Capítulo 21:
Ciudad subterránea
Selt
Nada es como lo recuerdo. ¿Qué digo? Todo lo que permanece en mis memorias desapareció por completo, por mi propia mano, por mi propia magia. Me aseguré de que la ciudad donde viví dejará de existir, inaccesible para cualquier otro ser… No pude estar más equivocada.
Es evidente de que, a pesar de los años, algunas cosas nunca cambian, como el hecho de que los oscuros siempre van un paso por delante de mí.
Sepultar Enmerald fue una manera de intentar borrar mi pasado, de darle un final a todo el daño causado. Como cerrar un ciclo, funciono por algún tiempo o, creo que funcionaba. Durante todos estos años nunca se me ocurrió verificar este lugar, en mi mente no existía la posibilidad de que pudiera albergar vida, ningún tipo de vida. Además, escaseaba de una razón de fuerza mayor que me obligara a volver.
Enmerald, lo que ahora todos conocen como ciudad desértica en un laberinto subterráneo formado de las ruinas. Alguien se dedicó a darle forma al lugar. El túnel rocoso, estrecho y desigual en el que nos encontramos está lejos de ser el único que existe. No hay luz de ningún tipo, así que elevo una pequeña esfera de fuego azul sobre nosotros. Toco la pared más cercana, sólida y seca. No queda más que seguir en la única dirección en que podemos ir, hacia adelante.
—¿Nunca pensó que pudo haber quedado alguien con vida atrapado entre los escombros? —Mauro, quien lidera, me dedica una dura mirada.
Muchos no aprueban mis acciones, acabar con una ciudad era innecesario para ellos. Y pueda que sea así, pudo haber otra opción, pero la joven bruja que lucho y fracaso solo tenía en mente contener el peligro. Lo muchos o pocos que aún seguían con vida eran un peligro para el mundo, y no encontré otra forma de eliminarlos más que sepultarlos con todo y ciudad.
—No —el peso de su mirada cuestiona mi falta de sensibilización ante las vidas perdidas. —Sé que hubo quienes quedaron atrapados, eran un peligro. Hice lo que creí conveniente en ese momento y no me arrepiento.
Para suerte de su cordura nunca ha tenido que ver como una persona se convierte en un monstruo, un caníbal sin consentirlo.
Él asiente.
—No es usted tan diferente al resto de su familia.
—Lo fui una vez, y lo perdí todo. —El túnel no es muy amplio, pero me permite ocupar un lugar frente a él sin que este demasiado cerca. —No olvide porque hemos venido, Mauro. Mi pasado, mis aciertos y desaciertos no van a remediar el presente.
Es fácil cuestionar el pasado de una persona cuando no se estuvo allí. Como si no tuviera suficiente con cuestionarme yo misma.
—¿Qué puede habitar este lugar? —una pregunta susurrante de otro de mis acompañantes.
Aquel día, el que se supone sería el más feliz de mi vida, sí fue, feliz por unas fugaces horas. Luego se me destrozo el alma. Me case ese día, con el amor de mi vida, el único hombre que he podido amar. Ese mismo día, las calles de Enmerald se convirtieron en un río de sangre, muerte, cuerpos y criaturas hambrientas. Una criatura que no nació de este mundo, una criatura que fue forzada a existir. Mi familia creo a los Carnivu, no estoy muy segura del cómo, lo que sí, hizo de personas una aberración de este mundo. La muerte es mucho mejor que estar atrapado en tu cuerpo, sin control, devorando a la carne y saboreando la sangre de otras personas. Presos en sus propios cuerpos cometiendo atrocidades imperdonables.
Me gustaría pensar que los Carnivus no sobrevivieron tantos años… ¿Qué otra criatura podría habitar este lugar?
—Supongo que lo averiguaremos —avanzo, el fuego revoloteando un paso por delante de mí.
Mauro se adelanta. Le incomoda mi presencia, el pasado que represento y el fututo que es un pronóstico con muy poca luz. No todos pueden con mi apellido, ser un Riquelme significa llevar a cuesta todo el daño causado, todas las vidas arrebatadas… Aunque intento acabar con los oscuros, siempre seré la hija de la bruja oscura y eso es algo que nunca va a cambiar.
Damos vuelta entre un túnel y otro, este lugar parece ser infinito. Al venir, pensé justo en aquel pasillo que iniciaba con el sótano debajo de la casa de mi familia. Recuerdo lo espeluznante que era mirar la puerta con el inquietante rostro y me preguntó entre este laberinto dónde habrá quedado.
Cómo todo ha cambiado, podríamos estar en cualquier parte de la ciudad sepultada. Tan lejos o tan cerca de los oscuros como puede ser posible.
—Esto es una pérdida de tiempo —murmura el hombre a mi espalda. No podemos estar más de acuerdo.
El tiempo se vuelve en nuestra contra con cada segundo que transcurre. Mis visiones son un aviso preciso de lo que sucederá, no se pueden detener, no se pueden cambiar. Aprendí a la mala que existe evento en la vida que está destinados a suceder, como escritos en piedra. Entendí que mejor ni intentar romper esa piedra, así la hiciera añicos el destino siempre sigue su curso. Sin embargo, debo intentar sacar de la línea de fuego a Maycol. Hoy es el día, Cat será reclamada por la oscuridad y se cual sea el desenlace, la muerte hará acto de presencia. No importa lo que pase, al final mi visión se cumplirá.
Entramos a una caverna, amplia, oscura y malditamente silenciosa. Mauro, avanza con cautela, la misma que ha tenido desde hace un buen rato. Yo, decido que es momento de permanecer distante de la caverna, lo más que se pueda. El resto se detiene conmigo. Envió la bola de fuego más allá de él, tan lejos de él como puedo. Se no es revelado aquellos que habitan la ciudad sepultada.
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Editado: 11.03.2024