Oscuros. Origen de los oscuros. Guardianes 3.

Capítulo 10: Funeral

Capítulo 10:

Funeral 

Selt

 

El día amaneció lluvioso. Nubes grises decoran el cielo y la brisa es demasiado fría. Hoy me toco desayunar sola. La mansión parece que fue cubierta por un manto de tristeza que aflige a quien sea. La muerte siempre causa ese sentimiento y no puedo simplemente huir de aquí. Sería descortés de mi parte no asistir al funeral. Años evitando funerales y hoy, aunque no quiera debo ir a uno.

Antonio De la rosa se encuentra preparando todo para el sepulcro de su suegro. A pesar de que se encontró muy poco del cuerpo, se dará sepultura a un cajón pequeño con los pocos restos de Leandro.

La señora Marián no ha querido abandonar su habitación, una de las señoras de servicio me ha dicho que paso muy mala noche. Ella se ha quedado huérfana, su madre murió hace muchos años y ahora su padre. Se ha quedado sola a excepción de su esposo e hijo… Un hijo que está por nacer.

He escuchado que entro en su octavo mes de embarazo… y hoy será la octava muerte si mis cálculos no fallan. ¿Será una coincidencia? No, no puede ser. ¡Es que seré estúpida! ¿Cómo no lo vi antes?, si es bastante obvio.

Marián está embarazada, en su octavo mes y está casada con un De la rosa. Ese niño o niña podría ser…

Tanils no ha cambiado mucho los rituales de mi madre. Un hijo felino de la familia De la rosa, vino al mundo con toda la oscuridad que mi madre pudo traspasarle, el cuerpo de aquella niña era muy frágil para tanta oscuridad, sin embargo, nació con vida, su crecimiento era acelerado, pero seguía con vida.

Mi hermana está haciendo rituales para el nacimiento del bebe de Marián, preparando a la criatura desde su primer mes de gestación. Damián tiene razón, se forjarán nuevos lazos con la familia De la rosa, con ese bebé que está por nacer. ¿Qué puedo hacer para cambiar tu jugada Tanils? No puedo evitar su nacimiento, pero algo se puede hacer por qué, sino para qué Cándida lo insinuó.

—¿Desea algo más señora? —dejo caer la hogaza de pan. Quién sabe cuánto tiempo me perdí en mis pensamientos.

—No, así está bien —digo. Ella da vuelta para regresar a la cocina, pero se detiene ante mis palabras—. Aunque me gustaría preguntarte algo, si no es mucha molestia.

—Dirá usted —dice la muchacha con las manos juntas.

—¿Sabes para cuando se estima el nacimiento? —inquiero con una sonrisa.

Espero a que la chica conteste. Se lo piensa por unos segundos.

—Se espera que el niño nazca a finales de febrero, señora.

Demasiadas coincidencias como para no prestarle atención.

—Gracias.

Asistiré al funeral con la esperanza de conocer a Marián, esa mujer pareciera que fuera un fantasma en esta casa. Nunca la he visto, ni oído. Ahora que sospecho que es ella la posible madre del gato mágico debo saber de quién se trata y no perderla de vista en lo posible. Ella podría estar en peligro.

Mi amiga no sobrevivió al círculo de sangre. Mi madre derramó su sangre para alimentar el mal que ella misma creo y encerró, y así dar vida a una criatura llena de mal, para la destrucción de los guardianes.

Sea lo que sea que tengas planeado, hermana, me aseguraré de interferir.

 

Reemplazo mi colorido vestido floreado por uno completamente negro. Termino de ajustar mi cabello. El reflejo en el espejo muestra una joven con una mirada carmesí endurecida después de tanto sufrimiento. No soy la misma de antes, cada vez que puedo mirar mi rostro me doy cuenta de que la ingenuidad e inocencia que tuve antes y durante el despertar de mi magia es parte del pasado. Desde aquella vez en que mi madre y yo nos enfrentamos casi propiciándonos la muerte, no volví a ser la misma, aunque mi hermana Tanils se encargó de envolver mi mente para que fuera tan ingenua como antes.

No duro mucho, mi magia lucho por hacer despertar mis memorias, pero fue tarde. Toda la desgracia me ha endurecido. La cadena de Sergio descansa en mi pecho, mi reliquia más preciada.

No ha dejado de llover. Un día demasiado triste. Coloco sobre mis hombros un chal negro y agarro el paraguas. Salgo. El pasillo está silencioso. Alcanzo la sala y la puerta se encuentra abierta, me apresuro. Abro el paraguas y las gotas de agua se impactan contra la sombrilla.

Observo como Marián sube al carruaje con ayuda de su esposo. Ella tiene una cabellera rubia, es alta… El cochero agita las riendas y el caballo se impulsa en trote por la calle. Lo veo alejarse.

El siguiente carruaje se detiene para recogerme, subo con cuidado, la escalinata está un poco resbalosa. Sacudo un poco el paraguas una vez que me refugio en el interior de la carroza. Nos ponemos en marcha. Me sorprende un poco ver Alonso con la mirada cabizbaja.

—Lamento tu perdida —soy cortes.

Él alza la mirada como si no me hubiera visto subir. Más que triste parece estar molesto. Sus ojos color avellana irradian una furia que no entiendo, no se trata de la muerte de Leandro. Algo más le molesta.

—No lo conocías ¿por qué vas al funeral? —inquiere con dureza. Alonso tiene algo que altera mis alarmas, la forma en que me mira en este preciso momento me impiden verlo como un muchacho… dolido. Él parece tener una segunda piel, una segunda identidad. No se ve como alguien sincero.




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