Samay Lopéz (POV)
El cielo azul oscuro, repleto de tenues destellos y un astro resplandeciente...
Así se mostraba el cielo, cuando el olor metálico de la sangre inundaba mis fosas nasales, dejándome sin alma; cegando mis ojos de furia y dolor; y revelando la oscuridad, que mantuve oculta durante 16 años.
Así, era la noche en la que mis demonios salieron a la luz; en la que por primera vez, sostuve un arma y decidida, asesiné.
No todo lo que brilla es oro. Pues, tomamos aquello que nos llama la atención, siendo inconscientes de lo que realmente es. Y siempre, eludimos aquello que es opaco y descolorido, por creer que lo bello es bueno y lo feo, malo. Creo que eso pasó aquella noche. Había tanta paz, que no deduje que en una noche tan bella, podría perder aquello que me mantenía, lucida. Pero, subestime la armonía.
Nunca le había encontrado sentido a la frase: "La vida te puede cambiar en un segundo". Hasta aquella noche estrellada, en la que asesinaron a mis padres.
Después de dos años, desde esa oscura noche, mi juicio paso de ser inocente a retorcido.
Decir que poseo sentimientos, seria mentira. Cuando vi yacer los cuerpos de mis padres sobre el liquido espeso y rojo, lo único que hice fue apuntar y apretar el gatillo de mi arma, dejando sin vida a uno de los criminales y liberando en esa bala, todo tipo de sensaciones, quedando vacía.
———
Mientras caminaba por el arcén de la ruta, miré la luna, aquella que estuvo en mis peores noches.
— Eres el único testigo que percibió mis pecados y que no podré asesinar—le susurré.
Después de contemplar la noche de Asheviel, en una larga caminata, un auto estacionó detrás de mí. Al oír que una de las puertas se abrió, por instinto, dí media vuelta y me encontré con joven enfurecido.
— ¡Habíamos quedado en que me esperarías en el orfanato!—protestó.
— Hola Will—Sonreí con falsedad.
— ¿Por qué no me esperaste?
— Porque no—Me encamine hacia el auto.
— Tenias que esperarme allá.
Lo miro enarcando una ceja— ¿Para qué? ¿Para ver como el establecimiento ardía en llamas?—dije obvia.
— ¡SI!
Volteé los ojos, mientras entraba en el lado del copiloto.— ¿Todos están ahí?
— Si, todos presentes—dijo con cansancio.
— Perfecto—Sonreí y él encendió el motor— Si no me reconoce, no diremos nada. De lo contrario, deberemos actuar. ¿Quedó claro?—Asintió.
Peter Edwin (POV)
¿Alguna vez, sintieron que algo extraño está por pasar?
¿Sintieron, esa sensación de incertidumbre en el cuerpo, como si te dijera que vas a morir en algún momento?
Bueno exactamente eso, estoy sintiendo ahora.
Hace más de 2 horas, Will salió en busca de más bebida. Pero al paso de una hora y media desde su partida, una llamada de él me dejó un tanto confundido.
— ¿Seguro que has escuchado bien?—pregunta Mara dejando una botella de cerveza, frente a mí.
Desde que la llamada acabó permanecemos sentados en la sala de la cabaña.
— Escuché muy bien, él dijo “estamos llegando”—Flexioné los dedos en forma de comillas— Y después de eso, escuche la voz de una chica que me resulta conocida, pero no logro saber de donde.
— Tranquilo hermano—Fred palmeó mi espalda— Debiste confundirte con la radio— Apoyé mis codos en las rodillas, pero me puse de pie en cuanto escuché abrirse la puerta de entrada dejando ver a un Will, serio.
— Will, ¿Donde verg...— Mi pregunta quedó en el aire cuando vi entrar a la seguidora de mi amigo.
Una chica de tez blanca, delgada de pocas curvas y con un cabello que le llega a la cintura de color marrón. Sus preciosos ojos grises, miraron directamente los míos. Y sus labios, gruesos y rosados, una sonrisa ladina formaron.
Es esa chica que, por dos años, creí muerta.
Todos estamos en shock. Bueno, creo solo yo, ya que Mara solo la mira mientras camina a ella y la abraza; y Fred mira lo que sucede, con seriedad.
La chica que se roba la atención de todos, deshace el abrazo y se acerca.
— ¿Sin palabras Edwin?—dijo una vez frente a mí. Su expresión era fría, ladeo su cara y con sus ojos estudió mi rostro. Cuando miró mi boca, entreabrió sus labios, como si quisiese besarlos.
— ¿Sa... Samay?—tartamudeé, ya que con su penetrante mirada, logró ponerme nervioso.
— La misma—dijo alejándose y dejándome, aun más confundido de lo que estaba, para sentarse junto Will, quien ya se había puesto cómodo en uno de los sillones.
— ¿Quien es ella?—cuestiona Fred, sin expresar ningún tipo de emoción.
Samay lo mira con los ojos entrecerrados y dice— Disculpame por ser mal educada—Le ofreció su mano— Soy Samay Lopéz.
— Frederick Rodriguez—Tomó su mano y le acercó su rostro, mirándola de manera desafiante— Szukasz zemsty?*—Suelta su mano.
— Może po prostu przyszedłem na tortury.*—Sonríe con malicia.
Chasqueo sus dedos y de inmediato seis hombres, con vestiduras especiales de color negro, se hicieron presente y se ubicaron detrás de ella y de Will.
— A sus ordenes Srta. Lopéz.
— ¿Will, que pasa?—pregunta Mara.
— Buena pregunta, ¿No Samay?—habló Fred— Dlaczego nie powiesz swoim małym przyjaciołom, kim naprawdę jesteś?*—Soltó una risa burlona.
Samay señalo a Fred con su barbilla y dos de los hombres se acercaron a él con unas cadenas, pero me interpuse entre ellos con mis abrazos extendidos, como si fuese un escudo protector.
— Peter—habló Will.
Editado: 12.12.2020