada y borracha, ¿te parece que tu audacia por haber mentido en esta situación no debe ser castigada? —farfulló mi padre enojado.
—Está bien —contesté de mala gana. De reojo vi que Daniel contenía una risita.
—No quiero que esto se repita, si vuelve a suceder el castigo será más severo y si quieren seguir viviendo en esta casa, cumplirán las reglas. Están castigados, no pueden salir en las noches.
—Pero papá...—protesté como una niña.
—Pero nada, saben que soy estricto con sus comportamientos, el extranjero los puede acoger en cualquier momento. Un error más y se irán a otro país.
—Bien —decimos al unísono a regañadientes.
—Después de las clases irán, fin de la charla y Daniel tendremos que hablar seriamente acerca de tu comportamiento con las damas —Daniel asintió.
—¿Cómo te fue? —preguntó Michael intrigado, los otros dos también estaban a la expectativa por saber más.
—Tan bien como se puede —dije subiendo al auto para ir a la escuela.
— ¿Y Aarón? —inquirió Eric.
—¿Qué pasa con él? —zanjé seca, mi cuerpo se tensa un poco al recordar nuestra discusión.
—Se supone que debe recogerte —intervino Michael, a veces creo que estos dos son mellizos, piensan las mismas cosas, que extraño.
—¿Desde cuándo es eso? —intente evitar las miradas de mis hermanos, mirando por la ventana.
—Olvídalo tonta —Eric entiende las señales.
En ese momento entra Daniel mirándonos a todos, se queda quieto mirándome con una mano en la puerta.
—¿Qué estás mirando?, ¿quieres un pase para que te deje entrar? —pregunté cortante.
—No van a pelear aquí —comentó Michael, pero sonó más a una orden.
—Como sea —respondí sin interés, mirando mi teléfono.