Oscuro paraíso (la oscuridad del angel)

CAPITULO 5

Connie🌷

Julio 20, 2019.




























 

Después de la cena con los señores Fothem, Berit me ayuda a instalarme en su habitación. Ambas trabajando en el acomodo de mi ropa, ella haciéndome espacio en su ropero y yo desempecando y organizando prenda por prenda. No es mucho lo que tengo y casi todo ha sido obsequiado por Berit, lo demás son donaciones de la iglesia de San Miguel.

Mi mirada se clava en la ventana frente a mí, mi reflejo en ella dándome la bienvenida. Me permito detallarme un poco y un brillo peculiar y, desconocido, encuentro iluminando a mis ojos claros. Una sonrisa tira de las comisuras de mis labios al ver el grato cambio que este le da a mi rostro. Jamás lo había visto en mí, pero me agrada, me hace ver mas... diferente. ¿Feliz?, talvez. Así me siento ahora al mirar al cielo desde aquí.

El orfanato ha sido mi refugio y me siento agradecida con las monjas por haberse hecho cargo de mí durante estos dieciséis años, pero la libertad que siento al estar fuera de él... es maravillosa. Incomparable. Es emocionante poder conocer más allá de esas barreras de concreto que lo rodean. Goldstein siempre me ha parecido interesante, es un pueblo tranquilo, rodeado de mucha naturaleza y paz. Y, apesar de tener un cielo gris casi todo el tiempo, su belleza no es opacada. No se presume con tristeza, su magia sigue ahí y es lo que me atrae tanto de él.

El cielo nocturno siempre me ha parecido lo más hermoso que se pueda conocer. Me encanta el cielo, incluso he tenido sueños locos en los que soy capaz de tocarlo. Sentirlo...

Ser parte de él...

Después de quedarme varios segundos contemplando la gran luna blanca que se asoma por encima de los techos puntiagudos de las casas que se encuentran en frente, alejo mi mirada de la ventana y después escaneo todo mi alrededor, siendo guíada por una nueva curiosidad.

Me  gusta mucho la decoración que hay en la habitación de Berit. He encontrado mucho rosa para mi gusto, pero aún así, el lugar luce lindo y acogedor. Definitivamente tan Berit, con su típico olor a lavanda por todos lados. Debe ser agradable tener un espacio que sea sólamente para ti. Los Fothem han sido maravillosos con ella al brindarle tanto. Berit es afortunada y espero que lo sepa. Mi único refugio personal en el orfanato es el jardín trasero, cerca de los rosales, pero no lo puedo hacer menos. Ha sido mi mejor cómplice de meditación en los momentos que quiero estar sola en la tranquilidad del silencio.

Cada persona puede encontrar una manera para ser feliz con lo que tiene. No importa si es poco o es mucho... El hecho de tenerlo ya nos hace afortunados.

— Oye, ¿entonces me darás ese tour mañana?, ¡¿podemos invitar a Connor también?!—  le pregunto a Berit, mientras termino de acomodar algunas prendas dentro de un cajón.

Escucho un sonido parecido a un bufido después, no puedo evitar reir porque sé que la he molestado de nuevo.

— ¡Sí! , ¡y sí! ¡Es la milésima vez que te lo digo, Connie! ¡vas a volverme loca!

— Serías muy afortunada si estuvieras loca. — bromeo, pero sólo escucho un gruñido de ella que me vuelve a hacer reír.

— Eres una increíble joda, pequeña soñadora. — suena irritada. Sin embargo, mi sonrisa burlesca aún se conserva en mi rostro. Me gusta molestarla.

El genio de Berit aveces me trae extraños deja vu's que me hacen sentir extraña.

Es cómo si me hiciera pensar o recordar a alguien más...

Es extraño, lo sé, pero ella aveces me hace pensar...  en alguien más.

<<Jess...>>

— Jess...

¿Que?

— ¿Q-que de qué?— digo después de Berit, regresando un poco desorientada al aquí.

No sé cuánto tiempo me sumergí en mis pensamientos, pero, al enfrentar a mi amiga, la encuentro mirándome con extrañeza y con el ceño fruncido. Está sentada sobre su cama, sosteniendo su celular con su mano.

<<Dios... ¿qué fue eso?>>

— ¡Uff!. Aveces das miedo cuando te pierdes así, ¿sabes?

Sólo le ruedo los ojos al cielo, pero aun no puedo evitar sentirme extraña por la increíble manifestación que hubo en mi cabeza hace segundos.

Esos ojos, esa mirada de miel.

Lo recuerdo... 

— Pareces loca, pero no te preocupes por mí, ya me acostumbré.

Imito sus últimas palabras, con voz gruñona para molestarla. Ella ríe y después se levanta de su cama y camina hacia su buró para empezar a revolver algo dentro de un cajón.

— Te prometo que  iremos por Connor después de llegar de Alster, ¿feliz? Sólo si me prometes también que no te detendrás a hablar con extraños de nuevo. ¿Bien?

¿Por qué sigue insistiendo con eso?, ¿Enserio se ha vuelto tan paranoica?

No puedo creer que aún siga reprendiendome por haberle dirigido la palabra a esa señora. ¿Qué es lo que verdaderamente teme de ella?

— Berit...

— Connie... — imita mi tono, pero esta vez me doy cuenta de un dejo tenso en su voz.

Suspiro y después me recargo en el mueble que está detrás de mí. Me cruzo de brazos.

— No empieces con lo mismo. Ya te dije que no fue...—

— Connie, tú no sabes nada de aquí, mucho menos conoces el tipo de gente que puede haber. No todos son igual de amables que las monjas que nos cuidaron.

Una punzada de coraje se hace presente en mi pecho al distinguir también el dejo severo y sobreprotector en su voz.

Es cómo si me creyera una estúpida y una ingenua. Por supuesto que sé cómo darme cuenta de lo que es una amenaza, no necesito que ella me lo aclare, ni que me cuide la espalda todo el tiempo. Ahora veo cuanto puede llegar a subestimarme y, no quiero darle importancia a eso, pero no puedo evitar hacerlo.

Odio cuando se pone así de necia conmigo. Odio que me exagere todo.




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