Oscuros. Origen de los oscuros. Guardianes 3.

Epílogo

Epílogo

 

Las visiones se han vuelto más constantes y reveladoras. Fragmentos del pasado que todavía no sé cómo encajan, vistazos de rostros familiares y sin nombre. Cada una de ellas es diferente a las demás, nunca se repite, es un viaje confuso donde nada y todo guardan relación. Plasmar entre hoja y tinta, cada detalle que puedo recordar es la mejor arma para el futuro. Un diario de secretos que no me pertenecen y que no me llevan a ningún lado. Todavía.

Conquistar el pasado está siendo más difícil de lo que imagine. Demasiadas líneas entrelazadas, y cada vez que intento sostenerme a una y seguirle el ritmo me pierdo entre la maraña de vidas pasadas. Hacer girar esas manecillas del reloj va más allá de desearlo, creerlo, hay que darle impulso, mi magia es un buen propulsor y la práctica hace al maestro, todavía soy inexperto.

Intento doblegar cada vistazo a mis designios y fracaso miserablemente.

La última fue sobre mi madre en su juventud, no puedo determinar en qué época la vi, con seguridad no fue cuando era la hija de Cándida. De un tiempo más lejano, deja claro que ella ha reencarnado en varias ocasiones, siempre llevando el apellido Riquelme. Manteniendo un linaje de brujas en diferentes épocas, aprendiendo, sembrando semillas de oscuridad para una cosecha a la que aún no se le recogen los frutos.

Mis intentos de esclarecer el pasado mantienen a ese ser, la sombra o demonio, rondando mi casa, una vigilancia constante. Sea quien sea y el poder que posea, no puede cruzar mis barreras y defensas. Él sigue estando débil en su estado, de este lado del mundo depende de las brujas. Su penetrante mirada tiene el mismo efecto en mí, el miedo se arrastra sobre mis piernas, el recuerdo contante del peligro que representa.

Sujeto con fuerza el diario, él nunca ha llegado más lejos de donde se encuentra, tomar precauciones me llena de tranquilidad, más cuando una visión se teje ante mis ojos. La primera donde lo veo a él con claridad. Un hombre, de carne y hueso, hermoso y casi improbable que sea peligroso. No emite su característica aura de caos y oscuridad, es solo alguien que espera algo, aunque suene tonto, tiene esperanza de ganar.

Altos y frondosos árboles salpicados por destellos de luz, la calidez embriaga mi magia, agita mi sangre en una conexión tan pura que parece real lo que presencio. Su mirada obsidiana no está dirigida a mí, sino a ella.

Dejo escapar un jadeo de sorpresa, porque es definitivo, el pasado está muy lejos de mi comprensión. Camila en una vida, Catherine en otra, y sin saber quién fue en este pasado, son la misma. Las hebras ébano brillan en contraste con el sol sobre su espalda, una trenza que apenas y oculta el pronunciado escote de su espalda.

—Sin importar cuanto insistas, mi respuesta sigue siendo la misma —una voz delicada y firme alebresta la mirada del demonio.

Contengo la respiración a esperas de que algo muy malo suceda, mi enfrentamiento con él ha conseguido desequilibrarme, no puedo sentirme segura aun siendo una visión. No saber quién es, más allá de un rostro perfilado y perfecto, me vuelve débil. Todo lo contrario, ocurre en ella. Se da vuelta, una llameante mirada violeta son el soporte de sus palabras. La tela negra que cubre su delgado cuerpo parece suave al tacto, se entrecruza sobre sus pechos y abdomen hasta sostenerse por detrás de sus hombros, la falda tiene una abertura en ambas piernas, dejando completo acceso y visibilidad a las dagas, una sujeta en cada muslo.

—No creo que estés considerando las consecuencias —me molesta la actitud de él, como si pudiera obtener todo con solo pedirlo.

—Las asumiré, si eso significa no estar a tu lado —replica ella tan segura que él se estremece.

Su influencia demoniaca no ha calado en la joven bruja. Ella no le teme, lo enfrenta como un igual, sin importar que tanta distancia pueda haber entre los poderes de una criatura de la oscuridad y ella. Me doy cuenta de que esta versión es muy parecida a mi última conversación con el gato mágico. En esencia, ella está lejos de ser domable y controlable.

—Lo diré por última vez, bruja —la distancia entre ambos se reduce a una velocidad asombrosa, la sostiene por el cuello sin llegar a infligir daño o dolor. Ella lo observa con altanería—. Te unirás a mí para edificar mi reinado en la tierra, gobernarás a mi lado, serás reina. No ambicionas una corona, poder más del que puede poseer. Acepta y quizás…

—No. Escoge a alguien más —aunque las palabras del demonio fueron muy seductoras, ella se las sacudió con movimiento sutil de los hombros, restándole importancia a las caricias de magia abanicándose sobre su piel. La promesa del más crudo caos, pondría mis hermanas de rodillas.

—Di que sí —insiste él en un gruñido que altera la dirección del viento.

Ella sonríe, complacida, con provocar su ira.

—Tu obsesión conmigo será tu ruina, también la mía, y no me importa.

La presión en el cuello la hace jadear en busca de oxígeno, sus manos están lejos de suplicar o pedir clemencia, en cambio, alcanzan con frenesí una de las dagas. Un movimiento limpio e imperceptible lo ubica en el corazón del demonio, empuja con fervor oscureciendo de inmediato la tela blanca.

—Un demonio suplicando, eso es nuevo en ti. Amo de las brujas. Demonio del caos y la oscuridad. Criatura olvidada. Destronado del infierno y sumido en las sombras —el insulto es un golpe brutal, por primera vez lo veo flaquear, como si no fuera Despojado de todo y atado a la poca vitalidad que un mundo nuevo pueda ofrecer. Él suelta el agarre de su cuello, ella no cede con su ataque. Hinca la daga más profunda, parece atravesarle piel y huesos—. Eres un fantasma de lo que eras, sepultado en el olvido. El poder es creer, lo dijiste una vez. En consecuencia, soy poderosa, así lo creo y así es. Sin importar lo que hagas, o las artimañas que puedas usar, me verás morir antes de ser tuya. Lucharé, por liberarme de ti, en esta vida y en todas las que sean necesarias. No importa cuántas veces me traigas de vuelta, el resultado siempre irá muy lejos de tus deseos. Y al final, seré yo quien determine la fragilidad de tu existencia.




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