Oscuros. Origen de los oscuros. Guardianes 3.

Capítulo 8: Encadenado

Capítulo 8:

Encadenado

 

Sergio

 

No puedo huir, por lo que me veo en la obligación de entrar a la mansión y permitir que me encierren de nuevo. Miro atrás y veo los pedazos de carne que han quedado de Leandro. No hay mucho que recoger.

Y, pensar que hace muy poco se jactaba de tener un espacio para mí donde poder torturarme, ahora no queda más que unos trozos de su cuerpo esparcidos por el frente de la casa.

—Te encerrarán de nuevo en un sótano por un buen tiempo —reflexiona el demonio.

Hoy está fuera de mi cabeza, una sombra que observa la luz del sol con anhelo. Nunca he visto su rostro, porque la sombra solo es eso, una sombra. La única vez que pude percibir sus facciones fue en ese infierno personal que hizo su hermana.

—Por lo menos ahora vale la pena el encierro —digo.

Permito que los rayos del sol acaricien mi piel. Pasará mucho tiempo para que vuelva a sentirlo. Me dejo caer en el suelo en completa desnudez. Ya no hay pelaje que cubra mi cuerpo. Desde aquí puedo ver la carretera serpenteante entre los árboles que da salida a esta mansión para ir al centro de la ciudad. No puedo ir muy lejos de aquí, lo intente en el momento en que el viento trajo consigo un olor apremiante para mi corazón y con todo el salvajismo que cause, mi raciocinio la reconoció. Selt estuvo aquí, tan cerca de mí, y huyó, aterrada por el comportamiento de un lobo irracional. Mi intento de ir tras ella termino con mi cuerpo lanzado hacia atrás por una fuerza desconocida.

—Ella no te reconoció —comenta Simón. Obvio, él también percibe la presencia de la bruja blanca—. Es mejor así.

Asiento, aunque mis deseos son otros. Sé que lo mejor es que ella no sepa que sigo con vida, no, mientras no puedo liberarme, pero mi lado egoísta quiere buscarla, aun cuando no puede poner un pie fuera de los límites de la mansión.

—Huyó —me duele que se haya asustado de mí.

—Porque no supo que eras tú. Ella te ama, aun cuando te cree muerto.

El demonio tiene afinidad con mi esposa, la única que no ha querido utilizarlo.

—¿No es arriesgado venir aquí? Dudo que los guardianes se hayan olvidado de los oscuros.

Entiendo que ya comenzó el círculo de sangre, el ritual más antiguo de Sonia Riquelme, ahora llevado a cabo por su hija Tanils. Intenta traer a este mundo a una criatura con la fuerza y resistencia de una bestia, y la más oscura magia. El primer intento resultó ser un desastre peligroso.

La hija de mía y Fabián, es el felino más débil y frágil que pueda existir, ella nunca ha cambiado de forma. Su cuerpo no resiste el quiebre de huesos y cuando estuvo muy cerca de ser una pantera, cómo su madre termino siendo una extraña, grotesca y deforme mezcla de un humano con poco pelaje. Reichel, no puede ser gato mágico, aunque lo es. Parece ilógico, pero es la realidad. Su magia es perversa, destructiva, sedienta de sangre. La vi usarla una vez, y mato sin piedad ni control, su poder es devorador y no solo para sus víctimas también para sí misma. Da rienda suelta a su lado de bruja lo consume, y juntarla con la bestia podría llegar a matarla.

Reichel es inútil, si usa sus malditos dones su existencia peligra. Lo sabe, su sentencia de muerte es ella misma, aun cuando su vida es un ciclo constante. Sin embargo, no hay que subestimarla, sigue siendo un arma de destrucción.

—La presencia de Selt debería responder esa pregunta —miro extrañado al demonio, a la sombra que se muestra—. Tu esposa ha cambiado, entendió que en este juego no se puede ser débil y lo más importante, hay que saber jugar.

Eso quiere decir, que está detrás de su hermana. ¿Cazando a los oscuros?

—Me cuesta creerlo.

—¿Decepcionado?

—No. Intrigado.

Ella siempre fue una bruja poderosa, pero fue criada en una burbuja de mentiras, y sí, a pesar de su poder era débil, si eso ha cambiado sería glorioso presenciarla.

—La criatura se desarrolla muy bien en el vientre de su madre —retoma la razón por la mudanza.

—Hablas de un nonato con mucho entusiasmo.

La sombra gira la cabeza, no hay ojos ni facciones en la forma de su rostro.

—La balanza pueda que se incline a nuestro favor, Sergio. Si también sabemos jugar.

Algo trama, y no dirá más, lo conozco lo suficiente para saber que sus probadas de información siempre quedan a medias.

—Odio los juegos de tu familia, aunque eliminar piezas del tablero me entretiene —observo dónde han quedado algunos trozos de los restos de Leandro.

—No olvides, Sergio, que también eres parte de la familia.

Chasqueo la lengua. Una verdad detestable y que no cambiaría, me volvería a casar con Selt Riquelme sin importar que toda su familia sean oscuros.

—¿Me dirás por qué estás encerrado? —inquiero, dado que anda en modo parlanchín. El demonio en pocas ocasiones da tanta información, a veces, parece que tuviera lengua atada.




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