Oscuro Relatario

El Silbido

Serena volvía a casa despues de una cena con sus amigas. Decidió volver a casa andando. Llegó al viejo parque infantil  de la ciudad, cuyos juegos para los pequeños producía chirrido escalofriantes cuando el viento los hacía mover. El lugar tenía poca luz debido a que algunas farolas del lugar no tenían luz y otras estaban en constante parpadeo. Aquel lugar era claramente aterrador pero era el camino más fácil hasta su casa. Mientras caminaba primero se oyó el ruido de una botella rebotando contá el suelo, luego una pelea de gatos, intentó no darle importancia, hasta uno de los gatos pasó velozmente frente a ella, haciéndola soltar un grito, siguió con la mirada al gato y este se metió el el bosque que estaba al lado del parque. Respiró profundo y cuando iba reanudar su camino lo oyó. Era un extraño sonido parecido a un Silbido, sí era un Silbido, era extrañamente agudo, juraría nunca haber un sonido igual, entonaba una melodia escalofriantemente atractiva, era como si aquel sonido la estuviera retando a imitarlo. El Silbido volvió a sonar en la lejanía, produciendo en ella fuertes escalofríos y las ganas de imitarlo se intensificaron, pero algo en ese sonido le daba mala espina. Se dispuso a continuar su caminata de regreso a casa pues comenzaba a tener miedo de aquello que estuviera produciendo aquel sonido, pero por algún motivo su cuerpo no le respondía, no podía moverse. Por tercera vez en la lejanía se volvió a oír el Silbido, y el miedo se apoderó de ella, miró miró hacia todos lados y notó que una oscuridad se iba acercando, apagando las luces de la farolas una a una, acompañada de un una brisa fría que le puso la piel de gallina. Invadida por el miedo comenzó a llorar, gritó pidiendo ayuda, pero era como si aquella oscuridad absorbiera sus gritos.

—¿¡Que quieras de mi!? — Gritó

La respuesta no se hizo esperar, en la lejanía volvió a sonar aquel Silbido, aunque algo en su interior rogaba por qué no lo hiciera, empujó sus labios hacia adelante e intentó reproducir aquel Silbido, y para su asombro lo hizo a la perfección. Ella habría jurado que aquel Silbido era imposible de imitar, ni siquiera parecía humano.

Tras repetir aquello, miró a su alrededor, no había rastro de la oscuridad y podía moverse.

¿Que acababa de pasar ?— se preguntó así misma. Pero lejos de buscarle alguna lógica, decidió seguir su camino a casa, se bajó de los tacones y aceleró el paso.

Suspiró aliviada cuando a lo lejos divisó su casa, incluso sonrió. Pero no le duró la alegría cuando volvió a escuchar el Silbido, pero esta vez ya no en la lejanía, sino detrás de ella. Un escalofriante la recorrió de pies a cabeza, giró para mirar, el terror la inundó. Ante ella parado se encontraba un ser aterrador, con el cuerpo desnudo y extremadamente flaco, la piel entre verde y amarillenta,de pies y brazos largos, igual de largos eran los dedos que acaban en el afiladas garras, tenía una abertura en un lado de la cabeza en la que se podía ver como se movían cientos de gusanos, que a cada paso que daba se caían dejando así un rastro. No tenía nariz, y sus ojos colgantes se encontraban a cada lado de aquella abertura en la cabeza. Y su boca era pequeñísima, sin labios, lo único a lo que se podría asemejar aquella boca era al orifio anal, de ella  brotaba una asquerosa baba marrón.

Serena no quiso quedarse más tiempo a observar a aquella aberración, y se dio la vuelta para correr, pero alli donde antes se podía divisar su casa sólo había oscuridad, lo mismo a los lados. Entonces lloró, lloró desconsoladamente, mientras aquella cosa se acercaba a ella silbando aquella melodia aterradora.

Al día siguiente siguiente un ciclista llamó a la policía porque se había encontrado en medio de la calle un cuerpo humano destrozado. Tenía el trongo habierto y le faltaban los órganos, de la cara le falta n los ojos, le habían harrancado mechones de pelo tan brutalmente que hasta el craneo se le veía.

"¿Quién habría sido capaz de algo tan macabro?" —se preguntaban todos los del pueblo. Y la respuesta se hallaba en su más popular canción.

"Ten cuidado de la noche, porque el diablo al acecho está. 
Y si tarde vas sin cuidado, él con su Silbido te llamará. 
Atente de imitarlo, pues permiso le darás. 
Y si permiso ya le has dado, él te perseguirá.
Y envuelto en su manto oscuro él se te devorará"
 


 




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