Oscuridad en tu mirada

CAPITULO 21

"A veces amar, implica ser débil. En cualquier instante pueden lastimarte"

 

CAPITULO 21

 

ELLE WALTON

 

No recuerdo el momento en que mis débiles ojos cobraron vida. Los sucesos en mi mente fueron llegando uno por uno, el desastre de haber estado encerrada, el hermano de Stefany, el maldito de Cooper nos había traicionado y el momento exacto en el que Aarón cayó en mi pecho.

Solo podía pensar en Aarón en ese instante, así que me levanté con las pocas fuerzas que me quedaban, hice una mueca en cuanto vi que llevaba un yeso en el brazo, al igual que en mi cuello. Sin embargo, no me importó, de reojo logré ver a mi familia del otro lado de la habitación, pero no podía pensar en eso porque mi mente solo estaba en Aarón. Por primera vez ignoré a Ben, por primera vez ignoré al chico que siempre estuvo a mi lado y jamás me lastimó, por primera vez no corrí a sus brazos en cuanto lo vi. Él me vio, pero no dijo nada, su silencio era peor que me gritara.

No podía ser cierto que estuviera muerto, él no podía estar muerto, tenía que vivir y discutir conmigo, no podía irse así, primero tenía que escucharme.

No tenía la menor idea donde quedaba el cuarto de Aarón, pero de lo que estaba segura era que estaba aquí, porque este era el hospital de mi padre y una intuición como el de madre me decía que estaba aquí.

A la distancia vi a Carlos llorando, no puede ser, no era posible que estuviera muerto.

Mis pies se movían por sí solos porque mi mente estaba procesando cosas, muertes, asesinatos, velorios, no podía perder a Aarón, porque yo tendría la culpa, porque me amargaría la vida y jamás podría ser feliz de nuevo. Tenía que ser con él, por lo menos teníamos que intentarlo.

—Carlos —pronuncié en seco, no podía formular palabras concretas, el corazón me martilleaba en mi pecho como una locomotora.

Carlos se volteó hacia donde mí y asintió con la cabeza y en ese pequeño microsegundo mi mundo se detuvo, fue como ver pasar el tiempo en cámara lenta, los doctores pasaban a mi lado, el aire se sentía helado en mi piel, estaba desnuda debajo de esta ropa de hospital.

Negué con la cabeza, no podía ser, no sucedió.

—¿Dónde está? — tartamudeé negando con la cabeza, el dolor que sentía en mi cuerpo, fue reemplazado por una punzada en mi corazón, la sangre se me congeló, el miedo en mi cara pareció transparente porque Carlos señaló la puerta de al lado.

Tomé una bocanada de aire para respirar, necesitaba eso, porque en el momento en que mis ojos lo vieran, no podría soportar.

Y así fue, entré al cuarto, nadie estaba presente, solo era él y yo. Aarón estaba cubierto con una manta de pies a cabeza, entonces era cierto. Corrí tan desesperadamente hasta donde él, las lágrimas brotaban como una cascada, no podía soportar verlo así, sentí que el mundo me tragó porque no podía con mis pies, en frente de él me derrumbé, chillaba como una niña, gritaba, pataleaba, el dolor en mi cuerpo no lo sentía, solo mi corazón.

Él no podía estar muerto, lo negaba gritando y llorando sobre la camilla, no podía verlo, esa manta que lo cubría nos alejaba, el mundo no significaba nada sin el idiota. Podríamos discutir, tener pensamientos de matarnos entre ambos, pero él seguía un siendo un adolescente, aún con el poco tiempo desde que nos conocimos, me enamoré perdidamente de ese idiota. Si existe el amor a primera vista ¿Por qué no me puedo enamorar de alguien que no cumple los estándares de un novio? Pero no me importaba, Aarón tenía remedio, porque las personas cambian si quieren, las personas pueden amar, y hacer tantas cosas por alguien, eso lo sabía, si, tal vez era una idiota por repetir lo del pasado, pero Aarón no era mi exnovio y no lo compararía con él nunca.

—Aarón, ¿por... qué demonios? —solté llorando, no sabía lo que decía, tenía un nudo más amarrado que los cordones de Charles, tenía impotencia, rabia, tristeza, quería echarme a llorar hasta que no me quedará más lágrimas.

—Estúpido Aarón, idiota, pendejo, ¿por... qué? —emití golpeando la camilla —. Antes de irte, tenías que escuchar que... yo... yo...

En ese momento Noah con una malteada en mano pasa relajado y entra por la puerta con una expresión confundida, alterna la vista entre Aarón y yo, me observa durante unos momentos más, su mirada descansa en mi rostro vuelto mierda, mi brazo y mi cuello con un yeso, mis manos formaban puños en la sabana a los costados de Aarón.

—¿Por qué estás así? — preguntó absorbiendo su malteada de lo más relajado.

No podría ser que...

Limpié mis lágrimas y soplé mis mocos en la ropa de hospital, —Carlos me dijo que Aarón estaba ya sabes...—confesé confundida, trague en seco porque no entendía nada.

—¿Muerto? —Noah suelta una carcajada—. No, ¿crees que te librarás fácilmente de esa escoria? Falta mucho para que te libres de él —respondió señalando a Aarón.

—Pero, ¿por qué está con la manta cubierta hasta la cabeza? — zanjé confundida, las palabras de Noah llegaron lentas y precisas, apenas reaccioné me di cuenta de la situación, Carlos me había hecho una maldita broma.




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