Oscuros. Origen de los oscuros. Guardianes 3.

Capítulo 1: Oscuridad

Capítulo 1:

Oscuridad

 

Sergio

 

Las cadenas me arrastran a una ciudad de cavernas entre llantos y lamentos.

¿Cuántas almas han sido sacrificadas a ese demonio?

Es imposible de saberlo. Son demasiadas. A donde mire hay personas andar bajo el tormento de su propia existencia. Una existencia a la cual perteneceré. Doy un par de pasos, resignado al final que me toco y feliz porque sé que mi amada estará bien. Ella se fortalecerá con todas las desgracias que ha tenido que vivir y será capaz de enfrentar a sus hermanas y acabar con los oscuros, en su momento.

Sé que ella estará bien sin mí.

El infierno Riquelme es un reflejo de las instalaciones subterráneas de la casa: cavidades rocosas donde habita un demonio. Interminables pasillos unidos a un patio exterior de cielo abierto, como estar dentro de un volcán, un amplio orificio deja ver un trozo de firmamento, nublado por el martirio de inocentes. Justo en el centro se encuentra la cabaña, allí donde una bruja dio rienda suelta a su endemoniada alma.

Mis pies se detienen al contemplar una cabellera negra, tiene que ser Mia atrapada en este infierno. Me siento aliviado, por un momento me siento libre de las cadenas que aún atan mis manos. Camino entre las personas, en su búsqueda.

—¿Mia? —pronuncio su nombre con temor de equivocarme.

Se detiene y gira. Es ella. Una dulce sonrisa se dibuja en sus labios. El felino más dulce que he conocido. Su cabello largo cae sobre sus caderas, y es bueno verla con un bonito vestido blanco. Nada de sangre, nada que me recuerde su trágica muerte. Ella, acorta la distancia entre ambos.

—¡¿Sergio?!

Me abraza y se siente tan real. No fuimos tan cercanos, pero su relación con Selt hizo que las cosas diferentes entre nosotros. La muerte de su padre y su compromiso con… recordar la traición me enfurece. No tuve oportunidad de darle su merecido a ese maldito. Fabián causó tantos males, ahora ella está muerta.

Cada uno de los planes que teníamos los Guardianes en contra de los Oscuros se filtraban en los labios de él, poniendo sobre aviso a la familia Riquelme y así adelantar sus planes. Mia se hubiera salvado si él no la hubiera sacrificado. Mia no merecía morir tan joven.

Nos separamos.

Ella sigue siendo la misma joven de bestiales ojos violeta y una ternura que doblega a cualquiera.

—Este lugar es horrible —se abraza a sí misma y desplaza la mirada a la corriente de almas que se mueven sin sentido a nuestro alrededor. Todos se ven tan perdidos y asustados. —No hay paz ni descanso. Permanecemos atascados aquí, sin poder salir. ¿Tú, qué haces aquí?

—Estoy muerto al igual que tú —la tristeza cubre su mirada. Abre los labios y ningún sonido emerge. —Las hermanas de Selt me han sacrificado. Me atrevo a decir que todos en la ciudad han muerto. Las calles cubiertas de sangre y cuerpos desgarrados. Se suponía que nuestra vida cambiaria, pero el destino nos ha separado. Selt y yo nos casamos y ahora estoy muerto.

Rememoro los últimos acontecimientos. La felicidad nos duró tan poco.

Un tirón de mi mano me hace retroceder dos pasos.

—¡Quizás vas a volver! —dice contenta.

Otro tirón y retrocedo tres pasos más.

—Eso no es posible, estoy muerto.

—No, tú tienes que regresar y cuidar de mi amiga. Él no va a poder salir de aquí. Lo que vez, es su cárcel y se necesita mucho más que un cuerpo y un sacrifico para regresarlo al mundo de los vivos. ¿Puedo pedirte algo?

Miro las cadenas en mis manos, que se extiende serpenteando a las almas hasta llegar a la cabaña. Hace un instante la puerta se encontraba cerrada y ahora está abierta.

—Supongo que sí, pero no entiendo mucho lo que acabas de decir.

Un estruendo hace que las demás almas se dispersen con temor. Una fuerza intenta regresar.

—No tengo tiempo de explicarte, pero las respuestas llegarán a ti. Dile a Selt que no me olvide y que me libere. A todos, debe liberarnos. Él, no pertenece a este lugar, así como nosotros tampoco. Sonia Riquelme lo tiene cautivo en este infierno.

—Ella también está muerta, Mia. Fue condenada a morir en la hoguera —explico.

Otro estremecimiento. La cadena se tensa. La cabaña parece querer vomitar una presencia lóbrega. Manos con garras y cubiertas de oscuridad se sostienen con fuerza a ambos lados del umbral, luchando por no ser devuelto a este infierno.

—Quizás Sonia no tenga un cuerpo a donde regresar, pero su alma se ha fragmentado. Una parte se encuentra aquí y la otra en un libro —explica Mia atemorizada—. Fue lo que escuche del duendecillo que anda por allí. No se pueden confiar, ella podría volver en cualquier momento.

Las garras se sueltan y una sombra sale volando por los aires hasta tocar el suelo. La sombra tenebrosa se moldea hasta tomar la forma de un hombre joven. Su cabello es largo y negro. Él gruñe con ira cuando las cadenas abandonan mis manos y apresan las suyas. Su rostro no se distingue entre tanta oscuridad, pero la rabia que expulsa atormenta a las demás almas. La cabaña me reclama y lo último que veo es el rostro de Mia sonreír.




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