Oscuros. Origen de los oscuros. Guardianes 3.

Capítulo 25: Lazos familiares

Capítulo 25: 

Lazos familiares

 

Sergio

 

Me impacto contra la reja, una, dos, tres veces. Cegado por la furia, no siento dolor, ni la gravedad de las heridas. Sé que están allí, el olor a sangre y pelaje quemado prevalece sobre la humedad de la lluvia y todos los demás, también estoy consciente de que la reja no va a ceder contra mi peso. Fue hecha especialmente para contenerme, una mezcla de plata y altas concentraciones de magia. Una mezcla que quema. La plata nunca ha sido un problema, combinada con el oscuro poder de Nariel Riquelme es letal.

La tormenta fue reemplazada por un suave aguacero, casi de inmediato en que las sombras intervinieron. Me arrebataron la oportunidad de sacarle la cabeza de los hombros al felino. Lo tenía, ya lo tenía. Tan cerca y ahora en una maldita jaula.

El destino se burla de mí.

Mis manos cubiertas de garras sacuden los barrotes, del otro lado, Alonzo se encuentra encorvado en su forma humana. Sus ojos brillan en la oscuridad, cargado de promesas de muerte. Aprieta labios los con fuerza. Trozos de piel se desprenden de su espalda. Si hubiera tenido un par de minutos más con él, sería su cadáver lo atendería Tanils. Las sombras aparecieron antes de que pudiera causarle más daño.

Retroceso al centro de la jaula. Camino en círculos.

A pesar de haber conseguido que el chico escapara, con éxito, la alimentación de la bruja oscura no puede evitarse. A falta de un sacrificio, sus propios súbditos harán lo impensable para sostener su existencia.

Me tomarían como sacrificio si pudieran, en cambio, esos trozos de piel y la sangre que está siendo recolectada de Alonzo son parte de la cena, incluyendo un aporte vital de Reichel. Ambos darán partes de sí mismos para levantar un ritual que extienda las horas de Nariel, hasta que otra presa aparezca.

—¿Satisfecho? —la voz de Simón es un susurro. Observo todas las esquinas, la bruma negra que él representa no está por ningún lado.

—Prrefierooo quue ellaaa mueeera —arrastro las palabras. Hablar en una forma intermedia es muy difícil, más aún cuanto la ira controla cada una de mis acciones. La sed de sangre y venganza no fue saciada, y necesito más que salvar una vida para calmarme.

—Eso no va a suceder. Ellos no lo permitirán —su voz viene de todos partes y de ningún lado a la vez. Evita ser detectado por las hermanas Riquelme, con todo y la descendencia demoniaca que posee, sigue siendo ese jovencito que murió para darle poder a su hermana menor. Les teme a las brujas, a las que buscan utilizarlo, esclavizarlo.

Un ruido extraño sale por mi hocico, en mi mente parece una risa, el sonido es más espeluznante. Nadie espera que un demonio tenga miedo a un par de brujas. Nadie. Tampoco es lógico que puedan controlar a una entidad como él. ¿Quién en este mundo tendría el poder suficiente para tener a un demonio a sus pies, atado y obediente?, ni siquiera Cándida Riquelme, que estuvo ligada a uno, tuvo la osadía de intentar darle órdenes.

Entonces, ¿por qué Simón sigue atrapado?, una repuesta sencilla a una pregunta que parece compleja. Él era humano, el hijo de un demonio, pero humano. Un alma nueva en una vasija carnal, un espíritu que Sonia consiguió atrapar, siendo ella un buscador de almas corrompido por el poder, uso sus dotes para entretejer una cárcel controlable para ella.

El verdadero demonio es ella, siempre fue ella, y sus sombras, sus fieles vástagos de oscuridad, son la maldad pura. Con cada año que transcurre y el fiel uso de las sombras por parte de sus hijas se vuelven más fuertes, y debilitan un poco más a Simón.

Razón por la que, en su mayor tiempo, evita estar cerca de Nariel, de alguna manera en el momento en que ella murió tuvo algunas libertades, todavía las tiene, pero en el momento en que ella ascienda como una vez lo hizo su madre, sus cadenas serán reforzadas. Parece tonto, pero las esperanzas del pequeño demonio y las mías propias recaen en Selt y esa niña de ojos violetas que se supone debe reencarnar. Ellas son las únicas que pueden dar un rayo de luz a toda esta oscuridad.

Tanils alza la mirada en mi dirección. Sus ojos rojos parecen llamas capaces de consumir al mundo, en un instante. Deja caer en un balde un trozo de la piel desgarrada de Alonzo. El felino aprieta los labios sin emitir ningún gruñido. Admiro su devoción. Estará débil por algún tiempo, su cuerpo se regenerará, pero con lentitud.

—El chico regreso a su casa, si es inteligente abandonará este pueblo cuanto antes —continúa Simón, omitiendo mi evidente burla.

Desde aquí tengo una clara visión de la entrada a la casona. El cuervo baja los peldaños. Trae un balde cubierto de sangre. Sus ojos negros escudriñan la zona, alerta a pesar de que ya no puedo hacer nada. Se detiene un instante frente a mi celda, la ira endurece su rostro. Le muestro mi dentadura lobuna, ni se inmuta.

—Ya es hora —dice con amargura. Deja el balde en una de las esquinas del pentagrama dibujado en la tierra húmeda—. Ella no puede seguir esperando.

—Estamos listos —se apresura Tanils. Palmea el hombro del felino con cuidado, agradecida con su aporte a la causa.

—Nariel se fortalecerá con este ritual, no tanto por Alonzo que es un felino cualquiera…




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