Oscuro paraíso (la oscuridad del angel)

CAPITULO 1

 

CHRISTOPHER.

































 

El ambiente, el aire de mi alrededor, de pronto me parece pesado y sofocante. Incluso me hace sentir asfixiado y lleno de una extraña impotencia y desesperación. Empieza a taladrarme el pecho y pone en alerta a  todo dentro de mí. Un calor intenso y abrasador ha comenzado a envolver a mi inmóvil cuerpo.

La nueva sensación de aprisionamiento que me trae la desconocida fuente de donde percibo este aplastante calor, es tan abrumadora, que apenas me permite soportarlo. Talvez sólo soy yo y el nerviosismo creciente en mis adentros. Qué extraño... Hace tanto tiempo que mi cuerpo ya no reaccionaba tan afectado, hace tanto tiempo, veinte años con exactitud, que este había dejado de darle  tanta importancia a los bruscos cambios de temperatura. Aún no me acostumbro a esto, aún no puedo evitar sorprenderme por la manera inmediata en la que me demuestra mi cuerpo que ya no es cómo antes solía ser.

Cada día me siento menos normal, menos..., humano. El dolor de un simple o fuerte golpe, ahora es una caricia para mí. La quemadura de una fogata o de un cigarrillo, son la misma jalada. Un delicado toque que sólo logra causarle cosquillas a mi piel. Son muy pocas las cosas que últimamente son capaces de hacerme reaccionar o sentir de nuevo.

El frío del invierno ya no me paraliza cómo antes, ya no me hace estremecer, ya no me hace ser parte de él. Se podría decir que eso es una de las cosas que más extraño y de las que más lamento ahora el perderme, porque en este estado, casi muerto, en el que me he estancado desde hace ya veinte años por voluntad propia..., ya  no puedo disfrutar de las nevadas. De nada, de hecho. Ya no puedo sentirme cómo ese chico que era antes y que ya estaba tan acostumbrado al frío de Cold Spring. Todo eso se ha ido.

Él se ha ido.

El invierno se ha vuelto sólo un silencioso acompañante vestido de blanco. Esa es la única forma en la que logro familiarizar ahora con él. Y el abrigo cálido que antes me traían los días de verano..., se ha ido para ser reemplazado por nada. Mis días soleados sólo son... luz. Ya no es calor insoportable, de ese del que te obligaba a estar en una piscina todo el día. Han sido muy escasas las veces en las que lo he sentido, quemando y gratificando a mi piel con su cálida caricia, y sólo un poco.

Han pasado casi veinte años desde mi transformación a Anónimo, desde que decidí convertirme en uno de los guerreros del Ángel guardian, con el propósito de ser un protector de los demás humanos y destellos, cómo lo hacen desde hace siglos Koran, Abby, Milton y Evan. Esos increíbles y espectaculares chicos, poseedores de alucinantes poderes, que conocí en mi antiguo infierno y que ahora son mis compañeros. Un infierno llamado Amon. Desde lo que ocurrió con él y por él, no he terminado de conocerme y tampoco entiendo qué es lo que demonios soy ahora.

Soy un Anónimo, mis ojos han cambiado por un color púrpura cómo el de ellos, mi piel es del color de la luna, mi cabello es negro. Lo único que conservé de mí... fue mi apariencia de dieciocho años. Cambios físicos que me aseguran ser uno de ellos. Sin embargo ya no tienen tanta relevancia para mí, pero que creo es importante recordar, ya que mi aspecto actual ha sido uno de los factores importantes que me han hecho cambiar mi vida, refiriéndome a mi vida con mi familia. Los tuve que dejar porque no podían ser parte de mi nueva verdad.

Porque de ellos... es de quienes ahora me tengo que ocultar.

Llevo años sin ver a Annie. He tenido que hacerla liar con mentiras para explicar mi ausencia en las navidades, cumpleaños y demás. He sacrificado mucho, al igual que todos los demás chicos destellos que han elegido ser parte de esto. Eso es lo único en común que tengo con los cambios por los que también tuvieron que pasar los chicos después de su transformación, si hablamos de los básicos, pero... ya hablando de los extraordinarios, mi cuerpo se ha vuelto diez veces mas resistente que el de ellos, mis sentidos se han desarrollado al máximo.

He tenido una evolución tan extraña e impresionante, pero al mismo tiempo... es aterradora.  No tiene explicación, no debería ser así. Todo ese poder que he adquirido gracias a la bendición del Guardián..., aveces me hace sentir tan abrumado y asfixiado. Y otra cosa más que no entiendo, es de que mis antiguos poderes de vengador... volvieron.

Nadie lo entiende y tampoco parecen darle tanta importancia cómo lo hago yo. Al principio me hizo sentir alarmado, temí y creí en  la posibilidad de haber vuelto a ser influencia de los Dykant, pero la antigua marca que poseía mi piel no ha vuelto a aparecer. No volvió, sólo  el poder destructivo que, tambien para mi sorpresa, dejó de ser tan brusco cómo lo era antes y ahora es más fácil de manejar. Es como si al fin se hubiese adaptado a mí, pero...

¿Por qué volvió?, ¿en qué me han transformado ahora?

Es increíble. Ni siquiera puedo asegurar que soy cómo mis otros compañeros. No sé qué soy en realidad, pero esto, en lo que me he transformado, no tiene nada que ver con los demás héroes anónimos. Ni siquiera con Koran. Ahora soy más extraño que él o al menos eso es lo que me han enterado algunos murmullos en el palacio azul.

Tiene que ser una jodida broma que también destaque cómo el fenómeno, entre los verdaderos fenómenos como lo son todos esos chicos con los que ahora convivo.

Koran y Abby dicen que no me preocupe por mi peculiaridad, pero no puedo dejar de darle importancia y últimamente me he obsesionado con buscar el "porqué", de mi nueva diferencia con los anónimos normales.

Sé que no es sólo el poder del vengador, siempre hay algo oculto. Siempre.

Siempre encuentro una nueva sorpresa en mí que me conlleva a nueva preocupación por ocultarla del mundo real. Es estresante tener que ocultarse de los demás todo el tiempo para que no descubran mi nueva naturaleza, pero hay veces en las que no me importa mostrarme ante el mundo cómo lo que realmente soy ahora. No digo que me he revelado por completo, no soy tan imbécil para permitir eso por supuesto, pero sí me gustaría ser menos cauteloso. Es cansado tener que serlo todo el tiempo. Aveces ni siquiera es tan necesario. 




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