Oscuro paraíso (la oscuridad del angel)

CAPITULO 31

Connie 🌹

Diciembre 9. 2019.



































 

Mis manos duelen por las frías esposas que llevo puestas y mis piernas, débiles y lastimadas, tiemblan sin parar al caminar por un estrecho corredor gris, en compañía de dos oficiales de seguridad. Mis ojos se obligan a detallar con temor lo que se encuentra frente a mí y mi estómago se revuelve al percatarme del caos que es este lugar en realidad.

No puedo creer que vaya a vivir aquí a partir de ahora...

No puedo creer que esto vaya a ser realidad.

Ya es realidad...

Me abruma el alboroto que encuentro ahora, y me llena más de nervios el pensar que esto se debe... a mí. A mi presencia aquí. Trago grueso, sintiendo cómo el terror se instala en cada parte de mí. Algunas de las chicas prisioneras empiezan a gritarme sin fin de cosas desde sus celdas, no logro entender, pero igual me intimidan, y otras sólo me lanzan besos o me dedican miradas de diversión. Una de las oficiales que me acompaña me dice algo, pero no logro entender. Todo de mí está totalmente concentrado en el desastre que me rodea.

Dios...

<<¿Qué será de mí estando aquí? ¿Qué es lo que me espera a partir de ahora dentro de un lugar cómo este?>>

Hace tres días se dictó mi sentencia en Hamburgo, hace tres días que se organizó un movimiento para que fuera trasladada al reclusorio juvenil de Wankow en Berlín. Hace tres días que ha empezado un nuevo infierno para mí, pues ya he perdido todo... Ya se me ha alejado de todo lo que amaba. No puedo creer aún en esto, lo esperaba, me había resignado con todas las pruebas presentadas, pero ahora que ya está pasando, ahora que lo estoy viviendo en carne propia... me siento sin fuerzas y más desesperanzada que nunca.

No, no quiero perder mi fé, no quiero ser consumida por la amargura y por el rencor... pero es demasiado todo lo que ha ocurrido. Tal vez de este infierno hablaba Emily, tal vez de esta horrible manera, separándome de mis amigos y perdiendo todo con el delito comprobado del que se me ha acusado, se llevaría a cabo esa tortura de la cual muchas veces me acusó de ser merecedora.

Ahora más que nunca creo en ello, en lo que hizo Lamia, pero, aún así, lo creo demasiado porque esa bruja me tendió una trampa, por todo lo planeó, porque desde el principio Emily se encargó de llevarme a la desesperación y así asegurarse de yo que yo lo arruinara de una u otra manera. Nunca hubiera sido capaz de tal cosa, por Dios... No puedo soportar esto. No puedo soportar que, al final de todo, ella haya logrado salirse con la suya.

Mi infierno apenas comienza...

Me he olvidado  del  barullo que invadía al lugar. Soy bruscamente traída al aquí gracias al objeto que de pronto lanza una chica de una celda que se encuentra a mi costado derecho, y el cual logra golpear mi rodilla. No sé lo que era, pero era muy duro, tal vez un pote de algo. Reprimo un quejido de dolor, con las pocas energías que me dejan mis nervios alborotados. Sin embargo, el dolor se vuelve insoportable segundos después, me dió justo en la rodilla fracturada, y, sin poder evitarlo, me doblo por el dolor, deteniendo abruptamente mi andar y al de las oficiales que ahora me custodian.

— ¿Qué crees que haces?

— ¡Muévete ahora, niña!

De pronto una de ellas me suelta de un brazo y, antes de darme un empujón con su mano, yo caigo de bruces contra el suelo. El dolor en mi tabique y las risas estallan de inmediato, aturdiendome por completo. Una de las chicas grita algo acerca de yo ser una idiota y, sin darme tiempo a asimilar lo que pasa ahora en el aquí, soy levantada de golpe por las dos policías que previamente me sostenían.

— Vamos niña, no tenemos tiempo para esto. — demanda la mujer de uniforme que me sostiene y las risas de las demás jóvenes lo vuelve a invadir todo.

Trago grueso, mirando cómo se siguen riendo de mí.

<<Tranquila, por favor tranquila...

No hagas más show, ¡tranquila! Sólo buscan provocarte.>>

Levántate, ¡ahora!—  No me doy cuenta  del momento en el que me toman de nuevo del brazo y me levantan de un tirón, haciendo que mi hombro truene. Aprisiono mis labios con mis dientes con fuerza, siento que voy a explotar de todo lo que estoy conteniendo ahora —. ¡Muévete! —recibo un nuevo empujón y, antes, de caer otra vez, decido obedecer y activar mis temblorosos pies de inmediato.

Soy consciente de que se me ha asignado a una área especial y, temo admitir, también peligrosa, porque aquí se encuentran las verdaderas chicas que cometieron actos atroces, claro... cómo el que yo hice. Sin embargo, al mirarlas no puedo evitar sentirme más allá de lo angustiada, pues, aunque haya hecho yo... lo que hice... no soy cómo ellas. Por supuesto que no y no las juzgo sólo por cómo lucen. Sus miradas de odio y oscuridad me hacen saber que estoy por tratar con verdaderas criminales, con chicas que han cometido lo inimaginable. No soy nada comparado a ellas, ahora me siento cómo un borreguito rodeado por una jauría de lobos.

Sí... sé que no es bueno empezar a sugestionarme, sé que sólo lo complico más al concentrarme en el miedo, pero es inevitable. Todo va de mal en peor y justo esas miradas que veo posarse sobre mí ahora... me hacen ser consciente de que lo único que me esperara aquí... es el infierno.

<<Tal vez lo merezca.

Tal vez no.

Sea cómo sea... está por pasar, y de aquí, ya no tengo salvación.>>

— Hogar dulce hogar, niña. — Escucho decir a una de las policías y, seguido de eso, nos posicionamos frente a una celda vacía y oscura.

Algo en mis adentros se estremece al ver lo que hay dentro, pues lo primero que encuentro es a una litera y un inodoro al lado de esta. Sin embargo, lo que ha llamado más mi atención, es ver muchos dibujos en papel, pegados por casi toda la pared. Al ver también las pertenencias de alguien en la cama de arriba; una gorra, una bufanda, un cuaderno, es cuando caigo en cuenta. Tengo una compañera, pero... ¿dónde está? ¿Por qué no está aquí?




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