Oscuros. Origen de los oscuros. Guardianes 3.

Capítulo 20: Mal presentimiento

Capítulo 20:

Mal presentimiento

Selt

 

Despierto sobresalta por una visión. Fue rápido y apenas tuve tiempo de tomar algunos pocos detalles, que a la final no sirven de nada. No sé dónde sucede, pero habrá mucho fuego. No vi rostros, más los gritos y voces pidiendo auxilio es pronóstico de una tragedia. Muchos morirán.

Respiro despacio, asimilándolo. Las visiones han regresado, después de tantos años volvieron para dar lo que mejor saben, predecir la fatalidad.

Retiro las sábanas y salgo de la cama. Mis visiones por lo general, marcan una línea en el destino que no puede ser borrada ni desviada. Es más bien, una advertencia para lo que estar preparada. ¿Será que llegará algún momento en que mis visiones sean para pronosticar momentos de plena felicidad? me gusta pensar que sí.

Me toma más de lo previsto asearme y cambiarme de ropa. Hoy es un día de cambios importantes, puedo sentirlo. Y serán cambios devastadores, la visión dejo una mala sensación en el cuerpo. Abandono la habitación y me traslado hasta el comedor.

—Buenos días, Selt. ¿Cómo pasaste la noche? —la amabilidad de Tania me saca una sonrisa. A diferencia de mí, en ella el tiempo si ha dejado su marca. Aunque sigue siendo una mujer joven, entrando a los cincuenta, es inevitable ver los estragos de los años en su rostro.

—De maravilla —miento. Me es extraño que solo seamos ella y yo—. ¿Dónde está Damián y tu nieto?

Ella hace que me siente y me sirve el desayuno.

—Maycol y Damián salieron muy temprano. Tenían que interrogar a un sospechoso, además de que mi nieto y otros jóvenes guardianes tienen que ir a inspeccionar una zona de ciudad desértica.

Sepulte todo lo que represento mi pasado hace mucho, y al parecer no fue suficiente. Enmerald busca levantarse entre los escombros, sus fantasmas buscan una puerta de escape… Llego el momento, los oscuros traerán de regreso a una bruja oscura y no existe mejor lugar que donde murió. Ciudad desértica es el lugar perfecto. El comentario de Damián tiene sentido, el problema es que ayer por la noche no menciono que enviara a así propio nieto a checar el lugar.

—No pensarás dejarme el desayuno tirado —me reprocha Tania al darse cuenta de que me he levantado. Vuelvo a tomar asiento. Acabo de llegar, y no quiero ser grosera, no nos hemos visto en años. Igual, tener el conocimiento de lo que pueda suceder no significa que pueda cambiarlo.

—No, por supuesto que no.

Alcanzo un vaso con zumo de naranja. El cierre de un ritual podría condenarnos o liberarnos. ¿Qué decisión tomarás Cat? ¿Te dejarás seducir por la oscuridad que ya llevas en ti, o luchará contra ella?

—Me alegra mucho que estés aquí. Espero que en esta ocasión puedas quedarte un poco más que la última vez.

La última vez me fui tan pronto como el gato mágico llego a este mundo, para mal o para bien, mi llegada siempre es el detonante de caos. Y esta vez, no será la excepción. La visión no me mostro mucho, más lo suficiente como para saberlo.

—No puedo prometer nada.

—Lo sé. Solo te pido que hagas un esfuerzo y te quedes un poco más, vamos a necesitar el apoyo de una buena amiga —sus ojos se cristalizan.

Ella desvía la mirada.

—¿Intentas decirme algo importante?

Tania no tiene visiones como yo, no ve las cosas con un realismo escalofriante. Sin embargo, si tiene el don de la premonición. Sus sueños siempre son claves importantes para eventos importantes en la vida de algunas personas.

—Tú mejor que nadie sabes que existe eventos del destino que no puede ser cambiado…

Se me ha quitado el apetito, si intento ingerir algo estoy segura de que se quedara atascado en mi garganta. El temor es como un mal sabor de boca. Alcanzo su mano. Ella alza la mirada, contiene las lágrimas.

—Por favor, habla conmigo.

—La muerte se llevará a uno de los míos. Uno de ellos no va a regresar —dice, los labios le tiemblan.

—No debiste dejarlos salir —me levanto, no probé bocado y ya ni al caso, no soy capaz de sentarme a comer mientras el desastre podría estar a punto de cobrar la vida de alguien tan cercano.

—¿Has tenido alguna visión, Selt?

Me quedo fría ante su pregunta. Había mucho fuego, muchos gritos, muertes en masa y no es algo que se puede detener.

—Sí.

—Entonces sabes, que no puedes hacer nada. Aunque quieras, aunque lo intentes el final siempre será el mismo.

Coloco mis manos sobre sus hombros. No veo su rostro, pero sé que ya no puede contenerlas, las lágrimas se liberan. Le doy un abrazo, se estremece.

—Igual voy a intentarlo —susurro.

—No serias tu misma si no intentarás. Selt Riquelme no sabe rendirse y eso te hace valiosa.

—Debo irme, Tania.

—Ve, yo aquí esperare.

***

Al poner un pie en la calle me veo transportada a un lugar cerrado y con poca luz. Me toma un segundo darme cuenta de que se trata de un ritual, ¿dónde? no hay forma de saberlo, lo que sí, el reclamo de la oscuridad traerá la muerte y no precisamente será con fuego. Lo que presencia mis ojos es una muerte horrible y dolorosa. Un ritual macabro. En el pecho de un muchacho insertan un cuchillo, pero la intención no es matarlo de inmediato, no la que se requiere es extraer el corazón mientras aun él siga respirando. Y no es el único, otros tres comparten el mismo final.




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