Oscuro paraíso (la oscuridad del angel)

CAPITULO 34

Connie.






















 

El frío a mi alrededor se ha vuelto más intenso e insoportable. Mi piel, lastimada y débil, ya estaba pagando duras consecuencias por eso, pero aún así trato de mantenerme firme ante las personas que yacen frente a mí. Estoy asustada, nerviosa... No puedo con tanta tensión envolviendome, es cómo estar cayendo en un pozo oscuro, es cómo estar ahogándome en él, pero ahora no puedo hacer nada para evitar tal desagradable sensación, y nada más me queda el mirar con angustia y confusión a la chica de cabello blanco y vestido del mismo color que se encuentra a unos metros.

Está viva...

Es ella, es Marín.

Está aquí, pero... ¿Por qué luce tan extraña ahora? ¿También que ha sido eso que ha dicho hace un momento? ¿Belia? ¿Cómo que se llama Belia?

No entiendo nada, no sé cómo reaccionar ahora ante lo que ha dicho la chica de blanco, con la cual, por cierto, crecí y viví sin fin de cosas desde mi ingreso al orfanato. Una de mis mejores amigas, una de mis hermanas. Sin embargo... al ver la mirada que está dedicándome ahora, tan fría, tan... diferente a las otras que me ha dado antes, me siento llenar de una extraña inquietud y de un tormentoso... temor.

<<No es Marín...

No son sus ojos, no es su mirada, no es ella..>>

Me repite una y otra vez mi conciencia y desgraciadamente... concuerdo con ella, pues, aunque ahora la esté viendo aquí, frente a mí, aunque reconozca ese rostro, ese cabello y esa voz... me he convencido de que no debo dejarme engañar por eso. Hay algo ahí... en esa forma en la que me observa, que me hace desconocerla y sentir que todo está mal aquí. Con ella, con el aire, con el ambiente que nos rodea, conmigo.

¿Por qué me mira así? ¿Por qué... está con esos hombres? ¿Por qué actúa extraño?

Aún sintiendo que esto está mal, trato de armarme de valor para buscar mi voz y tratar de decir;— Ma-Marín... ¿P-por qué m-me dices eso? ¿Q-qué pasa?

Ella me mira extrañamente por unos momentos hasta que decide hablar.

— Pasa... que el juego terminó, Lamia.

Todo dentro y fuera de mí se paraliza al oír eso último.

Lamia...

¿Pero cómo sabe sobre eso? ¿Por qué parece tan molesta?

Un escalofrío me recorre por completo al ver cómo ella me mira de pies a cabeza y después comienza a acercarse a paso cauteloso, sin dejar de analizarme con esos ojos que ahora me hacen sentir amenazada.

— ¿Acaso creíste que se quedaría así?— habla de nuevo en un tono más grave. Me siento intimidada por su repentina cercanía, tanto... que incluso intento retroceder un poco para evitarla. Sus ojos se han vuelto negros. Dios... ¿Pero qué...? —. Contesta, Lamia. ¿Pensaste que ya lo tenías ganado en esta ocasión también? ¿Que la venganza no llegaría después de lo que me hiciste hace años?

— Pero... ¿Pe-pero de qué hablas? ¿Por qué me dices estas cosas? ¿Por qué...?—

— ¡Porque eres una maldita miserable!— estalla y todo mi cuerpo empieza a estremecerse al percatarme del cambio que ha sufrido su voz y su rostro.

¿Qué rayos...?

¡¿Qué es lo que ocurre?!

Las venas en este se han resaltado, la oscuridad se ha apoderado de su iris y de su mirada. El color de su piel se ha vuelto... gris, ni siquiera parece el de una humana. Su voz... se ha escuchado tan grave cómo la de un hombre.

Ahora está más cerca de mí, de pie, su pecho subiendo y bajando por su inestable respiración, su mandíbula tan apretada que temo que vaya a romperla en cualquier momento. No es Marín, ya me quedó claro que no es ella, ¿pero por qué...? ¿Por qué luce cómo ella?

