Nicolae
Subía las escaleras con cuidado para no levantar a Karen, quien permanecía dormida en mis brazos. La cargaba hasta llegar a una habitación grande y espaciosa. La deje en la cama con cuidado.
Di media vuelta para dirigirme al otro lado de la cama, me acosté aun lado de Karen, manteniendo mi distancia por respeto, pero...
Me acerque un poco más a ella como si estuviera hipnotizado, pase mi mano por su mejilla, luego por su hombro descubierto, siguiendo el trazo por todo su brazo hasta llegar a su mano, con las yemas de mis dedos acaricie su mano.
Acerque mi cabeza a la de ella, su rostro y el mío estaban a unos centímetros de distancia. Mi respiración se estaba descontrolando, mi corazón palpitaba rápido. Su nariz y la mía se rozaron, sabía que estaba dormida, y que por respeto debía mantenerme al margen, pero las ganas de besarla se hacían más grande.
Trague con dificultad, sentí un escalofrió cuando escuche mi nombre ser pronunciado por Karen, “Nicolae”. Seguía dormida pero aun así me asuste por un momento. Me mordisque mi labio un segundo para luego soltar un suspiro. Acerque mis labios a los suyos, plantándole un beso.
Al hacerlo sentí como mi corazón latía muy rápido, como si quisiera salirse de mi pecho. Me aleje de su rostro, tomando una almohada y hundiendo mi cara sobre ella. Sentía como mi cara ardía, seguramente estaba colorado, apreté mis manos sobre la almohada y luego levante la cabeza suavemente.
-¿Es necesario que siempre me espíes? –Mire hacia la esquina de la habitación.
-¡Ay, mira! ¡Te sonrojaste! –Comento Alena con una sonrisa grande. –Perdón hermanito, solo quería ver si necesitabas algo...
-No necesito nada, gracias. –Fruncí el ceño. –Ya te puedes ir...
-No te pongas así. Al fin, ¡La besaste!
-Shhh... Está durmiendo, boba. –Mire a Karen de reojo, quien seguía durmiendo. –Además, no cuenta, ya que está dormida.
-No importa, si cuenta. –Seguía sonriendo. –Solo espero que llegue el día que le pidas ser tu novia.
-Ya para, por favor, me vas a poner rojo de vergüenza... ¿A qué venias? Sé que hay otra razón.
-Oh, sí, lo olvidaba. –Se puso seria. –Elizabeth intento salir de su celda. Ahora está pagando las consecuencias con Jack.
-¿Qué le está haciendo? –Me levante de la cama.
-Lo que le hacen siempre a los que no cumplen con su condena, torturarlos.
-Tendré que aclarar cuentas con Elizabeth. –Acomode mi atuendo. –Nos vemos.
Ya llegando al lugar en donde estaba encerrada Elizabeth escuche unos cuantos gritos, entre al lugar en donde se mantenían Jack y Elizabeth. Dos guardias estaban a cada lado de Elizabeth, mientras que ella se mantenía tirada en el suelo con la ropa sucia, tenía cadenas en cada brazo al igual que sus pies, específicamente en el tobillo.
-¡Maldito! ¡Sácame de aquí! –Gritaba desesperadamente Elizabeth, sus ojos estaban rojos, y sus colmillos resaltaban.
Jack solo la miraba mientras se cruzaba de brazos.
-Elizabeth. –Resonó mi voz en la habitación.
Los ojos de Elizabeth volvieron a la normalidad, retrocedió un poco asustada por mi presencial. Uno de los guardias trajo un asiento, así que me senté enfrente de Elizabeth.
-¿Por qué no haces caso? –Alce una ceja. Ella no contesto. –Sabes que si haces las cosas bien, tú condena baja.
Seguía sin decir nada, ella ya sabría lo que sucedería.
-Pero si haces las cosas a las malas... –Mire a los guardias un momento y les hice una señal para que se fueran. –Sabes que yo hago las cosas por las malas.
Mis ojos se pusieron rojos de repente, mire fijamente a Elizabeth. Su cuerpo fue impulsado hacia la pared, estaba usando mi poder mental para castigarla. Puso sus manos en su cuello, tratan de respirar, cuando pudo respirar sus huesos empezaron a romperse, bueno, algunos huesos, Elizabeth empezó a retorcerse de dolor en el suelo.
-Ahhh... ¡¡Ahhhh!!!
Di un suspiro y cerré mis ojos un momento, el iris de mis ojos volvió a la normalidad, deje de usar mi poder mental y me pare de mi asiento.
-Este fue un leve castigo, no vuelvas a hacer lo que hiciste. –Me levante y di media vuelta dispuesto a irme. –No hagas nada que te perjudique, o pagaras las consecuencias.
Me encamine a la salida pero pare en seco.
-Y si vuelves a intentar hacerle daño a Karen, juro que te mato. –Mi tono de voz era demandante, duro. –O quizás ella te mate a la próxima.
Salí del lugar junto a Jack, unos guardias se encargaron de vigilar a Elizabeth.
-Déjale una bandeja de comida a Karen. –Pase una mano por mi cabello y mire el lugar.
-Sí señor. –Jack tomo otro camino, desapareciendo por un pasillo.
Karen
Bostece mientras frotaba mis manos contra mis ojos. Acaricie la tela fina de la cama y mire la habitación desde mi lugar. Un poco confusa me levante de la cama, mis pies descalzos tocaron la cálida alfombra que había, el vestido me pesaba un poco pero aun así pude caminar.
-¿Nicolae? –Pase mi mirada por el techo y luego a la cama.
No recibía respuesta, no me acordaba de mucho, solo que había bebido un poco. Me acerque a la ventana e hice a un lado la cortina. Era de día, estaba soleado pero aun así había nieve.
Unos leves golpes sonaron en la puerta. – ¿Señorita Karen?
-¿Si, quién es? –Di unos cuantos pasos hacia la puerta.
-Soy Jack, un guardia de alto rango –La voz me parecía familiar. – ¿Puedo pasar? Traigo algo para usted.
-Claro, pasa. –Me acomode un poco el vestido y di unos pasos hacia atrás.
La puerta se abrió y vi al chico. Claro, era el chico que peleo con Elizabeth y quien me había servido Vodka ayer. Jack entro con una bandeja grande y la dejo en una mesa, me acerque para ver el contenido de la bandeja. Todo se veía apetecible, tanto que mi estómago ya pedía comer todo. En una parte de la bandeja, había una rosa blanca, la agarre y la olí.
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Editado: 03.11.2021