Oscuros Secretos

Prólogo

-Padre ¿Dónde está mi hermana? -dijo Samuel muerto de la preocupación, hace más de nueve años que su hermano quería verla, abrazarla y sentirla, por órdenes de su padre había estado lejos de su pequeña             

-Padre ¿Dónde está mi hermana? -dijo Samuel muerto de la preocupación, hace más de nueve años que su hermano quería verla, abrazarla y sentirla, por órdenes de su padre había estado lejos de su pequeña.

-No lo sé Samuel- dijo Gabriel- ella se desaparece constantemente y tengo que fingir que no presto atención; no intento buscarla porque me da miedo encontrarme con algo más espantoso que verla en esa camilla de hospital por mi descuido.

-La van a terminar matando por tu maldita culpa- dijo aquel joven perdiendo la poca cordura que le quedaba- y no tendrás que verla en un hospital si no en una tumba.

-Samuel, hijo cálmate- dijo la madre del muchacho y como si de magia se tratara, este inmediatamente conservó la calma que tanto lo caracterizaba- vamos a ir los tres a buscarla ¿te parece? - pregunto la madre del muchacho esperando que su hijo no cometiera una locura.

-Claro mamá- dijo su hijo con entusiasmo, quería pensar que su pequeña estaba con sus amigas, hablando de cosas sin relevancia como acostumbraban a hacer los humanos.

-Entonces ¿Qué esperamos? - dijo Nervioso- pongámonos en marcha- su madre inmediatamente cerró los ojos tratando de localizar a su hija,  su corazón se paralizo y su cuerpo se tenso; dejando desconcertado a su esposo y muy asustado a su hijo.

-Debe haber un error- dijo su madre con fingida preocupación, lo último que ella sentía por la mocosa de su hija era cariño; frente a su esposo y su hijo debía fingir que ella también añoraba que su hija estuviera en casa de sus amigas o en su defecto en alguna fiesta de instituto, sin embargo, aunque ella odiara a la mocosa, no esperaba en lo absoluto que se encontrara en el lugar más peligroso de todo Londres.

- ¿Por qué cariño? -dijo su esposo lleno de preocupación y culpa, muchas cosas de las cosas que le habían sucedido a su hija eran su responsabilidad- ¿Qué viste?

-Está en los sitios más peligrosos de todo Londres- dijo está susurrando y tambaleándose, debía representar su papel de madre preocupada o levantaría sospechas, tras su respuesta, su hijo perdió los estribos y la poca paciencia que le quedaba, sin poder creer las palabras de su madre buscó por su propia cuenta, llevándose la misma sorpresa.

-Debe estar en peligro- sintió cómo su mundo se tambaleaba, sus pulmones dejaron de funcionar, sentía como se ahogaba y la preocupación burbujeaba en su interior como un monstruo- por favor vamos- suplicó el joven muy asustado, en ese instante todo su mundo estaba desmoronándose, había vivido más de 150 años y nunca había sentido el pánico que en aquel momento lo atormentaba; sus padres sin dudarlo se ocultaron de cualquier mortal que pudiera verlos, desplegaron sus alas y volaron lo más rápido posible, cada uno sumido en sus propios demonios, cada uno ahogándose en culpa, preocupación y en el caso de Natasha White satisfacción.

Al aterrizar se encontraban en una bodega bastante alejada, los rumores sobre ese lugar eran espantosos, se decía que el mismo diablo se escondía en esas tierras, por supuesto eran exageraciones, algo muy común entre los humanos, no obstante, no estaban tan alejados de la realidad, aquellos seres angelicales sentían como esos terrenos desprendían muerte, tristeza, rabia y odio.

Ingresaron sin ningún problema, el ser arcángeles tenía sus ventajas; caminaron sin ser notados hasta el centro de aquel lugar encontrando la peor escena que cualquier ser en este mundo puede presenciar, una niña con un arma en las manos, un ser que debía estar rodeado de cosas inocentes, sostenía esa arma como si fuera una experta, como si ese artefacto fuera una extensión de su cuerpo, la escena era terrorífica para cualquiera. Frente a ella estaba un hombre bastante golpeado, atado de manos y pies, detrás de la pequeña niña había dos jóvenes que serían un par de años mayores que ella.

-Por favor no me mates- dijo aquel hombre en frente de Cassandra -eres una niña, ten piedad de mi- le dijo y los pensamientos de la muchacha rebotaron en el aire permitiéndoles a sus familiares escucharlos "la piedad no existe en este mundo" pensó "si existiera mi madre estaría viva" y nuevamente los pensamientos retumbaron ante estos tres seres angelicales que observaban la escena con dolor y asombro o al menos dos de ellos.

-Curioso- le dijo ella acariciando su arma- ahora si te importa que yo sea una niña- le dijo cerca de su rostro- cuando mataste a mi madre y me violaste junto con tus hombres no te importaba que yo fuera una estúpida niña ¿cierto?

-Perdóname- le dijo espantado; ese sentimiento no solo lo embargaba a él, la escena era macabra, hasta para aquellos seres que desde las sombras la presenciaban, estaban estupefactos y asustados, sin poder intervenir o ella sabría la verdad - tengo una familia no me mates, te lo suplicó- rogó nuevamente aquel desagradable hombre.

-Maldito bastardo- le grito llena de cólera golpeándolo sin piedad alguna-yo también tenía una familia- le dijo con melancolía, con una fuerte tristeza que intentaba consumir su alma, con frustración y dolor; Tenía en frente al dueño de sus pesadillas, el causante de interminables noches de llanto y pánico, de días con planes perversos, quien provoco que su inocencia se perdiera, tenía en frente al monstruo que causo que ella se convirtiera en la persona más peligrosa que todo Londres conoció.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.