Niego, sintiendo cómo mi corazón empieza a palpitar rápidamente, mientras la observo de pies a cabeza con mero horror.

— Dónde está... ¡¿Dónde está ella?! ¡¿Dónde está mi amiga?! ¡¿Quién diablos eres tú?!

La figura frente a mí empieza a reír, su cabeza moviéndose en una negativa.

— ¿Ella? ¿Acaso la bella Lamia siente algún tipo de interés por esa escoria? Todos tienen miedo cuando llega su hora, todos piden clemencia ya cuando están a punto de dar su último suspiro. Cobardes, pero lo admito... Es decepcionante que incluso tú, un ser superior a ellos, estés tratando de fingir compasión sólo para quedar bien.

Niego, entrando en desesperación.

— Responde... ¡Responde ahora! ¡¿Dónde está ella?!

— Por ahora ella debe estar disfrutando su estadía en el paraíso que le he creado.

Todo mi cuerpo empieza a sentirse débil cómo si hubiese recibido un golpe brutal y mi previo valor para enfrentarlo se esfuma hasta dejarme sin respuesta. Intento respirar, intento encontrar mi voz y las palabras correctas para regresar ponerme al tanto de lo que ocurre en en el aquí, pero aún me siento muy afectada por lo que ha dicho.

No...

Marín...

Que no sea lo que creo. Que no lo sea...

— ¿Q-qué?... ¿Qué has dicho?

— Sí que te has vuelto lenta, Lamia. — El ser que, al menos, ya descubrí que no es Marín, sólo rueda los ojos y se cruza de brazos —. Pero aún así creo que es justo aclararte lo que ocurrió con ella. Después de todo... hay que hacer negocios y tengo que admitir que ella fue de mucha ayuda para mi investigación contigo.

Ya estoy derramando lágrimas, pero no de dolor, no de hambre cómo hace unos momentos, esta vez es por la desesperación y el coraje que me está invadiendo por sus palabras.

— Habla... ¡Habla ahora! ¡¿Quién demonios eres?!— no tengo idea de dónde demonios he sacado las fuerzas para explotar así, pero no me importa.

Este ser ríe, sorprendido, mientras alza sus manos en modo de defensa.

— Tranquila, no hay que alterarnos tan pronto, estás muy débil gracias a ese cuerpo inútil que posees ahora. No quieres desmayarte antes de poder escuchar todo, ¿cierto?— su manera de burlarse sólo incrementa el infierno de ira que ya se está creando en mis adentros y, esta vez, en lugar de responderle cómo se merece, sólo lo miro con furia mientras aprieto mi mandíbula. Este empieza a pasearse a mi alrededor, cómo si estuviese dando un paseo por el parque—. Muy bien... Te contaré desde el principio, supongo que ya no tiene caso seguir haciéndose el misterioso o, en este caso, misteriosa. ¿Cierto?— mi mandíbula se aprieta al ver cómo se señala y ríe—. No es agradable tener que habitar este cuerpo, pero no tuve de otra. Cuando tengo que estar en el mundo de los humanos no tengo mucha fuerza. Gracias a la maldición de mi padre para evitar que cause algún desastre con sus vendidos humanos... mis poderes no funcionan cuando estoy allá afuera con ellos, no puedo resistir siendo sólo una sombra y tampoco se me es permitido salir con mi apariencia natural, es por eso que me veo obligado a poseer cuerpos para poder sobrevivir en el plano terrenal, y bueno... al principio de mi juego no tenía planeado habitar en uno tan insignificante cómo el de esta niña, pero, hay un dicho que dice... "Si quieres que las cosas salgan bien, hazlas tú mismo" y así lo tuve que hacer, pues esta investigación era importante, consistía en acercarme de alguna manera a ti. Una manera... en la que nadie pudiera percibirme, ni siquiera tú. En ese entonces admito que me sentía desconfiado, pues sabía que no podía engañar a la maravillosa Lamia y que tarde o temprano se daría cuenta de mi acecho, así que para evitarme cualquier sospecha... decidí tomar el cuerpo de esta niña.




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