Oscuro paraíso (la oscuridad del angel)

CAPITULO 33

Connie.

24 de diciembre, 2019.



























 

Las alarmas suenan con  fuerza por todos lados, las luces siguen apagadas, pero todas aquí aún somos capaces de distinguir a la gran figura oscura y tenebrosa que se ha posado en medio del pasillo.

No puedo reaccionar, me he quedado congelada viéndolo a él y a la cabeza chorreante de sangre que ahora guinda de una de sus manos. Escucho los gritos histéricos de las chicas que se encuentran a mi alrededor.

Empiezo a retroceder, sin dejar de mirarlo.

Esto no es cierto...

No es verdad, no está ocurriendo... ¡Debe ser una pesadilla! ¡Tiene que serlo!

— Connie...— escucho que alguien me llama y después siento cómo agitan mi hombro, pero ni siquiera eso me ayuda a salir del shock. No sé lo que me pasa, pero me siento muy asustada para moverme—. ¡Connie, Connie! ¡Despierta! ¡Vamos!

Los gritos desesperados de Anna me hacen regresar de golpe al aquí y, cuando al fin logro alejar mi mirada de aquella figura que aún yace de pie en el pasillo, encuentro a mi compañera a mi lado, mirándome con temor puro. Sus manos aún me sostienen firmemente.

— Connie...

— Son ellos...— La expresión de su rostro cambia a una más alarmada. Sus ojos claros esta vez me miran completamente abiertos. Trato de armarme de valor y encontrar mi voz para continuar;—Son... son ellos, Anna.

Está a punto de decirme algo, cuando somos  atraídas de golpe por un nuevo escándalo. Los gritos de las chicas vuelven a aturdirlo todo y a hacerme sentir más angustiada. No sé lo que ahora está pasando, esa oscuridad no me permite ver bien, pero, en pocos segundos, al investigar más de cerca lo que ocurre... es cuando me paralizo por completo.

— ¡Ayuda!

— ¡Ayuda por favor!

Han llegado más sujetos cómo el anterior. Éstos ahora están tratando de entrar a las otras celdas. Son demasiados y varios de ellos ya han logrado ingresar. Empiezo a negar frenéticamente y después tomo a Anna para tratar de ocultarnos debajo de la cama. Ella empieza a llorar al escuchar los gritos de auxilio de las demás.

— Co-Connie...

— Tranquila, sólo no hagas ningún ruido.

— Ellos saben que estamos aquí.

El corazón se empieza a destrozar dentro de mí y la impotencia quema en mis venas, al escucharla a ella tan asustada.

No puedo permitir que nada malo le pase...

No.

— Dios, ¿qué está pasando?

— Tranquila, te lo ruego. No dejaré que te toquen.

— Pero si son ellos... entonces tratarán de hacerte daño a ti.

Cierro mis ojos y un sentimiento de culpa y desesperación empieza a inundar mis adentros,y a robar la poca calma que me queda. Intento hacer varias respiraciones profundas para no perder el conocimiento, porque ya siento que estoy por desvanecerme, pero ni eso me ayuda a recobrar un poco de tranquilidad.

Estoy temblando...

Estoy nadando en pánico...

<<¿Qué hago? ¡¿Qué es lo que debo hacer?!

¡Ellas no merecen que les hagan daño! ¡Tampoco tienen nada que ver! ¡¿Pero qué se supone que haga?! Son demasiados, demasiados y si decido rendirme...>>

— No lo hagas o las cosas serán peor.

La voz de mis pensamientos de pronto es interrumpida por una totalmente diferente.

Selen...

¿Selen? ¿Cómo es posible que pueda...?

No te rindas, Connie. No dejes que ellos ganen, no lo permitas.

De pronto dejo de escucharla y al ser completamente consciente de lo que ocurre en el aquí... me percato de lo aterrada que está Anna. Probablemente lo está más que yo, su cuerpo no deja de temblar y su rostro no lo deja de ocultar con sus manos. Ver eso me hace tragar grueso y, un impulso naciente del coraje que ahora me ha llenado por presenciar esta abominación que está ocurriendo con aquellas otras chicas... me anima a hacer lo siguiente.

Salgo de mi escondite, recibiendo una mirada alarmada por parte de Anna y, antes de ser detenida por ella, corro a la reja para golpearla.

— ¡Oigan! ¡Dejenlas en paz! ¡Dejenlas, aquí estoy!

— ¡Connie! ¡¿Pero qué demonios crees que estás...?!—

— ¡Vengan por mí, vamos!

A pesar de los gritos de reprensión de Anna, sigo tratando de llamar su atención, y, cuando al fin lo logro... doy unos cuantos pasos hacia atrás.

Son más de tres los que me han visto ahora, son altos y están vestidos con extraños atuendos oscuros, parecen enormes capuchas. El barullo con algunas chicas se detiene, las han dejado en paz para verme a mí sólamente. Usan máscaras, pero aún así soy capaz de sentir sus miradas puestas sobre mí, de una manera tan profunda que ha comenzado a inquietarme.

— Connie...

Rápidamente corro hacia Anna y la intento cubrir detrás de mí al ver cómo uno de ellos empieza a dirigirse a nuestra celda y todo dentro de mí se activa con furia, cuando lo veo tratando de romper la reja cómo lo hizo con las otras. No puedo reaccionar, el sonido de ella cediendo y del concreto de las paredes quebrantandose me pone los pelos de punta... pues me parece increíble que con tan sólo el uso de su fuerza física... esté logrando quitarla.

¿Qué diablos?

¿Qué es lo que son? ¿Cómo puede tener tanta fuerza para deshacerse de una reja así?

Mi cabeza comienza a negar una y otra vez al ver cómo los otros también tratan de ingresar. Anna detrás de mí ha empezado a llorar desgarradoramente, mientras se aferra con fuerza a mí. Están a punto de entrar. Trato de encontrar mi fuerza para girar hacia ella y hacerla mirarme, ya que su rostro lo tenía escondido con sus manos.

— E-escucha, escucha Anna, quiero que pongas atención, ¿sí?

— Co-Connie...

— Por favor, quiero que hagas esto. En cuanto ellos logren abrir... quiero que corras, que huyas lo más lejos posible de ellos, y que te pongas a salvo, ¿de acuerdo?




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